Capítulo 32: Malas impresiones

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—¿Norma? —la arrogancia del rey James se había desvanecido en un instante.

—Así es —dijo mientras se adelantaba para abrazar a Jade y a Perrie—. Relájate, hija mía— le dio unas palmaditas en la mejilla a su hija—. No te enfades con tu padre; el rey sólo quiere protegerte, recuerda que eres su princesa.—

—¡Ya no soy ninguna niña para que me proteja!—

—Siempre serás nuestro niña; acéptalo —sonrió a Perrie con gesto cálido y comprensivo—. ¿Tú quieres marcharte, cara?—

—No.—

El rey había hecho algunos comentarios que de momento no tenían explicación para ella, y no se iría hasta enterarse de la verdad.

—No quiero que sufra.—

—Hay algunas cosas que no se le pueden ocultar —fue la enigmática respuesta de su madre.

Jade no parecía convencida, y Perrie le puso la mano en el corazón.

—Por favor, Jade.—

—No quiero que te disgustes.—

—Te lo agradezco, pero quiero quedarme.— Jade la miró un momento con mirada intensa; pero finalmente asintió, antes de volverse hacia Norma.

—Mamá, no te esperábamos —comentó Jade.

—Ayer me enteré por las dependientas de una de mis boutiques favoritas que tenían pensado venir temprano. Me supuse tu razón para venir, y también la reacción de tu padre, y aquí estoy.—

—¿Crees que la señorita Edwards necesita de tu apoyo? —preguntó el rey James en tono tenso.

Perrie lo miró y se le encogió el corazón; porque el rey miraba a Norma con tanto anhelo que a ella le dolió verlo así.

—Creo que vas a arremeter contra ella con esa arrogancia que de momento Perrie parece tolerar con bastante buen humor.—

—¿Y no te parece mal para todos que ella se niegue a casarse con nuestra hija?—

—¿Y acaso te ha dicho tu hijo que ella se niegue a casarse con ella?— El rey adoptó una expresión iracunda.

—Leo los periódicos... No dicen nada de boda. Además, conozco a mi hija y sé que no permitiría que su hijo llegue al mundo siendo ilegítimo. Si no hay matrimonio a la vista, es porque ella le ha rechazado.— Norma negó con la cabeza.

—No hay peor tonto que un viejo tonto.—

—No soy viejo —dijo, visiblemente indignado.

—Pero eres tonto.— El rey James parecía muy enfadado, pero no gritó. A Perrie aquel comportamiento le pareció fascinante.

—¿Pero qué periódicos son ésos?—

—Los que mi hija esperaba ocultarte al venir aquí —respondió Norma.

—Y habría funcionado si papá hubiera cerrado la boca —añadió Jade.

—Quiero verlos, ¿tienen copias? —continuó Perrie, ajena a lo demás.

—Sí —dijo el rey James.

—¡No! —exclamó Jade al mismo tiempo.

Perrie ignoró a la mujer que amaba en favor de su padre, a quien miró a los ojos.

—Quiero saber lo que dicen, quiero ver los periódicos ahora mismo —le dijo al rey.

Jade tiró de ella y la llevó aparte.

—Perrie, ver los periódicos sólo te hará daño. No quiero eso.—

—Lo sé, pero no me voy a esconder ni a cerrar los ojos. Tu madre tiene razón.—

—No, no la tiene.—

—No soy endeble, Jade. O confías en que soportaré el aluvión de críticas y mentiras, o no.—

—¿Y si es que no?—

—No digas eso; sé que confías en mí —dijo en tono dulce.

Jade no quería que viera las historias publicadas, pero sabía que tenía capacidad para soportarlo. Se le notaba en los ojos.

—Es verdad —dijo la castaña. En ese momento, apareció un joven vestido de traje.

—¿Me ha llamado, Alteza?—

—Tráeme los periódicos donde sale la foto de mi hija en portada.—

—Qué estupidez —rugió Jade.

El rey James frunció el ceño.

—Ella tiene derecho a saber; y si no tiene fuerza para soportarlo, tampoco la tendrá para ser tu princesa.—

—Yo no soy débil —insistió Perrie.

Norma chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza.

—James, te juro que con la edad te estás volviendo más dogmático que nunca.—

—¿No estás de acuerdo conmigo? —preguntó en un tono que dejaba claro que su opinión le molestaba.

—Sí, pero si tuvieras un ápice de sensibilidad, lo habrías expresado de otro modo. Yo no dudo de que Perrie sea una mujer fuerte.—

—Bueno, pues con mi familia no tengo diplomacia, me puede la confianza —gruñó el hombre—. Un hombre debe tener a alguien en su vida con quien ser sincero sin miedo a las represalias. Incluso un rey.—

—Sí, pero a veces hay cosas que es mejor callarse.—

El asistente del rey volvió con los periódicos, y Perrie los ojeó mientras, a su lado, Jade refunfuñaba. Los titulares eran crueles y el texto que seguía no era mucho mejor.

Amante secreta de la princesa embarazada. ¿Será suyo el hijo?, decía uno. Perrie hizo una mueca al leer el siguiente.

Princesa estéril y bisexual será por fin madre... ¿O no? ¿Pero cómo? El tercer periódico no era mejor.

Princesa playboy: no hay planes de boda con amante embarazada., ¿es por qué no es suyo?

—No sabía que supieran que estoy embarazada.—

—Nuestra visita a la librería no fue una idea demasiado brillante por mi parte —reconoció Jade en voz baja.

Pero no sólo había sido eso. Alguien de Naviera Thirlwall debía de habérselo contado a la prensa después de verla salir corriendo al baño el día de la presentación.

Perrie se sintió mal, traicionada. Le resultaba duro pensar que un compañero los había vendido a Jade y a ella de ese modo; pero debía aceptarlo.

Lo que leyó en los distintos periódicos terminó de revolverle el estómago. Incluso en uno decía que tal vez se hubiera quedado embarazada de otro y que intentaba cazar a Jade por su posición y su dinero, porque no le encontraban ni pies ni cabeza a ese embarazo tan raro entre mujeres.

—Creo que voy a vomitar.—

Norma la ayudó a recostarse en un sofá, y Perrie respiró hondo y cerró los ojos un momento.

—Lo siento —abrió los ojos y miró a Jade—. Yo no quería...— Jade se arrodilló a su lado.

—Nada de esto es culpa tuya —dijo ella apasionadamente mientras se arrodillaba a su lado.


ESTOY CELEBRANDO, porque este fic junto con otros dos son candidatos a ser nominados en los WATTYS AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH, no puedo con tanta euforia, todo gracias a ustedes chiquitos hermosos, en serio que no quepo en felicidad.

~MGS

El secreto de la princesa|| Jerrie ✔️Место, где живут истории. Откройте их для себя