Capítulo 18: No lo suficiente

1.4K 115 26
                                    


Jade volvió a llamar, y esa vez le respondió sólo para decirle que no volviera a llamar. Sorprendentemente, ella le hizo caso, y esa noche no volvió a llamarla. Se pasó todo ese tiempo intentando pensar si dejar el trabajo, o quedarse en la empresa.

No sabía cómo reaccionaría cada vez que viera a Jade en la oficina. Aunque, pensándolo bien, no había motivo para que se cruzara con la presidenta de la empresa; sólo había pasado porque ella había buscado la ocasión de verla.

A la mañana siguiente, fue a trabajar, sin saber aún qué haría en el futuro próximo, y tan disgustada estaba que sintió náuseas, a pesar de la fachada serena que presentó ante sus compañeros de oficina.

Estaba en el cuarto de las fotocopias cuando sintió a alguien tras ella.

—Buenos días, cara.— Perrie se dio la vuelta al oír su voz. Jade estaba a menos de un metro de ella.

—¿Jade, qué estás haciendo aquí?— Ella sonrió de medio lado.

—¿Esta conversación no la hemos tenido antes?— La rubia se apartó disimuladamente, para no estar tan cerca de ella.

—Es muy raro que la presidenta de una empresa entre en el cuarto de la fotocopiadora.—

—Si su amante está ahí, no lo es.—

—Ex amante —respondió Perrie con nerviosismo, no queriendo pensar en ello.

—Quiero hablar contigo en privado, por eso he entrado aquí.—

—Éste no es lugar.—

—Me echaste de tu casa, me cuelgas el teléfono y llevas toda la mañana sin entrar en tu despacho. Así que eres tú quien ha elegido que hablemos aquí...—

—Mira, siento que no quieras romper conmigo, pero la verdad es que no voy a esperar a que me dejes.— Ella suspiró con exasperación.

—No quiero dejarte. ¿Es que no te lo he dejado claro?—

—Pero lo harás... algún día.—La castaña sólo se encogió de hombros.

—A lo mejor un día decidimos que estamos mejor separadas, ¿pero por qué adelantarlo?—

—Porque yo ya he decidido que estoy mejor sin ti —respondió Perrie, aunque el corazón le gritara que era una mentirosa.

—Quiero que me des la oportunidad de hacerte cambiar de opinión...—

—No —le interrumpió antes de que a Jade le diera tiempo a desplegar su seducción.

—Este fin de semana en el banquete de bodas de mi hermano en Diamante —continuó, como si ella no hubiera dicho nada.

—¿Quieres que vaya a la boda de tu hermano contigo? — No podía ser cierto. —¿En calidad de qué? —añadió, anonadada.

—Serás mi pareja.—

—Ni hablar —respondió impulsivamente, sin reflexionar.

—Dijiste que querías que nuestra relación fuera pública. Estoy dispuesta a hacer eso para no perderte.— Jade estaba muy tensa, y Perrie entendió lo mucho que le costaba todo aquello.

—No he roto contigo para ponerte entre la espada y la pared —dijo Perrie, que en verdad detestaba el chantaje emocional.

—Fuera cual fuera tu intención, lo he pensado y me he dado cuenta de que prefiero tener que soportar a la prensa que perderte.—

Si le hubiera dicho eso el día anterior, antes de decirle que no la amaba y que nunca la amaría... Habría aceptado con impaciencia la oportunidad de conocer a su familia, si ella no le hubiera dicho que no tenía interés en formar una familia con ella.

—No. —Fue lo más difícil para ella, y el corazón empezó a sangrarle.

Jade sacudió la cabeza con confusión, y se puso pálida.

—¿A qué te refieres con ese no?—

—Tú... tenías razón. El dolor de romper sería aún más fuerte... —hizo una pausa, tratando de contener las lágrimas— si ocurriera a los ojos de todo el mundo. Y como no hay ocasión de que no rompamos en un futuro, como tú misma has dicho, no quiero sentir más dolor y humillación de los que ya pueda sentir.—

—No quiero que te sientas humillada, ni quiero hacerte daño, ni romper contigo.—

—Deberías habértelo pensado antes de rechazar mi amor como lo hiciste ayer —dijo ella con desconsuelo—. Al principio me dijiste que no me amabas; pero yo pensé que al menos te importaba. He estado engañándome a mí misma y me he hecho tanto daño como el que me has hecho tú.—

—No fue un engaño. Me importas.—

—No lo suficiente.—

—¿Cómo puedes decir eso? Desde la muerte de Jed, no he querido tener una relación a la vista de todos; pero por ti estoy dispuesto a hacerlo.—

—Para mí no es sólo una relación. Te amo. Siento que pasara así, y sé que no es lo conveniente para ti, pero no puedo soportar vivir una relación sin compromiso como la que tú me ofreces ni un solo día más. Me estaba matando, y los últimos días he sufrido más de lo que quiero volver a sufrir en mi vida.—

—Y estoy haciendo todo lo posible para rectificar ese dolor.—

—No es suficiente.—

—Amaba a Jed.—

—Lo sé —dijo, pensando que no necesitaba el doloroso recordatorio.

Jade avanzó hasta que estuvo a pocos centímetros de ella.

—Quiero que sepas una cosa; si hubiera tenido la oportunidad de pasar más tiempo con Jed, la habría aprovechado. Tú dices que me amas; pero si fuera cierto, desearías lo mismo conmigo.— Dicho eso, se retiró, dio media vuelta y salió del cuarto.

Ella se quedó allí un buen rato, sintiéndose muy confusa. ¿Cómo había conseguido que se sintiera culpable?

La pregunta que no dejó de rondarle la mente todo el día y a la mañana siguiente, cuando volvió a sentir náuseas, fue si sufriría más si seguía con Jade, teniendo en cuenta que podrían terminar, o si decidía romper con ella, sabiendo que podrían estar juntas.

La presidenta le estaba ofreciendo algo más que un lugar en su cama. Le estaba ofreciendo un lugar en su vida. Un lugar a la vista de todos.


Hola, lamento haberme desaparecido tanto tiempo. Pero he vuelto. 

¿Alguien aquí es Blink? Los leo.

El secreto de la princesa|| Jerrie ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora