Capítulo veintiseis: el beso de meses después

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 La ley de hielo no estaba funcionando.

—Come.

Una hora más tarde estaba sentada sobre el  sofá de terciopelo mirando por el ventanal hacia el Central Park, de nuevo en el departamento de Hayden. Él estaba sentando en frente de mí mientras desenvolvía otra bolsa de comida chatarra pero con un olor tentador.

—No tengo hambre —me sentí orgullosa de mi determinación y baile interiormente.

—Me da igual si lo tienes o no, come. La comida te hará sentir mejor, llevas más de seis horas sin comer algo decente.

Suspiré, él tenía razón. Fingí no tener demasiado interés en la comida mientras tomaba entre mis manos una hamburguesa triple, fallé estrepitosamente al emitir un mini orgasmo ante su sabor. Él deslizó por la mesa un vaso grande y frío de Coca Cola mientras me miraba sonriendo de medio lado, se acomodó en el sofá mirando hacia Central Park. Estábamos en silencio, en un silencio cómodo.

Hayden no siendo cheque era otra cosa, usaba ropa holgada no anticuada, y caminaba descalzo la mayoría del tiempo por el departamento, hablaba en voz suave y no dura, además su cara lucía más relajada y sonreía de vez en cuando. Además había descubierto que le gustaba tener el control de casi todo, que era cabezota y que sabía cuidar los pequeños detalles o recordarlos. Algo raro en un hombre.

Pero también era un jefe duro, estricto y frío en su mayoría. Era cómo un gran volcán y iceberg a la vez. Emociones extrañas se arremolinaban en mi interior.

Nunca me había sentido cómoda en la casa de un hombre, no olían bien, estaba todo desordenado y en su mayoría era incómodo interactuar el día después. Y no es cómo si hubiese tenido poco sexo, había tenido mucho sexo desde los diecisiete años con el idiota de David, un jugador de fútbol de mi secundaria.

Me había enamorado fácil siendo adolescente pero siendo adulta estaba lista para orgasmos y nada más,  había intentado tener un novio desde los quince pero eso no estaba hecho para mí, no tenía paciencia para aguantar a nadie más que no fuera yo misma. Odiaba el control o los celos, y con el tiempo el sexo se volvía aburrido con la misma persona. Así que me había dedicado a saltar de cama en cama cómo una pulga durante los últimos años. Evitando justamente algo justamente duradero. Me gustaba amarme a mí misma.

¿Estaba cansada de eso? Tragué mi trozo de hamburguesa pensativa.

—¿Angélica?

—¿Si? —Salí de mi ensoñación mirándole mientras tomaba un poco de Coca Cola.

—Estaba pensando en cancelar mis próximos viajes a Corea.

—¿Pasa algo? ¿Te sientes bien?

Me puse en alerta dejando a un lado mi comida.

—Sólo me gustaría pasar un tiempo en Nueva York... Además tengo varios eventos a los que asistir y me gustaría fueras conmigo en calidad de asistente.

Lo miré un momento, se veía serio mientras miraba hacia la ventana comiendo sin más. Un maldito libro cerrado.

—¿Eventos de que tipo...?

—Reuniones en su mayoría con potenciales clientes, en su mayoría estadounidenses y europeos y algún evento del tipo festivo.

—Claro, está bien...

—También me gustaría empieces un curso de coreano acelerado.

—¿Qué?

—Por si llegamos a viajar a Corea necesito viajes conmigo.

Skinny love ♡Where stories live. Discover now