Capítulo 2: Chica caramelo

2.2K 182 11
                                    

Avisen cuando falten capítulos hijas de la Macarena 👁👄👁

Hayden cerró sus ojos un momento, estaba cansado y contracturado. El viaje había sido horrorosamente largo y tedioso. No sabía que una mujer pudiese hablar de tantas cosas durante ocho horas seguidas.
Sus impecables modales le habían impedido decirle a la mujer que guardara silencio, se había mantenido interesado teniendo que seguir el hilo de las conversaciones por obligación. Él, que era un hombre de pocas palabras.

—¿Seung...?

Abrió sus ojos mirando su reflejo en el gran ventanal, sin contemplar las impresionantes vistas de la noche neoyorkina, demasiado acostumbrado a ellas. La mujer seguía insistiendo en llamarlo por su nombre coreano.

—¿Si? —Dijo él mirándola de reojo girando su cabeza hacia un costado.

Ella por supuesto lucía impecable a pesar de acabar de bajarse de un avión. La mujer le sonrió dulcemente en lo que él pensó era una sonrisa muy ensallada y estiró su mano hacia él.

—¿Nos vamos? —Sonrió aún más achinando sus ojos.

—Claro.

Él caminó hasta ella acomodándose su blazer, tomando su mano, sintiendo cadenas pesadas cerrar sus muñecas.

—¿Sabes Seung? Me gustaría ir a ese restaurante de sushi nuevo... ¿Crees que puedas conseguir una mesa?

Lo dijo en un tono casual, sonriendo mientras salían del dúplex, él asintió cerrando la puerta tras de si. Por supuesto ella quería ir al lugar más caro de Manhattan.

Miró su reloj, llevaba veinticuatro horas sin dormir.

Ella sonrió complacida y mientras esperaban que el ascensor llegará, se colocó de puntillas en sus altos tacones, besando sus labios en un casto beso helado.

—Eres perfecto Seung.

Él no contestó.

Estaba nublado cuando Hayden despertó al día siguiente, el cielo estaba casi negro, amenazando con lanzar una gran tormenta.

Odiaba cuando eso pasaba, el tráfico se paraba y la gente parecía no saber conducir con lluvia. La gente perdía la paciencia, irritada por tener que mojarse y las personas se volvían más maleducadas que de costumbre.

Se levantó, tomando sus gafas cuadradas y anticuadas de color plateado, mientras se dirigía al baño. Su pijama de seda azul marino quedó en el suelo mientras por el hilo musical de la casa comenzaba a sonar las primeras noticias de la mañana, su teléfono no comenzaría a sonar hasta dentro de dos horas. Esas dos horas, eran suyas por completo.

Hayden, era un hombre de rutina. Despertaba a las cinco, se daba una ducha rápida de agua fría para desperezarse y luego iba al gimnasio (en la primera planta que siempre estaba abierto) hacía su rutina de una hora y volvía a su piso para volverse a duchar, desayunar y prepararse para esperar su coche privado a las ocho en el hall del edificio.

Era  sagrado, eran sus únicas horas en el día en las que podía estar completamente solo y consciente para simplemente, escuchar música y ejercitarse.

El resto de las horas las dedicaba a trabajar y a interactuar en su vida social obligada.

Hayden, era un hombre racional y reservado y a menudo se lo confundían con alguien frío y distante. No era bueno haciendo amigos y mucho menos, amigos por conveniencia. De esos tenía un montón o mejor dicho, ellos creían que lo tenían a él.

Skinny love ♡Where stories live. Discover now