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Sus besos en mi cuello erizaban mi piel, sus grandes manos recorrían mi cuerpo, besó mis labios con rudeza mientras entraba en mi lentamente, la habitación se llenó con gemidos, nuestros cuerpos se convirtieron en uno solo, el rechinar de la cama, estuve a punto de llegar al clímax cuando...
Ring, ring, ring.
Me incorporé de golpe en la cama, mi respiración estaba completamente agitada, estaba cubierta de sudor, y sentí humedad en mi entrepierna.
Apagué el ruidoso despertador y me dirigí al baño, al mirarme en el espejo pude ver mis mejillas sonrojadas y el cabello revuelto. Ese sueño sí que se había sentido real.
Salí de la habitación y me dirigí directo al gimnasio, las ganas debía sacarmelas de alguna manera.
Hice mis calentamiento diarios, piernas, brazos. Estaba practicando mi puntería cuando el protagonista de mis sueños mojados, entró en el gimnasio.
- ¿______? Te busqué en tu habitación y no estabas. - Respiré profundo y me concentré en incrustar la flecha en el objetivo.
- Si, bueno... Aquí estoy. - Solté la cuerda del arco y la flecha dio directo al punto rojo.
- No desayunaste. - Sentía sus pasos acercarse a mi, sentí mi corazón acelerarse y mi cuerpo comenzó a reaccionar ante su presencia.
- Justo ahora, iré a la cocina. Supongo que ya todos desayunaron, ¿No? - Dejé el arco en la mesa y giré mi cuerpo para mirarlo.
- Así es. - De pronto no escuché nada más, vestía una musculosa blanca con pantalones de chándal, color blanco también. Definitivamente el blanco le sentaba muy bien.
- ¿_____? - Sacudiste levemente la cabeza y te diste cuenta que estaba chasqueando los dedos frente a ti, además estaba súper cerca de ti.- ¿Estás bien, preciosa? - Cuestionó con una mirada de preocupación.
Los recuerdos del sueño que tuve durante la noche volvieron a reflejarse en mi mente.
- Sí, sí... E-estoy muy... Bien. - Asentí y aparté la mirada de su anatomía. Lo deseaba, lo necesitaba sobre de mi cuerpo.
Caminé hasta la puerta del gimnasio, me llamó un par de veces pero lo ignoré. Corrí hacia mi habitación y me encerré por el resto de la mañana.
+++
Tocaron mi puerta, dejé de lado mi itinerario de misiones y me acerqué a la puerta, al abrirla el alma me cayó a los pies.
Bucky con su mejor sonrisa en sus labios, con ambos brazos ocupados, en un brazo tenía un gran tazón con palomitas, y en el otro una botella de soda de uva (nuestra favorita) y dos vasos con hielo.
