Capítulo 1

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Me desperté una hora más tarde de lo que debería haber hecho, en mi cama estaban todas las hojas en blanco sin nada que escribir sobre aquel poema que no terminé para la clase de hoy y está de más decir que me he quedado dormida y que estaba llegando tarde, muy tarde. Quité mi pijama y corrí hacia la ducha donde de paso me cepillé los dientes para hacer todo más rápido y no perder más tiempo, bajé deprisa una vez terminada la ducha, la cual tampoco pude disfrutar como quería porque recordé que llegaba tarde. Mi madre ya ni siquiera estaba en la casa,
mierda, sí que era tarde y la primera clase hoy era Literatura con el profesor Lomabard, el cual ya me había bautizado con fama de impuntualidad. Coloqué mis auriculares y entré a correr, sin querer siempre Mía todos los díasde su vida escolar haciendo ejercicio. Aplausos para mí. En la puerta de entrada me choqué con un chico a el cual solo le pude ver los ojos, azul eléctrico, y este día no podía ser peor. ¿O sí?

No tuve el tiempo de poder pedirle disculpas, pero a él tampoco le importó ya que creo que ni se retractó de mi comportamiento grosero, el chico no dijo absolutamente nada, y su caminata era lenta y relajada, como si nada le preocupara mientras yo corría desesperada por el pasillo procurando no caerme. Respiré hondo cuando estuve frente a la puerta del salón y me preparé mentalmente para dar dos toquecitos con mis nudillos. Claro que demás está decir que una vez más me encontraba perdiendo la dignidad con este hombre. El profesor Lombard me miró por debajo de sus gafas y mientras chasqueaba negaba con la cabeza, yo sonreía como estúpida, muriendo de vergüenza esperando que se apiadara de mí una vez más en el año.

—Señorita Vogler, ¿qué excusa  tiene hoy?

—Bien... yo me estuve toda la noche haciendo el poema para su clase y me quedé dormida. —él enarcó una ceja y asintió. Creo que me había salvado, aunque si me pedía el maldito poema estaba muerta, ni siquiera lo había empezado.

—¿Puede mostrarme el poema?

Mierda. ¿Por qué diablos abría mi bocota?

—Yo...lo olvidé en mi mesa de...—¡Pum! me cerró la puerta en la cara y quedé boquiabierta parada.
—Al parecer no vas a aprender nunca que es imposible convencer a ese hombre de algo. —murmuró alguien a mis espaldas haciendo que girara para mirar de quién provenía la voz. Era el chico de hace unos minutos, era muchísimo más hermoso al mirarlo con detenimiento. Su cabellera era rubia medio ondulada, acomodada por el mismo viento para el lado izquierdo, tenía la nariz más perfecta que jamás allá visto y he visto la de Alexa—aunque no cuenta porque era operada—unos alargados y gruesos labios rosados que hacían juego con sus ojos azul eléctrico y tez pálida.—No es la primera vez que llegas tarde, que tratas de convencerlo y que te cierra la puerta en la cara.—prendió un cigarrillo adentro del instituto, ¿Quería ser expulsado o qué?
—Van a castigarte por eso.—señalé el cigarro que tenía en su mano, él sonrío de costado.
—Y eso no sería asunto tuyo,Vogler.

Además de metido, grosero. O no, espera. Él tiene razón a mí no me interesa saber de su vida, ni qué es lo que hace. No lo conozco en absoluto.
—Tienes razón. —frunzo el ceño al darme cuenta que él sabía de mí. —¿Cómo es que sabes mi apellido?
—Compartimos Literatura y otra clase más, hace ya bastante tiempo. —tiró la colilla al piso y se quedó mirándome. Su mirada era intimidante.
—Nunca te he visto.

Él reboleó los ojos y se sentó en uno de los escalones del pasillo que daban al patio, me copié de su acción y me quedé mirándolo fijamente. No me di cuenta de tal acto hasta que el chico misterioso habló; su voz era tan gruesa y fuerte. Tan masculina.

—Es imposible con el grupito de gente con la que frecuentas. —dijo en un tono irónico. Volvió a encender un cigarro y por el olor de este no era tabaco. Mierda, se estaba drogando en mi cara, y dentro del instituto. ¿Qué no tenía si quiera respeto por él mismo?—Y tú no perteneces ahí.

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora