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Sebastian.
Dejarla fue la decisión más difícil que he tomado en mi vida. Dejé atrás tantos años llenos de recuerdos, experiencias, aprendí de ella, y ella aprendió de mi.
Dolía... Quemaba como el infierno, estoy casi seguro que justo ahora debe estar arrepentida por su malos tratos hacia mi. La amé como si fuese lo único que pudiese mantenerme con vida en este mundo.
Sin embargo, no fue suficiente para ella. No fue suficiente mi amor, mi atención, entregué todo por mi familia. Mi hija fue el regalo más grande que he recibido, no había conocido el verdadero amor, hasta que mi pequeña Bárbara llegó a mi vida.
Intenté establecer un vínculo con otra persona, era la persona más atenta, cariñosa, tierna y tiene una belleza digna de admirar pero... Lo que sentía por ella no era lo mismo que sentía por mi esposa.
Sí, sentía atracción pero no me sentía bien, no tenía la consciencia tranquila sabiendo que esa no era mi esposa, la mujer que yo realmente amaba con todo mi ser.
Tal vez debí esforzarme mucho más con _____. O tal vez no era yo el del problema.
— Hola, hermosa. — tomé su cintura con delicadeza y la acerqué a mi cuerpo. Besé su mejilla y la contemplé.
— Hola. — Respondió indiferente dándome una sonrisa falsa.
— ¿Está todo bien? — pregunté confundido por su actitud.
— No, nada está bien. Te he recordado cada día que debes traer leche, debo hacer unas galletas para las chicas del club de lectura. — Espetó arrugando su frente.
— Cariño, lo siento... Iré ahora mismo.
— No, yo iré ahora. — se alejó de mi de golpe.— Nunca prestas atención a lo que te digo. — dicho esto, luego se marchó dejándome con la cabeza vuelta un lío.
Para ella, nunca hacia nada bien. Muchas veces me llamó “inútil”. Luego, “No me toques”, “¿Por qué me abrazas demasiado?”, entre muchas otras cosas...
— Cielo, traje algo para ti. — Me acerqué a ella con una sonrisa y en mis manos llevaba un pastel que adoraba cuando estaba embarazada de Barbara.
— ¿Qué es esto? No voy a comer eso. — lo miró con cierto asco.
— Lo comías todo el tiempo...
— Sí, y debido a esto — señaló el pastel — he aumentado de peso y se me ha hecho imposible bajarlos.
— Te amo así, _____. No necesitas bajar de eso, o tal vez puedas hacer ejercicio. — aconsejé esperando una buena reacción de su parte.
