28. |𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏 𝑺𝒕𝒂𝒏|

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Bajé las escaleras de mi nuevo hogar, a abrir la puerta ya que el timbre sonó un par de veces

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Bajé las escaleras de mi nuevo hogar, a abrir la puerta ya que el timbre sonó un par de veces.

— Mamá, a penas nos mudamos y ya está suena que suena el timbre. — Rodé los ojos al mirar a mi hijo con los ojos pegados de aquél aparato electrónico.

Abrí la puerta y mis ojos se dirigieron a una nena con un gran pastel de chocolate en sus manos.

— Hola, lindura. — Dije con ternura.

— Hola, señora. Mi papi y yo hicimos un obsequio de bienvenida. — Sus hermosos ojos azules brillaron con inocencia y tomé el pastel en mis manos.

Alcé la vista para observar mejor al padre de la niña y me quedé sin aire. Era un jodido Dios Griego, creo que estaba soñando.

— Hola, soy Sebastian Stan. Ella es mi hija, Sky. — Esbozó una sonrisa y extendió su mano.

— ______, soy ______ Dawson. — Estreché su mano con la mía, y le correspondí la sonrisa.

— Mamá, ¿Quién...? — Mi hijo hizo acto de presencia y quedó con la boca abierta al mirar a la hermosa hija de Sebastian.— Hola, soy Richie. — Se acercó a la puerta y estrechó su mano con la niña.

— Soy Sky. — Su rostro se tiñó de un lindo color rojo al mirar a mi hijo.

— Saluda al señor Stan, cariño. — Le dije a mi hijo para que saliera de su trance.

— Un placer, señor Stan. — Dijo Rich como todo un caballero. Ése es mi hijo.

Vaya, eres todo un hombre, Richie. — Comentó Sebastian y luego dirigió su vista hacia mi.

— Es gracias a mi mamá. — Dios, amaba a mi hijo, siempre ayudándome con los hombres.

— Buen trabajo, señorita Dawson. — Hizo un asentimiento de cabeza y reprimí las ganas de morderme el labio.

— Gracias. — Respondí sonriendo.

— Ya debemos irnos, vivimos en la casa de al lado, si se les ofrece algo. — Dijo Sebastian bajando las escaleras del porche con su hija de la mano.

— Muchas gracias, hasta pronto. — Moví mi mano en señal de adiós, y cerré la puerta.

— 'Buen trabajo, señorita Dawson' — Dijo Richie con voz grave imitando a Sebastian.

— Silencio, niño astuto. — Le guiñé un ojo al niño y él soltó una carcajada.

— Sky es muy hermosa, mamá. Ayúdame que yo te ayudaré. — Dijo abrazándome por la cintura, a lo que yo solté una gran carcajada.

— ¡Dios mío! Eres idéntico al imbécil de tu padre. — Negué con la cabeza y le di un leve empujón por diversión.

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BUCKY BARNES-ONE SHOTS. |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora