Capítulo quince: el principio de un no se qué

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-N-No...

Hayden miró a su asistente un largo momento recuperando su cordura soltándola de golpe.

Ann se apartó sonriendo nerviosa.

-Hayden eres mi jefe, ¿recuerdas? Soy tu asistente... ¿Recuerdas por qué me contraste...? Nosotros...

-¿Lo ves? Tú no sientes nada por mí ni yo por ti Angélica... Asi que calmate, esto sólo es una salida por un interés en común...

Ella asintió lamiendo sus labios y luego sonrió nerviosa.

-¿Estabas bromeando? Dios nunca más hagas algo así,  casi me da un jodido infarto.

Él sonrió de medio lado sintiéndose aliviado.

-Entonces, ¿te gustaría cenar aún?

Ann colocó un mechón detrás de su oreja.

-Lo lamento... Creo que todo se sintió confuso allí dentro... Me gustaría irme a casa.

Hayden asintió cuadrando sus hombros mientras comenzaban a caminar hacia el coche, ¿qué carajos había sido eso? ¿Estaba loco de remate? Ella era una extranjera y era su asistente... Un límite le pedía a su autora. Estaba jodidamente perdiendo los papeles.

Él la miró alzando una ceja mientras habría la puerta para ella, le gustaba pasar tiempo con su asistente, no de una forma romántica  y tampoco profesional... Le agradaban sus chistes y que siempre fuera tan auténtica y dijera lo primero que pensara... Jamás se sentía cómodo en presencia de una mujer.

Hayden arrancó mirándola de reojo por un momento. El ambiente se sentía tenso.

⛩⛩⛩

Miré la ciudad mientras Hayden conducía.  Si cuerpo delgado se había sentido caliente al pegarse al mío,  ¿desde cuándo sus manos eran tan grandes? Él era tan alto... Me sentía pequeña a su alrededor, eso era una novedad.

-¿Hayden? Yo siento todo lo que dije antes... Realmente no sé porqué dije tantas tonterías juntas...

Él aún miraba al frente,  su mentón cuadrado tenía una leve sombra de barba, ¿cómo se vería sin afeitar?

¿Qué?

-No pasa nada -murmuró él sonriendo de medio lado.

¿Tenía un oyuelo?  Nunca se lo había visto...

-¿Me vas a despedir?

-Claro que no Angélica,  eres muy buena en tu trabajo.

Lo miré sorprendida y junté mis manos nerviosas.

-¿En serio lo crees?

-Claro que sí,  eres obsesiva con tu trabajo y siempre das lo mejor. Además tienes un encanto natural con la gente y mucha paciencia... Yo, no podría ser tan cordial y sonreír a la vez. 

Era joven, incluso vestido de esa forma tan estirada se sentía un alma joven que había luchado mucho por tener todo lo que tenía.

-Nunca fui bueno en esto de las relaciones sociales... Siempre estaba leyendo, mientras los demás se divertían. Nunca supe encajar en grupos, supongo que por eso soy mi jefe.

-¿Tus padres eran muy estrictos?

¿Qué?  ¿Ahora era la maldita psicóloga de mi jefe?

-En Corea la vida es de una forma... Distinta. Todo tiene un porqué, incluso tener hijos es una declaración de algo. Mis padres saben cómo hacer más dinero pero nunca fueron buenos en la crianza de sus hijos... Supongo que estaban ocupados creando su reputación de empresarios.

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