Capítulo 21

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Habíamos decidido con Nathaniel venir a su casa luego de clases, se supone que vendríamos a mirar películas hasta que él se él se declaró un buen jugador en Mortal Kombat y yo a mí, lo que nos había llevado a una guerra. No era por presumir, pero le estaba dando una patada en el trasero por mentiroso. 

—¡Déjame ganar una vez! ¡Ten piedad por Dios, chica! —chilló una vez más oprimiendo con rapidez los botones del joystick, brincando en la cama como un niño chiquito haciendo un berrinche. 

—Nunca. Sabes que soy muy competitiva. —carcajeé y volví a ganar.

—¡Esto es trampa! —farfulló el castaño dejando el control con cierto enojo en la cama.

Volví a reír cuando se cruzó de brazos dándome una mirada con el entrecejo fruncido. Era como la décima vez que le ganaba y en menos de una hora, era un asco para esto, ambos dos éramos competitivos en cuando a videojuegos o cualquier otra cosa que hiciéramos. Me causaba risa que cada vez que le ganaba se frustraba y pataleaba como un pequeño. Aunque admito que no podía negar que me daba gracia el hecho de que se encapriche en ganar y termine perdiendo. Nuestra relación estaba yendo mejor, con mayor postura, ya no estaban sus excusas, se había vuelto más cercano que antes, había comenzado a ir a terapia, las cuales soy testigo de ello porque lo acompaño personalmente y estoy pendiente si toma o no la medicación. Ahora estaba más cariñoso y coqueto, y seguía tratando de conquistarme otra vez aún fuera su novia. 

Nathaniel se inclinó un poco hacía mí, clavando sus ojos azules a los míos con detenimiento, me miró con picardía y diversión, él seguía en su posición sin moverse, ninguno de los dos apartó la mirada del otro. Luego él se levantó y se paró en frente de mí, con su dedo índice tocó mi nariz y soltó una pequeña risa.

—Vamos, voy a admitir que eres buena y que me has dado una paliza—murmuró burlón—con una condición.

—¿Cuál?

—Quiero un beso.

—¿Esa es tu condición? —cuestioné arqueando una ceja.

Él frunció los labios y ladeó la cabeza como si estuviese pensando algo importante.

—Síp. —afirmó, una de sus tantas sonrisas coquetas se plasmó en su rostro.

—Eres malo, Nathaniel. —susurré entrecerrando los ojos.

—Ajá. —musitó. Acercó su rostro hasta el mío y besó mis labios, su toque era suave y lento, una de sus manos se posicionó sobre mi mejilla, con su pulgar dio varias caricias por esta y se separó un poco. —Te confesaré que eres la mejor jugadora de Mortal Kombat del mundo, solo porque me ha encantado el beso. —confesó con una pequeña sonrisa y volvió a besarme. 

Mis manos se fueron rápidamente hasta su cuello y profundicé el beso, él soltó un gruñido y me separé esbozando una sonrisa gustosa. —Pero ahora me toca a mí demostrarte que puedo ganarte. —advirtió.

—Hecho. —concluí y alcé mi mano. Nathaniel caminó hasta la consola y me miró. —No se vale elegir al mismo jugador de siempre. 

Me volví a acomodar en la cama y él luego de volver a iniciar el juego se sentó a mi lado. Esperamos a que cargara el juego y seleccionamos al jugador que queríamos utilizar, volvíamos a jugar y ambos dos gritándole a la pantalla.

—Que comience el juego. —sonrió burlonamente.

—Eres un asco en esto Nate. —murmuré entre risas.

—Cállate. —refunfuñó exaltado.

Aunque después de todo, Nathaniel me derrotó por primera vez en las horas que llevábamos allí, se puso alegre y comenzó a bailar mirándome con superioridad y sacarme la lengua de una forma infantil. 

I M A G I N E [LIBRO 1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora