Epílogo

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La boda de Karl y Maggie salió a la perfección, y Perrie conoció por fin a su otra cuñada, Diane. Perrie había estado con Maggie, ayudándola con los preparativos de la boda.

Fue una preciosa ceremonia celebrada en su playa privada, y Perrie tuvo que enjugar alguna que otra lágrima cuando la pareja pronunció los votos matrimoniales con amor y devoción.

Jade le echó el brazo a la cintura y le susurró al oído:

—Pronto nos tocará a nosotras, amore mio.—

Ella asintió, ahogando más lágrimas de emoción.

—Te amo —dijo Jade mientras le daba un beso en la sien.

Ella volvió la cabeza y la besó en el hombro, dándole su amor en silencio.

Más tarde, la familia le tomó el pelo, diciéndole que lloraba porque estaba embarazada; pero Diane le sonrió con cariño.

—A mí me parece muy tierno.—

—Me emociona tanto ver a Karl y a Maggie tan felices —dijo Perrie—. Así deben ser los matrimonios, ¿verdad?—

Los bellos ojos marrones de Diane se llenaron de tristeza, y Perrie no entendió lo que le pasaba.

—Sí, así deben ser —dijo su cuñada por toda explicación.

Norma suspiró y miró al rey con gesto de acusación, sin dar más pistas del porqué de esa mirada.

—¿Qué pasa? —preguntó el rey claramente confuso.

Norma negó con la cabeza.

—Veo que debería haberme ocupado más de algunas cosas hace años, pero es difícil vencer al orgullo.—

Después de aquel enigmático comentario les preguntó a los hijos de Karl si querían dar un paseo por la playa. Los niños accedieron con entusiasmo y se quitaron los zapatos inmediatamente, antes de echar a correr hacia la orilla.

Norma se detuvo un momento antes de seguir a los chiquillos y miró al rey James.

—¿Vienes?—

—¿Estoy invitado? —respondió el rey con la misma incredulidad que mostraron sus tres hijos ante el inesperado comentario.

—Por supuesto. ¿Es que no te lo acabo de decir?— El rey se fue con ella, visiblemente confuso por las vueltas inesperadas que daba la vida.

Al verlos, Perrie se echó a reír sin poder evitarlo.

—Me pregunto si Norma ha decidido que no quiere que tu padre se convierta en un viejo solitario.—

—No lo dirás en serio. Durante años mi madre no soportaba que se mencionara el nombre de mi padre delante de ella.—

—Bueno, pero ahora sí, ¿no lo ves? —dijo Perrie—. Ten en cuenta que hace tiempo ella lo amó.—

—Pero dejó de quererle hace años —comentó Monse, la hermana mayor de Jade.

—El amor de verdad no se pasa fácilmente —dijo Diane en tono emocionado.

Jade se mostró de acuerdo.

—Es cierto —miró a Perrie con emoción—. Yo te amaré toda la vida y a nuestros hijos.—

Ella lo miró con el corazón encogido de emoción.

—Y yo también los amaré siempre.—

Jade la besó tierna y apasionadamente, demostrándole que la que le había robado el corazón también le había entregado el suyo, para siempre jamás.


¿Fin?

El secreto de la princesa|| Jerrie ✔️Where stories live. Discover now