Capítulo 18

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Llevamos caminando más de dos horas y aun no encontramos al siguiente guía, llegamos a un enorme espacio cubierto de césped y unas cuantas sillas.

—Mar, te parece si descansamos —menciona Liam con un gesto de agotamiento —, después de todo nos queda mucho tiempo.

—Está bien —digo aliviada porque también me sentía cansada.

Tomamos asiento y procedo a sacar los sándwiches que mi mamá me ayudo a preparar y una funda con varios bombones de chocolate.

—Mira, Mar mientras estaba en el supermercado he encontrado esto —saca una funda enorme de malvaviscos —. ¿Te gustan?

—Por supuesto son mis favoritos —, una enorme sonrisa se forma en mi rostro.

Entrego a Liam su sándwich y el me da un refresco de naranja perfecto para acompañar. Me incomoda un poco el comer enfrente de alguien que nos sea mi familia o mi amiga Alexa así que evito hacer contacto visual.

— ¡Esta delicioso!, ¿tú lo preparaste? —pregunta con algo de brillo en su mirada lo que provoca cierta intimidación en mí.

—Tuve algo de ayuda —confieso a la vez que sonrío tímidamente.

No tardamos tanto y continuamos con la caminata después de una media hora encontramos al siguiente guía.

—Felicidades han llegado al final de este sendero, el refugio queda a unos cuarenta y cinco minutos más, a partir de aquí tengan cuidado con los matorrales a las orillas del sendero ya que pueden haber especies que les pueden lastimar, gracias por su visita.

Seguimos las indicaciones del guía, sin embargo a unos cuanto metros una fuerte ventisca nos sorprendio  y me arrebató la gorra que llevaba puesta, al voltear a ver cayó a unos cuantos pasos fuera del sendero entre los matorrales.

—Yo voy por ella —sugiera Liam seguro, sin embargo no se lo permito.

—No, yo voy —digo en un tono serio, no me gusta molestar a alguien cuando tengo algún problema.

—Ten cuidado —aconseja.

Camino lentamente entre los matorrales, el suelo es estable y no observo algo que pueda ser un peligro cuando estoy a unos cortos pasos de obtener mi gorra me apresuro sin tener cuidado y siento que algo se me impregna en mi pierna un poco más arriba de mi tobillo, al mirar noto que una planta en forma circular con varias espinas a su alrededor parecidas a la de un puerco espín estaba aferrado a mí.

— ¡Estas bien! —exclama Liam con gran preocupación.

—Sí, no es nada —intento mantener la calma aunque el dolor es considerable, enseguida observo que él viene hacia mi rápidamente.

—Por supuesto que no estás bien, vamos —reprende algo molesto y me toma entre sus brazos y rápidamente alcanzo a tomar mi gorra.

— ¿Qué haces? —reclamo ante su acción premeditada.

—Te saco de aquí —contesta a la defensiva.

Al salir de los matorrales me sienta sobre el sendero y toma su suéter para sacar con mucho cuidado lo que llevo impregnado en mi pierna, siento un ligero ardor pero prefiero no observar. Liam deja esa extraña planta a unos cuantos metros de nosotros y regresa para sentarse enfrente de mí y sujeta mi pierna para ver mi herida.

— ¡No!, estoy bien —impido que suba mi pantalón.

—Debo ver si te lastimo, puede infectarse y será peor —explica y accedo, al alzar mi pantalón a la altura de la herida observo que efectivamente estoy sangrando, Liam me mira con exasperación y yo desvió mi vista; si, tenía razón no estaba bien pero no quería preocuparlo.

Rápidamente saca una botella de agua y limpia mi herida, arde un poco pero intento no hacer gestos de dolor. Mientras intento controlar el dolor veo que Liam saca una tijera y empieza a cortar su suéter inmediatamente lo detengo.

— ¡Espera!, ¿qué haces?

—Debemos parar el sangrado —, continua cortando.

—Está bien, pero al menos toma el mío —le extiendo la chompa de mi uniforme.

—El mío no es del uniforme, está bien —sonríe, y finalmente cubre mi herida.

Liam guarda todo en su maleta y me ayuda a ponerme de pie, comienzo a caminar con dificultad e inesperadamente él se agacha enfrente de mí.

—Vamos, te llevo —sugiere.

—No, yo sí puedo —lo evado y continuo caminando.

—Entonces, quieres que te lleve en mis brazos—, lo volteo a ver y se aproxima decidido pero antes de que lo haga me rindo.

— ¡Esta bien, está bien! —nuevamente se agacha y subo en su espalda, rodeo su cuello con mis brazos e intento controlar mi respiración y ritmo cardiaco aunque después de todo me siento algo débil.

Sucede que cuando me encuentro enferma o con alguna herida mi mente solo se centra en ese dolor y es cuando mis síntomas de ansiedad desaparecen por completo.

Tú, mi ansiedad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora