Capítulo diecisiete 1/2: los fabulosos 27

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Los meses pasaron, mientras Nuev York traía consigo el frío invierno, mi cumpleaños llegó más rápido de lo que quería, soplé las velas tan rápido cómo vi el borroso 27 burlándose de mí.

Diciembre llegó y para ese entonces ya había tenido 5 matchs en tinder que había disfrutado por completo y me habían dado los grandes O que le hacían falta a mi ajetreada vida cómo esclava de mi jefe el ogro Kyiognam...

Amaba esas cita a ciegas, pero quizás era que veía a Stefy saliendo con el señor dios griego o a Bibi escabullandose a altas horas de la noche a ver a ese guapo actor... Pero empecé a pensar que quizás necesitaba algo más fijo y estable en mi vida.

Pero cómo mis planes de ser más saludable y menos perezosa, ese pensamiento duró 2 segundos en mi mente.

Altos, morenos y rellenitos eran mi tipo, no podía simplemente pensar en establecerse con tantos hombres guapos a mi alrededor. Nuestra vida seguía siendo llena de excesos, por todos lados, cambié las fiestas de la oficina por los bares latinos con tragos de tequila de por medio.

Año nuevo fue tan amargo cómo la resaca del día siguiente con Stefy cortando con el dios griego y a Bibi enterándose por la prensa que su polvo mensual estaba mudándose a Italia por los próximos 9 meses...

Adiós a los propósitos de año nuevo.

En algún punto, perdimos el control de la situación, saliendo jueves, viernes, sábado y domingos.

Los vómitos post resaca en el gran baño impoluto de la oficina se convirtieron en una rutina.

Y en este punto permíteme ponerme cliché, pero cuánto más salíamos... Más vacía me sentía.

Cómo si algo me estuviera faltando...

¿Pero el qué?

Tenía un buen sueldo, comida, un hermoso departamento, a mis mejores amigos y Netflix... ¿Qué más le podía pedir a la vida?

Poco a poco Stefy cambió su estilo y sus vestidos fueron cambiando por trajes y bolsos repletos de libros, consiguió su primer empleo cómo abogada y empezamos a ser sólo dos en nuestras salidas. Tampoco sonreía demasiado... Bibi seguía concediendo entrevistas y acostándose con tantos penes cómo estrellas tiene la bandera pero definitivamente algo andaba mal.

Y entonces estoy aquí, sentada frente al escritorio de Hayden con su mirada penetrante y fría.

Durante estos meses, he pasado a un segundo plano desde la llegada de su asistente coreana que había estado ayudándole en su viaje. Ella prácticamente era cómo su sombra 24/7 y habíamos tomado aún más distancia entre ambos...

Su estilo que alguna vez había lucido anticuado y clásico había sido sustituido por sweater y pantalones de pinzas con zapatillas, cortes de moda y ahora ya no llevaba sus lentes casi nunca...

Básicamente se veía como todos esos chicos de los doramas que no podía dejar de ver cada noche. Supuse su cambió se debía a que se rumoreaba que salía con aquella mujer que me había presentado llamada Kumiko...

Ellos básicamente hacían todo juntos.

Recuerdos del McAuto me hicieron fruncir mi ceño.

Me miró un momento antes de juntar sus manos y descansar su espalda en su lujosa silla de trabajo.

—Angélica agradezco que pudieras reunirte en tu horario del almuerzo.

《No es como si pudiera negarme 》

—Claro, ¿qué necesita?

—He estado notando, que últimamente llegas tarde, tampoco pareces sentirte muy bien... ¿Necesitas pedir una baja por enfermedad?

Parpadee varias veces negando lentamente intentando acomodarme en mi silla, ¿iba a regañarme?

—Por otro lado, tus informes muestran fallos que tuviste que corregir varias veces... Algunos pedidos se muestran retrasados... Luces distraída.

—Yo, hmmm...No sabía que tenía esa visión de mi trabajo, siempre intento dar lo mejor de mí...

—También te saltaste las celebraciones de navidad y fin de año de la empresa, y el control de rutina de enero. Te recuerdo que son obligatorios para todos los empleados.

《¿POR QUÉ SÓLO NO ME DESPIDES Y YA?》

—No conozco a nadie en esta empresa, estamos en el último piso así que no tengo mucho contacto con el resto del personal y no me sentí bien ese día...

—Pero eres mi asistente Angélica.

Alcé mi mirada ante su tono de voz y sonreí de medio lado un segundo antes de volver a ponerme seria, ¿ni siquiera iba a tragarse mi falda enfermedad?

—Con la puerta cerrada nadie se podría percatar que tan siquiera estoy aquí. Además de que jamás asisto a las juntas o a actos fuera de la empresa. Soy una suerte de secretaria con un bonito cubículo de cuatro paredes...

—¿Perdón?

Mordía mi lengua al darme cuenta de lo que acaba de decir.

—Mejoraré mis resultados e iré a hacer mis estudios de rutina en cuánto pueda señor Kyongnam —me levante de golpe con una ligera reverencia de repente nerviosa.

—Angélica.

—No volverá a pasar —dije en un susurro mientras escuchaba el teléfono sonar de mi oficina y me despedía rápidamente para ir a contestar.

Algo estaba mal. Tan mal...

De repente mi fabulosa vida parecía un globo desinchándose, ¿qué carajos iba a hacer?

Skinny love ♡Where stories live. Discover now