Capítulo 35.

8.4K 624 76
                                    

NARRA DANIEL.

Camino lo más rápido posible por el enorme pasillo que me separa de su habitación. Abro la puerta descubriendo lo que está ocurriendo. Kendall llena de sangre que no deja de salirle de la nariz y la enfermera intentando cortarle la sangre desesperada.

YO: Dios mío.. Kendall.

Está aterrorizada, llora desconsolada y me suplica que haga algo para detener el sangrado.

KENDALL: Por favor. -suplica-

Con ayuda de la enfermera consigo detener el sangrado, nos cuesta bastante pero al fin conseguimos que su nariz deje de sangrar aunque lo que viene ahora es mucho peor, la debilidad de Kendall me preocupa.

YO: Déjame ver tus pupilas.
KENDALL: No me siento bien, siento mucha fatiga.
YO: Te vamos a hacer una pequeña transfusión de sangre ¿Vale? Pero no te preocupes, todo seguirá bien.

Cierra los ojos agotada.

YO: La sangre por favor.

Lucía va en busca de la sangre y de todo lo necesario para hacerle una transfusión.

KENDALL: ¿Qué me ha pasado? -Pregunta sin abrir los ojos- Aun me da vueltas la habitación.
YO: Estoy seguro de que tienes las plaquetas bajas pero lo que me preocupa es la hemorragia que acabas de tener, no me gusta nada.
KENDALL: Supongo que es lo que me toca.

Su debilidad cada vez es más evidente, lo que me lleva a meter mucha más prisa a la enfermera.

YO: ¡Necesito la sangre ya!

El no recibir respuesta acaba preocupándome y sigo insistiendo hasta que alguien me atiende.

ENFERMERO: Tenemos un problema, no nos queda AB negativo.
KENDALL: ¿Qué ocurre?
YO: Nada, no te preocupes, enseguida vuelvo.

Salgo fuera tras dejar un beso sobre su frente.

ENFERMERO: ¿Qué vamos a hacer?
YO: Yo donaré.
ENFERMERO: ¿Qué?
YO: Si.
ENFERMERA: ¿De verdad necesita la sangre con tanta urgencia? Ha sido solo un sangrado.
YO: Ha tenido una hemorragia, ha perdido mucha sangre, Lucía estaba allí y lo ha visto como yo, no dejaba de sangrar, ha estado casi diez minutos con un sangrado excesivo.
ENFERMERA: Entonces no perdamos más tiempo.

NARRA KENDALL.

Me inyectan suero para mantenerme estable pero yo me siento bastante mal, bastante peor de lo que me he sentido hace un momento solo que sin sangrado.

ENFERMERO: Hey, tranquila.
YO: Quiero saber que pasa.
ENFERMERO: El doctor va a donar sangre para tu transfusión.
YO: ¿Él?
ENFERMERO: Si, al parecer es compatible con tu tipo de sangre.

YO: ¿Puedes pasarme el teléfono?

Él me lo entrega. Me es imposible si quiera mirarlo por un tiempo mayor de dos minutos por un intenso dolor de cabeza.

YO: ¿Por qué me duele tanto la cabeza?
ENFERMERO: Porque está débil.

Al cabo de un largo rato entran dos enfermeras acompañadas por Daniel que por el algodón en su brazo se nota que acaba de terminar de donar sangre.

DANIEL: ¿Cómo te sientes?
YO: Cansada.
DANIEL: ¿Ha sangrado? -Pregunta con tono de preocupación-
ENFERMERO: Afortunadamente no.

DANIEL: Bien, vamos a comenzar ¿Vale?

Cierro los ojos para evitar ver la sangre.

YO: Estoy lista.

Siento el pinchazo y seguido siento como entrelaza su mano con la mía.

DANIEL: Te pondrás mejor. -Me susurra-
YO: Duele un poco.
DANIEL: Tranquila, solo un poco más.

Le quiero, le quiero precisamente por esto, por estar a mi lado no solo por ser mi doctor, si no estar porque realmente le preocupa mi salud, demostrándome así que no me tiene ninguna lástima.

Siento como besa mis nudillos, aquí, enfrente de no sé cuántos enfermeros y sin cortarse un pelo.

DANIEL: ¿Bien? -Susurra-
YO: Si. -Susurro-

Abro los ojos, me hace sentir segura, fuerte e invencible, hace que sienta que ni siquiera la enfermedad puede vencerme. Se ha convertido en mi soporte, en la pequeña luz al final del túnel negro en el que he vivido durante meses.

NARRA DANIEL.

Acabamos la transfusión y me quedo haciéndole compañía, observándola mientras duerme y asegurándome de que tiene una mejoría.

Recibo una llamada de Jesús y me aparto para hablar con él.

LLAMADA TELEFÓNICA.

YO: Siento no haberte respondido antes, he tenido una urgencia.
JESÚS: Rosanna ha cogido sus cosas y se ha ido.
YO: ¿Dónde?
JESÚS: No lo sé, tiene dinero para irse a un hotel pero no conoce los lugares.

Suelto un suspiro.

YO: Esta chica va a acabar conmigo.
JESÚS: ¿Te ha encontrado besándote con Kendall? -Pregunta-
YO: Ha surgido ¿Y cómo iba a saber yo qué venía? Pensaba que no permitían entrar a nadie.
JESÚS: ¿Habéis empezado una relación?

Su pregunta me hace mirar a Kendall automáticamente y suspirar lleno de tristeza.

YO: No.
JESÚS: Pero te estás enamorando de ella ¿Por qué no arriesgas?
YO: Porque estoy aterrorizado hermano, se que estoy sintiendo cosas muy fuertes por ella, cosas que quizás nunca he sentido o no como las estoy sintiendo con ella pero no sabes lo asustado que estoy. -Confieso apoyándome de espaldas a la puerta-
JESÚS: Se que estás asustado, también sé que la edad te frena ¿Pero quién ha conseguido mandar en su corazón? Dime.
YO: Le dije que la quería.
JESÚS: La quieres, admítelo y deja de hacerte el duro. -Insiste, cierro los ojos e inclino la cabeza-

¿Cómo admitir algo qué en mi vida solo he dicho una vez y ha sido precisamente a la persona que me hace sentir este miedo infinito que no disminuye?

YO: Para.
JESÚS: Rosanna te frenaba, ahora nada te frena.
YO: Existen dos razones por las que quiero frenar.
JESÚS: ¿Cuáles?

Trago saliva, vuelvo a mirarla para asegurarme de que esta dormida y entro en el baño para más privacidad.

YO: Le saco ocho años.
JESÚS: ¿Y qué?
YO: ¿Cómo qué y qué? Que no debería fijarme en una chica tan menor.
JESÚS: Te aporta más que cualquier mujer con la que has estado.
YO: Pero -Me corta la palabra-
JESÚS: Y te hace feliz, sumamente feliz.
YO: Si.

Me siento en la tapa del retrete, saco las fotografías y las observo triste.

JESÚS: ¿Cuál la segunda razón? -Pregunta y llevo la mano hasta mi barbilla-
YO: La enfermedad avanza a pasos agigantados y no estoy preparado para perderla. -Confieso con la voz rota-

Hasta el último suspiro. ®Where stories live. Discover now