Capítulo 13: Familia Thirlwall

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Esa misma tarde, Jesy se pasó por el despacho de Perrie para preguntarle si le apetecía salir a cenar para celebrar el haber terminado el proyecto Córdoba.

Perrie aceptó sin vacilar.

—Qué buena idea.— Mucho mejor que pasar la noche sola, preguntándose dónde estaría Jade.

—¿Dónde quieres comer?—

—Elige tú.—

—Ni hablar, ésta es tu celebración.—

Perrie nombró uno de sus restaurantes favoritos, donde había ido por primera vez con Jade. El local lo regentaba una familia y la comida era estupenda. No era muy selecto, y a menudo Perrie se había preguntado si Jade no la habría llevado allí porque era un sitio muy tranquilo y por la calidad de la comida. Desde luego no era de esos sitios que frecuentaban los paparazzis en busca de una foto millonaria.

Cuando llegó al local, Perrie le preguntó a Giuseppe, el dueño, si Jesy había llegado ya.

—¿Hoy no cena con la princesa? —le preguntó Giuseppe en lugar de responder a su pregunta.

—No.—

El hombre frunció el ceño con una expresión curiosa que sorprendió a Perrie. Incluso le pareció como si al viejo siciliano le preocupara algo; pero Perrie no imaginaba Qué cosa.

—Tus amigos están por aquí —fue lo único que dijo el hombre.

La condujo hasta una mesa al fondo, y cuando llegó, entendió la preocupación de Giuseppe. Jesy no era la única persona a la mesa; su novio y Alex también estaban allí.

Alex había colaborado en varias secciones del proyecto Córdoba, y tal vez estuviera allí también para celebrarlo. Pero a Perrie le daba la impresión de que la presencia de Alex era el fruto de las dotes de casamentera de su amiga. Ya la pillaría cuando estuvieran a solas; por el momento, Perrie se limitó a sonreír cuando Alex se levantó a retirarle la silla.

—Gracias.—

—El placer es mío. Me alegra mucho que por fin te hayas animado a que nos veamos fuera de la oficina.—

Jesy se ruborizó, y Perrie estuvo a punto de decir que ella no había decidido nada; pero no quería molestarle. No era culpa suya que Jesy estuviera haciendo de casamentera. Alex siempre había sido amable con ella, aunque tuviera aquella fama de ligón empedernido. Y en el fondo tampoco podía enfadarse demasiado con Jesy. La otra no sabía que ella mantenía ya una relación, aunque sí que Alex no le interesaba.

—Échale la culpa a Jesy.—

Sabía que la culpa era de Jesy, y se lo dijo a la otra con la mirada. Pero su amiga se limitó a devolverle la sonrisa, claramente satisfecha con un plan bien ejecutado.

Estaban tomando la ensalada, Alex encantador y Perrie más relajada pues se lo estaban pasando bien, cuando de pronto notó una extraña sensación en la espalda.

Volvió la cabeza, sonriendo por un comentario que acababa de hacer Alex, cuando de pronto se quedó helada. Reconoció a Jade, que estaba con otras tres personas.

La mujer mayor de cabello castaño claro, del mismo tono que Jade, y una cara tan preciosa como la de ella, era su madre. El hombre sentado junto a Jade era su hermano mayor, el príncipe Karl Thirlwall, y la mujer que estaba con él, radiante de felicidad, era su prometida, Maggie. Seguro su hermana la princesa Monserrat estaba en un viaje de negocios.

Así que no era un asunto de negocios, sino familiar; pero Jade no había querido presentarle a su familia. Perrie entendía que Jade rechazara la intromisión de los medios. ¿Pero por qué tenía que ser también un secreto para su familia? Estaba segura de que ninguno de ellos le contaría nada a la prensa. A menos que no aceptara su orientación sexual o que alguno de sus familiares fuera homofóbico, entonces si en vez de estar molesta estaría decepcionada.

Jade debió de sentirse observada, porque en ese momento volvió la cabeza y las dos se miraron a los ojos. Jade los entrecerró un instante, antes de volverse a mirar a su madre, que en ese momento le decía algo, y fingió no haberla visto. El gesto de Jade le partió el corazón, y sintió como si le clavaran un cuchillo afilado.

—¿Ese de allí no es la gran jefa? —susurró Jesy con exageración—. ¿La princesa?

Alex se dio la vuelta y miró a los recién llegados.

—Sí, es ella.—

Giuseppe los acompañó hasta una mesa que no quedaba lejos de donde estaban Perrie y sus compañeros.

De pronto sintió que no podía respirar, y se preguntó qué pasaría si ella pasara de largo sin ni siquiera saludarla. Por lo menos en el trabajo la saludaba siempre, como a todos sus demás empleados.

Alex se puso de pie con una sonrisa y fue a saludar a Jade. Entonces Jade les presentó a toda su familia, diciendo que eran empleados suyos de Naviera Thirlwall.

Cuando la presentó a ella no dijo nada distinto, ni hizo ningún gesto; y nadie se dio cuenta de que hubiera nada especial entre ellas dos. Era lo esperado, y sin embargo le dolió. Le dolió, y no importaba que no la hubiera engañado, o que su comportamiento fuera el habitual; le dolió, y punto.

Tenía el corazón encogido de dolor.

Respondió algo cuando hicieron las presentaciones, aunque no supo qué, porque el cerebro no le funcionaba. Jade entrecerró los ojos y ella se preguntó si habría dicho algo fuera de tono; pero aparte de Perrie, nadie pareció darse cuenta de nada. Debía de haber sido su imaginación.

Jesy hizo un comentario gracioso, y todos se echaron a reír. Cuando Perrie notó que la miraban, se dijo que debía de haberse perdido algo.

—Tiene la cabeza en las nubes —Jesy sonrió—. Acaba de terminar un proyecto, y me parece que ha trabajado mucho para que saliera bien.—

—Y yo que pensaba que estaba emocionada porque finalmente ha accedido a salir conmigo— dijo Alex, con tan buen humor que incluso Perrie sonrió.

Todos se echaron a reír; todos, salvo Jade.

Su mirada fulminante sólo perturbó su semblante unos segundos, y enseguida disimuló sus sentimientos.

—¿Lo ves, Jade? Esto es lo que deberías hacer, hija mía.—

—¿Qué cosa, mamá?—

—Deberías hacer como hacen estos jóvenes, salir con gente de tu edad; pero tú sólo quieres trabajar y trabajar —sacudió la cabeza con pesar—. Sólo piensa en los negocios. Hay muchos jóvenes de la empresa con los que podrías salir.—

—No tengo costumbre de salir con los empleados —dijo con toda seriedad.

Perrie notó que se ruborizaba de vergüenza. ¿Entonces qué tenía con ella? ¿Sólo una serie de encuentros clandestinos? En el fondo, ella sabía la respuesta a esa pregunta.

Porque eso era exactamente lo que tenían. Sus encuentros secretos no significaban más para ella que una noche loca con cualquier otra persona. Teniendo en cuenta que ni siquiera había querido contarle nada a su familia, no podrían significar otra cosa.


Capítulo largo como always, mi situación con mi crush es complicada en este momento, la quiero pero creo que en este momento nos encontramos en el limbo.

El secreto de la princesa|| Jerrie ✔️Where stories live. Discover now