38.

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Ten estaba hecho una furia, pero no más que Song que miró a todos aquellos con desaprobación.

Esas niñitas  junto con los chicos que ya deberían estar muertos. El mayor de los cuatro, golpeó con sus puños el escritorio, se sentía muy impotente y como sí tuviera el demonio encima, estaba furioso.

– ¡¿Cómo diablos esos niñatos pudieron escapar?! – bramó molesto, mientras tiraba en el suelo documentos al azar. – ¡Ustedes no tienen ni siquiera la puta capacidad de mantener a esas putas en una maldita habitación! – dos de ellos tragaron saliva, excepto Ten quien buscaba permanecer lo más sereno posible.

– No somos los culpables de que usted nos haya llamado. – Jeno intervino, mirándolo seriamente a los ojos, como sí no hubiera temor en él.

– ¿Ahora me hechas la culpa a mí escuincle? – sonrío entre dientes y asintió un poco la cabeza ganándose un fuerte zape del señor Song, que solo lo hizo sonreír.

–No te mato porque ahora mismo te necesito, escuincle de tercera. – Ten rodó los ojos, estaba harto de ellos dos, se estaban volviendo una puta molestia, por unos segundos se habían olvidado de lo importante, de encontrarlos.

–Recuérdense de que debemos buscar a esos chicos, sí no quieren que se salgan con la suya. – el tailandés recordó, mientras rodaba sus ojos y todos ponían sus ojos sobre él. – Presentía que esas hijas de perras iban a hacer algo así. – habló pensando. – Podemos observar las grabaciones de seguridad. – se acercó a la computadora y empezó a buscar filmaciones, nada, no había nada, golpeó la mesa con fuerza, las malditas eran astutas. – No hay nada. – bramó histérico.

– ¿Estás seguro? – él asintió con molestia.

–Debemos buscarlos, es la única opción... – habló Hendery. – ¡Ya! – cada uno buscó un arma y salió corriendo por distintos lugares.

Tenían más de cuarenta y cinco minutos en el establo, el olor era inmundo, fatal, pero debía aguantarse, aunque Doyoung solo se quejaba del olor y del sonido de los animales que estaban en ese lugar, solo hastiaba a la menor, que seguía mirando hacia la entrada.

–De esto depende tu vida, solo cállate. – sus nervios estaban a flote y se ponía muy grosera y cortante cuando estaba de esa manera.

–Le estás hablando así al amor de tu vida. – parecía drogado, el chico no captaba las cosas, era un chico inteligente, era como si no tuviera miedo, como si nada le importara.

– ¿No tienes miedo? – su tono de voz solo bajo un poco, mientras que fruncía el ceño.

–No. – su declaración hizo que Sunhee lo mirara por unos segundos, para luego quitar la mirada y se concentró en la entrada. – Porque tú estás conmigo, porque sé que vas a protegerme. – ella soltó un suspiro llena de ternura, él era todo un cursi, pero era ese cursi que la enamoraba con cada palabra súper acaramelada que le decía.

Un estruendo hizo que esa burbuja dulce se explotará e hizo exaltar un poco a Doyoung, ella observó... Hendery. Oh mierda no todo estaba saliendo bien, mejor dicho, nada estaba saliendo bien. Sacó una pistola de su bolsillo y la mantuvo en su mano.

Un silbido se escuchó, haciendo que Sunhee estuviera más que preparada para cualquier cosa que hiciera Hendery, Doyoung tragó saliva mientras veía al chico.

–Sunhee sé que estás aquí. – empezó a tirar las sillas de los caballos con fuerza, mientras que los caballos rebuznaban con fuerza. – No te escondas que te encontraré, sabes que siempre lo hago. – ella rodó los ojos, y lo siguió viendo sus acciones eran rápidas y sobresaltadas. – Sabes me encantó el beso que nos dimos hace poco. – miró a Doyoung de reojo que se veía rojo, ella negó con la cabeza, como diciéndole que se calmara y que no escuchara. Sin darse cuenta estaba muy cerca de ellos, así que dejó a Doyoung solo, y entró a otro lugar.

Protect Me ➳ Lee Taeyong [RESUBIDO]Where stories live. Discover now