Capítulo 28: Ciao, bella

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~MARATÓN 1/3~


—¿Estás lista para marcharnos?— Perrie levantó la vista del ordenador y vio a Jade a la puerta. Estaba tan guapa, que el corazón le dio un vuelco.

—Después de faltar toda la mañana del despacho, pensé que tendrías demasiado trabajo para poder salir pronto esta tarde. Me sorprende que tu secretaria no esté nerviosa por todas las reuniones que habrás cancelado.— Jade se encogió de hombros.

—Se le paga bien por su trabajo, y mis reuniones pueden esperar. Además, los asuntos más urgentes los puedo atender desde el despacho de casa; no quiero hacerte esperar.—

—Por mí no te marches; la verdad es que tengo trabajo atrasado.— Jade pasó y cerró la puerta del despacho.

—Pero no me parece conveniente que hagas horas extras; necesitas descansar.—

—Estoy embarazada, no enferma, Jade.—

—Esta mañana te tuviste que ir corriendo al baño...—

—No me lo recuerdes... Pero ahora me siento bien, en serio; y prefiero seguir un poco más.—

—¿Cuánto tiempo es "más"?—

—Dos o tres horas.—Jade volteó los ojos con impaciencia.

—Tampoco te pases, cara. No estoy de acuerdo con que te quedes tanto tiempo, y no sólo porque estés embarazada. Dentro de una hora y media vuelvo a por ti.—

Que la amara con locura no significaba que fuera a dejar que Jade controlara su vida.

—Voy a necesitar como mínimo dos horas, Jade. Pero puedes irte a casa sin mí.—

—Eso no va a ocurrir —dijo la castaña.

—Entonces te veo dentro de dos horas —concluyó Perrie.

—Exactamente.—

—Ya estás en plan de mandona otra vez —le dijo con interés.

Jade se encogió de hombros y sonrió un poco.

—Y tú en plan cabezota; pero creo que lo soportaré, igual que tú tendrás que soportarlo cuando me ponga mandona, como dices tú.—

—Mientras seas consciente de que me reservo el derecho a exigir lo mismo.— La ojimarron se detuvo, con la mano en el pomo de la puerta.

—¿En qué sentido?— A Perrie le quedó claro que Jade no estaba acostumbrada a la idea de que alguien más a parte de ella fuera marimandona.

—Si creo que trabajas muchas horas, te exigiré que te marches a casa —le advirtió Perrie.

—Me acordaré —respondió Jade, curiosamente satisfecha, antes de marcharse.

Diez minutos después, una empleada de la cafetería de la empresa llegó con una bandeja llena de nutritivos aperitivos y una botella de agua mineral, por orden de Jade.

—¿La signora Thirlwall ha pedido algo para ella?—

—No, signorina —respondió la empleada con evidente curiosidad.

—Entiendo —Perrie abrió el bolso, sacó un billete y se lo dio a la camarera—. Entonces haga el favor de llevarle otro plato como éste que me ha traído y un zumo de frutas.—

—Muy bien...—

—Ah, espere, ponga esto.—

Perrie escribió rápidamente una nota, la dobló y la dejó en la bandeja.

El secreto de la princesa|| Jerrie ✔️Where stories live. Discover now