Capítulo 39

46 0 0
                                    

Reviso todo lo que está en las bolsas que dejó el primo de Liam, hay carne, salchichas, papas y verduras para preparar una ensalada. Definitivamente no soy buena cocinando, por un momento quería esperar a que Alex y Austin vengan, y rogarle a Alex que me ayude ya que ella cocina muy bien; sin embargo, Liam viene y comenta.

—¡Vaya, así que prepararemos un asado! —Dice convencido de poder hacerlo.

—Claro... —Respondo dudosa y en un susurro.

—Bien Mar empecemos. —Me voltea a ver para sonreírme y procede a lavarse las manos y colocarse un delantal, en primer lugar, toma la carne y comienza a realizar cortes en proporciones iguales, luego coloca varios condimentos y especies.

Me sorprende mucho el ver esta faceta de Liam. Pero tampoco me puedo quedar con los brazos cruzados.

—¿Te puedo ayudar en algo? —Me acerco sigilosamente, y lo sugiero.

— Por supuesto Mar, ayúdame a prender el carbón.

—¿El carbón? Claro... claro yo lo hago —Menciono con una seguridad desconfiable. Jamás en mi vida he podido prender el carbón, mi mamá siempre me ha regañado porque se me es muy difícil. Pero quiero intentarlo por milésima ocasión.

Recuerdo la técnica con la que mi mamá logra encender el carbón, así que salgo en busca de algunas ramas secas, las coloco en la parrilla y las enciendo. Hasta este momento todo bien, ahora comienzo a poner carbón por carbón, pero el fuego se debilita, comienzo a soplar, pero no lo consigo, la llama se extingue. En esta ocasión voy en busca de más ramas gruesas y finas. Ahora nuevamente lo enciendo, primero las ramas finas y empiezo agregando las ramas más gruesas, solo ruego porque se enciendan.

—¿Cómo vas? —Mi corazón late rápidamente, al escuchar sorpresivamente la voz de Liam.

—Todo bien, no te preocupes... tu sigue con lo que estabas haciendo —le digo, tratando de ocultar una de mis debilidades.

—Está bien, llámame si necesitas ayuda —, se aleja con una tierna sonrisa y continuo con mi lucha.

¡Al fin encendió!, ahora si comienzo colocando el carbón y continuó soplando para que se enciendan. El calor de la llama no beneficia a mi apariencia, he comenzado a transpirar y mis mejillas arden. Pero no le di la mayor importancia, ya que había logrado algo que pensé que jamás lo haría. Trato de limpiar el sudor de mi frente con la palma de la mano olvidando que esta estaba sucia por el carbón.

—¡Liam!, ya está listo puedes traer la carne para asarla —vocifero.

—Enseguida la llevo —, esparzo el carbón por toda la superficie de la parrilla y coloco la rejilla. El calor es fuerte, pero soportable.

Finalmente viene Liam y coloca la carne y las salchichas en la parrilla.

—¡Hey! ¿Ya está listo? —Es la voz de Alex, quien viene junto a Austin con una enorme sonrisa.

—Lo estaría si nos ayudaras —aconsejo con una expresión de súplica.

—Por mí no hay problema, yo ayudo en la parrilla —, menciona Austin tan gentilmente.

—Buena idea, Alex encárgate de eso junto con Austin para que Mar me ayude a preparar la ensalada y las papas.

—Mmh... porque siento que esto fue planeado —Alex mira con una expresión de desconfianza a Liam.

—De que hablas Alex, vamos ayúdame —, interviene Austin y la convence de ayudarlo.

—Vamos Mar, ayúdame con lo que mencione —. Asiento y voy tras él.

—Bien Mar ayúdame... —mira alrededor del mesón buscando con lo que podría ayudarlo. —¿Quiere pelar las papas?

—Si, está bien —accedo rápidamente, por suerte eso si lo sé hacer.

Me coloco justo al lado de él y comienzo con mi tarea.

—Por cierto, te ves linda con esa mancha de carbón en tu frente, — confiesa mientras continúa cortando las verduras.

—¡¿Qué?! — exclamo y enseguida intento limpiar mi frente con mi mano —¿Ya se me quito?

Simplemente ríe —Espera.

Liam, va hacia su maleta y saca un pañuelo.

—Listo, déjame limpiarlo por ti, —comienza a acercarse para pasar su pañuelo por mi frente, pero lo detengo.

—No hay problema, yo puedo hacerlo —le quito el pañuelo y me retiro del lugar —Enseguida vuelvo, —informo.

Por un segundo, había olvidado mi aspecto, no solamente era la mancha de carbón sobre mi rostro si no también el rojo de mis mejillas y el sudor de mi frente. Decidí ir a lavar mi rostro y luego quedarme por un instante en un lugar donde no estuvieran tantas personas, un lugar donde me sintiera cómoda para que el calor de mi cuerpo disminuya. Al fin encontré una banca en un sendero tranquilo, tomé asiento y a lo lejos pude observar a una familia disfrutando de un picnic.

Era afortunada de disfrutar de una refrescante brisa y de la sombra de los árboles a mi alrededor. En estos momentos lo único que quisiera es poder recostarme sobre el pasto y mirar el hermoso cielo azul, pero a la vez mis pensamientos obsesivos de temor a que alguien me vea y piense que estoy loca bloquean cualquier posibilidad. Suena ridículo, lo sé más que nadie. El luchar con estos pensamientos es tonto para muchos, pero para mí esto me ha hecho aislarme del mundo, limitarme a conocer lugares, evitar disfrutar de la compañía de personas que te quieren. Me gustaría mucho que fuese diferente, dejar de pensar de esa manera, simplemente hacer lo que quieres y lo que sueñas.

Es una enfermedad, claro que lo es, es silenciosa, solitaria y pocos pueden entenderla.

—¡Al fin te encuentro! —volteo a ver a Liam, tratando de recuperar el aliento a unos cuantos metros de mí. Me detengo a observarlo. Hay alguien junto a mí. Él sabe mi secreto. Él quiere ayudarme a sanar.

—¿Cómo me encontraste? —pregunto serena.

—No fue difícil, sabía que buscarías un lugar así. Después de todo va contigo.

—¿A qué te refieres? —inquiero confundida.

—Es un lugar tranquilo y hermoso, igual a ti —confiesa con una sonrisa plenamente auténtica.

Esta persona también es mi lugar de calma y confort. Nos quedamos en silencio un tiempo más, un silencio cómodo y dichoso por su compañía.

Tú, mi ansiedad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora