Capítulo 36

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LUKE REINHARD.

Después de la locura que habíamos hecho, decidimos ir a su casa, aunque yo no tenía muchas ganas de ir, lo hacía solo por el simple hecho que pasaría más tiempo con ella. Antes de pasar por la suya pasamos por la mía a busca una sorpresa la cual le quería dar previamente a lo ocurrido la noche anterior.Ella observó detenidamente mi habitación y yo abrí la puerta del pequeño cobertizo privado que se escondía aquí y tomé de las manijas de la caja amarilla. Mía me miró asombrada, si su mirada fuera de láser ya lo estuviera usando para averiguar el contenido de esta. Esta chica podía ser tan curiosa y ansiosa, y amaba eso de ella.

—¿Qué es esa caja? —indagó llena de curiosidad señalando el armatoste que sostenía.

—¡Madre mía! Te enterarás cuando sea elmomento, Vogler.

Reboleó los ojos y levantó sus brazos en forma de defensa rindiéndose, resignándosea que no le iba a decir que contenía la caja. Luego de un rato largo caminandomientras hablábamos de qué nos íbamos a poner la siguiente noche, en menos delo que nos dimos cuenta estábamos en la puerta de su casa. Dejé la caja en elsuelo, y podía percibir los ojos cautelosos de Mía que se morían de ganas portomarla en sus brazos y saber qué había, ¿se podía ser más ansiosa?

—¿Quieres algo de tomar? ¿Un café, agua? —me preguntó observándomecómo me sentaba en la mesada de la cocina.

—Nop, solo vine acompañarte. —bajé de un salto y meacerqué a ella, y sentí como se tensó y sus mejillas comenzaron a ponerse de uncolor carmesí. —Debesabrir la caja hoy a las diez de la noche. —susurré en su oído.

Acuné su rostro en mis manos y la miré fijamente sus ojos durante unos segundos,como si los estuviera escaneando por última vez. Me tensé internamente alpensar en ello. Me acerqué lentamente a sus labios suaves, haciendo que entreabrieralos suyos. Mis labios tocaron los de ella una y otra vez, mi lengua jugueteó entreellos, no era un beso con alguna intensión morbosa, era más bien, lento yapasionado; mis manos buscaron su nuca y Mía chocó contra la heladera, lo quehizo separarnos, podía sentir como mi corazón iba a salir en cualquier momento.No tardé más que unos instantes para volver a unir nuestras bocas, formando unbeso más profundo dejándonos, metafóricamente hablando, sin respiración.

—Debo irme, Vogler. —murmuré entre sus labios.Ella los separó lentamente y sonrió con las mejillas como dos manzanas. ¿Podíaser más hermosa y tierna? —Nosvemos mañana por la noche.

—Te amo...—susurró Mía tomando mi mano entre sus dedos.

—Y yo a ti, Vogler.

Dejé un casto beso en su mejilla, me acompañó a la puerta y luego escuchécomo la cerró a mis espaldas.

[...]

Estaba consciente de mis decisiones, a pesar de los problemas que habíatenido con Mía, todo se encontraba actualmente bien con ella. Y eso es lo quemás me aterraba. Claro, ahora hablando en el ámbito familiar, con mi padre, conScheider, las cosas no mejoraban, sin embargo, tampoco había empeorado. Ben, yaestaba en la ciudad, eso significaba una sola cosa: en cuatro semanas partiría.

—¿Estás seguro de lo que harás? —Violet cuestionó a mi ladomientras encendía un cigarrillo.

—Sí. —afirmé asintiendo varias veces, convincente de midecisión. —No puedoecharme atrás con esto. Dicho, me voy en cuatro semanas, y no quiero que hayasecretos entre Mía y yo, realmente anhelo que las cosas entre nosotros marchenbien, ¡qué digo bien, muy bien! Y para que no haya disgustos, ni malosentendidos o que ella se entere por terceros.

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora