Capítulo 32 - "Cocinando-ando (Primera parte)"

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*primera parte.

"El placer es la carnada del pecado"
PLATÓN

Mis nervios estaban a punta, tal vez un poco más de lo normal. ¡No había razón del por qué! Nate había estado en mi casa, muchas veces... con más gente, Becka. Era verdad, sin embargo, podía controlarlo, ya había podido hacerlo en todas las veces que lo había visto; pero una cosa era pensarlo mas otra era decirle a mi corazón que se tomara un descanso.

En el momento en el que Nate entró a la cocina, me di cuenta de que no había ni empezado. Yo si había organizado los ingredientes y esas mierdas, pero no había empezado a revolver la harina, huevos, leche, etc...

-Uh – dije cayendo en cuenta.

Nate le estaba dando una revisada a la cocina.

- ¿Uh? – cuestionó Nate mientras se daba la vuelta para mirarme.

Intenté cruzarme de brazos y apoyarme en una pared. Pensé que tenía que agarrarme el cabello, estaba en sus ondas naturales, un poco loco. Mi cabello siempre había tenido unas onditas en las puntas, era raro ya que mi raíz era lisa; obvio tenía un poco de frizz por allí y por allá debido a las salidas frecuentes a fiestas mientras estaba en Chicago, me arreglaba el pelo frecuentemente.

Desde pequeña siempre había llevado una moña de cabello en mi muñeca para emergencias; ¿Qué? Mi cabello también sufría de sus días, casi siempre, en realidad.

La saqué de mi muñeca y agarré mi cabello en una cola de caballo. Ese simple gesto hizo que Nate alzara sus cejas.

- ¿Qué? – pregunté un poco brusca.

Nate puso sus manos al frente en modo de defensa.

-Nada, no dije nada – su tono era diferente... amistoso.

Hice un intento para no rodar los ojos, la verdad es que si me había quedado pensando de lo que me había dicho mi hermana esa vez antes de salir a correr. ¡Agh! Esa pequeña ratita si sabía como asustar a la gente.

Fruncí los ojos, casi formando una raya con ellos. Nate seguía mirándome extraño.

- ¿Entonces por qué me miras así? – pregunté.

Nate frunció más el ceño; ¡seguía con esa mirada, mierda!

- ¿Cómo? – preguntó de nuevo el idiota.

Lo señalé - ¡Así!

Nate reaccionó sorprendido. Vale, hasta ni yo me entendía. ¿Acaso estaba alucinando? ¡Vamos! No estaba tan loca... no tanto, al menos; pero era raro ver a Nate con esa mirada en él. Lo había visto así un par de veces, pero no por tanto tiempo, además no lo había notado tan detalladamente ya que no siempre habíamos estado solos solos, como, sin nadie alrededor.

Mierda, estamos solos.

Nate pareció comprender algo.

-Bueno, Becka, ya dime donde está la planta porque al parecer te pegó fuerte y...

- ¡Espera, ¿Qué?! No estoy drogada, Nate. No... ¿qué?... – lo interrumpí.

Mis ojos no pudieron evitar salirse. ¿¡Estaba loco!? ¿Yo drogada? Yo no podía estar drogada, nunca lo había estado.

Nate soltó una carcajada – no es la primera vez, Becka.

-Nunca me he drogado, Nate – bufé.

Nate dio un paso hacía mí con una mueca de sonrisa en su rostro. Su cabeza flameo, pensando mientras mi cerebro no dejaba de cuestionarse él por qué había dicho que yo me había drogado o algo.

¿Coincidencia?Where stories live. Discover now