Capítulo 8.

15.8K 1.4K 48
                                    

París, Francia.

Después de casi cuatro años volvía nuevamente a mi ciudad natal, a mi país que en cierta forma no extrañaba absolutamente nada porque ya me había acostumbrado a Chicago y la sentía más mi casa que a este lugar donde crecí. No critico Francia, es un país hermoso por dónde lo mires, de hecho todas las personas que visitan se quedan maravillados pero me sentía fuera de lugar como que no encajaba en todo este teatro austero de la supuesta monarquía que había sido abolida hace miles de años atrás.

- Hogar, dulce hogar - escucho que dice Quentin a mi lado cuando entraba el auto por las rejas de seguridad.

¿Hogar?

Esa casa no podría ni llamarse hogar, dieciocho años de mi vida me crié ahí sola al cuidado de mi nana después cuando estaban mis padres debia escuchar sus constantes peleas, reproches, las innumerables quejas de mi madre por mi forma de ser, la forma de ignorarme de mi padre. Lo único que valía la pena en esa casa era mi nana y mi abuela cuando nos venía a visitar, lo demás sólo son recuerdos absolutamente malos en mi vida.

No quería estar acá, necesitaba volver a Chicago donde si era mi hogar aunque estaba sola esa es mi casa donde nadie me juzga o me recuerda mi título nobiliario ahí a mi manera era feliz.

- Nada como ver a la familia de nuevo - acota mi amigo bajando del auto para tener su mano para que yo haga lo mismo.

Mis piernas me temblaban, mi sexto sentido estaba en total alerta a lo que podría suceder, todo mi cuerpo se estaba preparando para entrar nuevamente a esa casa para escuchar las ofensas de mi mamá y la falta de interés de mi papá, tenía una super familia armoniosa.
Apenas ingresé un gran escalofrío recorrió todo mi cuerpo, además el ruido de los tacos de mi madre resonaban mientras bajaba por las escaleras, soy fuerte y debía mostrarme como tal, sus palabras no debían afectarme.

- ¡Al fin Abigaíl! - exclama al verme.

- Tuve un buen viaje - ironizo observando su vestimenta.

Ella debía mostrar con lujos y detalles que tenía dinero, toda su ropa delataba a las grandes marcas del mundo, mi madre tenía una buena cantidad de euros en toda sus accesorios.

¿Dónde está la humildad?

Nunca lo tuvo menos la tendrá ahora.

- Estás gorda - acota con su ceño fruncido al acercarse para verme, no iba abrazarme solo a mirar cada parte de mi cuerpo buscando mis defectos. No estaba gorda de hecho estaba en mi peso normal pero para la señora Alizee no le confirmaba eso sí no se te venía los huesos para ella siempre estarías gordo.

- Necesito ir a mi habitación - hablo suspirando sin ganas de seguir escuchando los reproches de mi madre.

- Ve a tu habitación y ponte ese vestido de fiesta en breve salimos - me ordena mirando su teléfono.

- No tengo ganas de ir a ningún lado - afirmo con mi ceño fruncido.

- Es una orden Abigaíl - agrega mirandome mal.

- Estoy sufriendo un jet lag horrible, no tengo ganas de ir a una de esas tontas fiestas de protocolo - digo molesta.

- No es una tonta fiesta de protocolo sino que es tu fiesta de compromiso querida - sentencia dejándome super helada con la noticia.

Debía ser un sueño.

¡Imposible!

- Me falta dos años todavía para terminar mi carrera - tomo aire porque estaba a nada de ponerme a llorar por la impotencia que tenía en ese momento.

Completamente Imperfectos (9°SAI)Where stories live. Discover now