Capítulo 103.

7.2K 499 49
                                    

NARRA DANIEL.

Debería estar enfadado con ella. Me ha mentido y ha estado intentando ocultarme lo que le estaba pasando ¿Pero cómo hacerlo? Se porqué ha querido ocultármelo, tenía miedo, de que todo volviera por segunda vez.

YO: Ven aquí.

Vuelve a sentarse. Se tumba en el sofá y deja la cabeza sobre mis piernas.

KENDALL: Cuando me he mareado he sentido que todo volvía.. -Confiesa y el miedo en su voz es notable-
YO: No tengas miedo -Susurro- Sabes que si fuera por mi te llevaría al hospital en este momento.

Niega con la cabeza. Coge mi mano y la aprieta contra su pecho.

KENDALL: No quiero volver.
YO: Solo quiero asegurarme de que estás bien.
KENDALL: Solo unas semanas, permíteme ser feliz unas semanas.
YO: No tiene que ser así, seguro que no tienes nada más que unos efectos secundarios.
KENDALL: No quiero arriesgarme. Quiero estar contigo -Me mira- solo contigo.

Le doy un beso. Siento que todo esto sea así, que el miedo nunca desaparezca y que su único pensamiento sea vivir antes de morirse.

YO: ¿Aun quieres ir al restaurante?
KENDALL: Si, claro que quiero. Me arreglaré en este momento.
YO: ¿Seguro qué estás bien?
KENDALL: Me siento mejor, me tomo una pastilla por precaución y no tendremos de qué preocuparnos.
YO: Esta bien, he pensando en llevarte a un lugar cuando salgamos de cenar.
KENDALL: ¿Dónde?
YO: No será un viaje corto -Sonríe- pero ya está todo preparado.
KENDALL: ¿Desde cuando?
YO: Desde hace una semana.

Se sienta encima de mí pasando un pie a cada lado y me rodea con los brazos. Acerca sus labios a los míos haciéndome sentir su respiración agitada ¿Cómo puedo pretender enfadarme si ni siquiera puedo negarle nada?

KENDALL: Gracias.
YO: ¿Por qué?
KENDALL: Por no odiarme.
YO: No puedo odiarte aunque quisiera.
KENDALL: Pero te he mentido, casi me desmayo y prefería hacerlo antes de contártelo, sabía que te pondrías en plan doctor mandón y arrogante.
YO: Solo quiero que estes bien, tu salud es lo que más me importa.
KENDALL: ¿Sabes? A veces me siento como Hazel Grace en bajo la misma estrella.
YO: ¿Por qué?
KENDALL: Porque soy una granada, me siento así, siento que explotaré por algún sitio y haré daño a las personas que quiero.
YO: Me leí ese libro una vez. -Sonríe-
KENDALL: Quiero vivir, quiero hacerlo aunque después me pudra en una cama de hospital hasta el último suspiro.

No quiero ni pensarlo. Nota mi incomodidad y se pone en pie.

KENDALL: Voy a arreglarme ¡Y tú! Deberías hacer lo mismo.
YO: A sus órdenes.

La observo hasta que llega a nuestra habitación. Me quedo pensativo. Todo esto me ha llevado a pensar que la vida es muy corta como para perder el tiempo en tonterías, ya no soy un crío, ya no quiero sentir que la vida me falta para hacer todo lo que quiero hacer.

Me levanto. Entro sigilosamente en la habitación y la observo desde la puerta como se cambia de ropa unas cinco veces.

KENDALL: No está bien espiar.
YO: Créeme, desde mi punto de vista si.
KENDALL: ¿Te gusta este? -Pregunta- Creo que es elegante pero tampoco en exceso.
YO: Creo que eres la novia más sexy del mundo.
KENDALL: ¿Lo dices para convencerme?
YO: Lo digo porque así te veo.

Se sonroja.

KENDALL: ¿Qué pañuelo te gusta más?

Me acerco a ella. La abrazo por la espalda notando la fina y suave seda del vestido.

YO: Me gustas más sin pañuelo.
KENDALL: Enserio.
YO: Te lo estoy diciendo muy enserio.
KENDALL: Pero todo el mundo me mirará y yo me sentiré.. incómoda.
YO: No digas tonterías.

NARRA KENDALL.

Me convence para salir sin pañuelo. No me habría atrevido si no es por él.
•••
Llegamos a un restaurante lujoso donde los vestidos de las señoras que entran valen más que nuestro apartamento.

YO: ¿Estas loco? Te costará mucho dinero.
DANIEL: Tengo dinero, en Inglaterra trabajé muy duro en mis tiempos libres y no te preocupes por el dinero.
YO: Deberías habérmelo dicho, quizás yo podría haber pagado algo o.. -Dejo de hablar porque él no para de reír- ¿Qué te hace tanta gracia?
DANIEL: Eres monisima.
YO: ¡Para!

Me estira de los mofletes. Aparto la cara y rio.

DANIEL: Vamos, por un día no pasa nada.
YO: Pero mira que vestidos, valen más que nuestro pequeño apartamento.
DANIEL: ¡Exagerada!
YO: ¡Lo digo muy enserio!

Nos sentamos. Nos traen la carta y tardamos unos minutos en elegir qué queremos comer.

DANIEL: Puedes elegir marisco.
YO: Mm.. hace mucho que no como en condiciones, la comida del hospital.. no está muy buena.
DANIEL: Ahora tienes la oportunidad de comer lo que quieras y yo.. ya tengo elegido mi plato.
YO: Déjame ver.
DANIEL: De eso nada, no permitiré que elijas lo mismo que yo solo por el dinero que pueda valer el plato —Frunzo el ceño- elige.

Miro la carta indecisa hasta que me decido por algo ligero, aunque hasta lo ligero vale caro.

YO: Esta bien, decidido.

El camarero toma nota. Le sirven un poco de champán y a mi un poco de agua.

DANIEL: No pienso hacer un brindis con agua pero -Sonríe-

Llama al camarero, este sirve champán en otro vaso y rio.

YO: ¿Enserio?
DANIEL: Si pero no podrás beber.
YO: No lo sabía -Digo irónicamente-

DANIEL: Brindemos por nosotros. Por lo nuestro. Por todas las batallas que has vencido y porque nunca te rendiste.
YO: También por ti. Por estar a mi lado, quererme y cuidarme como nadie.
DANIEL: Te amo.
YO: Yo también te amo.

Nos sirven la cena. Hablamos de todo, de nosotros, nuestros padres, nuestra comida favorita, nuestros sueños.. la conversación fruye.

DANIEL: ¿Te acuerdas nuestra primera conversación?
YO: ¿Cómo olvidarla? Dije pis.
DANIEL: Si, pis -Se burla de mi- ¿Cómo olvidarlo?
YO: Enserio, que vergüenza, para.
DANIEL: Todos los días tenía una chocolatina preparada para ti.
YO: Me encantaba que me regalaras chocolatinas.
DANIEL: Contigo me sentía un adolescente.
YO: Recuerdo cuando me echaste la charla por mi rebeldía. Dijiste que serías como un hermano mayor, pesado y estricto.
DANIEL: Perdona, pesado y estricto lo pensaste tú. -Rio-
YO: Cierto pero lo eras.
DANIEL: Eras una desobediente, escapabas cuando tenías la oportunidad.
YO: Quería sentirme libre, libre otra vez.

DANIEL: La primera vez que vi y temí tu carácter fue cuando le lanzaste a Mark las flores en la cara, una y otra vez.
YO: Mark quería volver conmigo, reparar su error, a mi ya no me gustaba.
DANIEL: Tenías a otra persona en mente.

YO: A ti.

DANIEL: Supe que te quería el día que nos fuimos al parque de atracciones, supe que estaba volviéndome loco.
YO: Arriesgabas tu trabajo por mi.
DANIEL: Me daba igual ¿No te he dicho qué me estaba volviendo loco?

Me hace reír. Él me mira fijamente y yo me pongo tan nerviosa como la primera vez.

YO: ¿Qué? ¿Qué me miras?
DANIEL: Nada.
YO: ¡Dímelo! ¿Me he manchado y te estás burlando de mi?
DANIEL: Te miro porque eres preciosa y porque estoy profundamente enamorado de ti.

Hasta el último suspiro. ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora