5

345 73 9
                                    

Al día siguiente, Mariela permanece en casa redactando la columna de la semana y Aidé va a visitarla y tienen una tarde muy divertida.

Por su lado, Santiago pasa el día trabajando en la clínica y en la noche está un rato con Marijó y Estela.

Es miércoles ya y Mariela se alista con ayuda de Cecilia para asistir a su terapia, mientras que Santiago se encuentra en la clínica desde muy temprano.

La hora de la terapia llegó y Mariela saluda a su doctor con una gran sonrisa:

-¡Hola! -exclama al verlo.
-¡Hola! -responde sonriendo él.
-Buen día -exclama Cecy.
-¡Hola, buenos días!... ¿Lista, Mariela? -pregunta el médico.
-Sí -responde la paciente.

Mariela y Santiago entran a la piscina e inician los ejercicios:

-Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?
-Sí -asegura la joven.
-¡Qué bueno, Maya! -dice Santi sonriendo.
-¿Cómo me dijo? -pregunta al instante ella.
-¡Maya! Así te dice tu familia, ¿no? -contesta con naturalidad él.
-Mi familia y mis amigos -responde mientras realiza los ejercicios.
-¡Ah, claro! Y como yo no soy tu amigo, ¿no puedo decirte así? -pregunta Santiago.
-Pues... -se interrumpe y ríe la escritora.
-¿En serio, no quieres ser mi amiga? -le dice viéndola a los ojos.
-¿Siempre es tan insistente? -responde un poco seria.
-¿Y tú siempre eres tan terca?... ¿por qué eres así? -insiste él, pero ella permanece callada y seria.
-Ok. Dices que tengo un defecto que odias y por eso no puedes ser mi amiga... ¡dime, por favor, cuál es ese defecto! Mínimo, ¿no? -añade el doctor, aburrido de tanto misterio.
-No.
-Pero ¿por qué, Maya? ¿Por qué no ser amigos? Si nos llevamos genial, la pasamos bien juntos, me encanta estar contigo y estoy seguro de que también tú disfrutas mi compañía. ¿O no? -replica mirándola a los ojos.
-Sí -responde nerviosa.
-¿Y entonces? ¿Por qué no ser amigos? -vuelve a preguntarle.
-¡Porque es un mujeriego! -confiesa Mariela de repente.
-¿Es eso? -responde Santiago, riéndose a carcajadas.
-¿De qué se ríe? -le dice seria.
-Maya, ¡ya te dije que eso no es cierto!... por favor, dame la oportunidad de demostrarte que tienes una idea equivocada de mí y que no soy ese mujeriego que tú crees. ¡Por favor! Dame la oportunidad de conocerte y conocerme tú a mí -pide con sinceridad Santiago, y ella lo escucha dudando si aceptar o no.
-No, es que... ¡no sé! -responde confundida.
-¡Acepta! Te prometo que no te vas a arrepentir -afirma él, mientras ella lo mira fijamente.
-Ok... está bien -acepta con una sonrisa Mayita.
-¿Amigos? -pregunta emocionado.
-¡Probemos, a ver qué pasa! -responde y suspira ella.
-¡Probemos, a ver qué pasa, amiga! -repite él, muy feliz.
-¡Ok, amigo! -ríen ambos.
-Bueno, bueno, no creas que porque ya eres mi amiga no harás la terapia como debes hacerla, ¡eeeh! Al contrario, ahora más que nunca te pondré a hacer más cosas -advierte Santo, al ver que ya no está haciendo los ejercicios.
-Aaay, ¿por qué? -pregunta la joven.
-¡Pues porque eres mi amiga! Y me interesa que mi amiga ¡esté mejor cada día! -asegura Santiago.
-¡Ah! Entonces ya no quiero ser tu amiga -bromea Maya, y ríen ambos.

Mariela y Santiago continúan con la terapia entre bromas y risas. Y, a decir verdad, ambos se sienten felices de que hoy iniciaron lo que puede llegar a ser una gran amistad.

Antes de salir del agua, Santiago dice a Mariela:

-¡Amiga, tengo una idea!
-¡Tus ideas me dan miedo! -contesta Maya con una carcajada.
-¡Chistosita!... te invito un café para celebrar nuestra amistad y así aprovechamos para que veas los escritos de los que te conté hace días, ¿recuerdas? -propone el doctor.
-¡Claro que recuerdo! Pero... -responde mientras él la carga entre sus brazos y salen del agua.
-¿Pero qué? -pregunta al acercarse a la silla de ruedas.
-¿Y ahora? ¿Por qué tan contentitos? -advierte la Morena, mientras Santiago sienta a Mariela en la silla.
-Ah, es que pasó algo -dice él.
-¿Qué? -pregunta Cecy, al cubrir a su hermana con la toalla.
-¡Pues algo! ¿Verdad, Maya? -responde sonriente.
-Sí -añade con misterio la escritora.
-Bueno, ¿entonces? -Santo le dice a Maya.
-No sé... Cecy, ¿qué tienes que hacer ahorita? -Maya se dirige a su hermana.
-Llevarte a la casa rápido porque voy a hacer unos trámites para lo del concurso de baile... ¿Por qué? -indica la Morena.
-Es que Santiago me invitó a tomar un café -comenta Mayita.
-Ah, ok, pero ahorita yo no puedo llevarte -dice Cecy sorprendida.
-Creo que será para otro día -dice Maya a Santiago.
-Pero ¿por qué? ¡Yo puedo llevarte! -propone él.
-¡Ay, no! ¿Cómo crees? -responden las hermanas al mismo tiempo.
-¿Por qué no? ¿Qué tiene? -cuestiona Santo.
-No, doctor. Mejor otro día yo la llevo -exclama apenada la Morena.
-¡En serio! ¡Yo la llevo! Vamos, nos tomamos el café y luego yo la llevo a su casa, a la academia o a donde sea. No te preocupes, Cecy -asegura Santiago.
-No, lo que pasa es que... -señala Cecilia.
-¿Es que qué?... créeme que no me la voy a robar ni nada de eso -ríen los tres.
-Lo que pasa es que siempre ando con ella, o con mi mamá o mis amigos -explica la escritora.
-¿Y yo que soy? -pregunta él.
-Ah, es que ella no sabe... Cecy, Santiago ya es mi amigo -aclara Mayita.
-¿Ah, sí? ¿Y desde cuándo? -pregunta con desconcierto Cecy.
-¡Desde hoy! -Santi responde sonriendo.
-Aaaam...
-¿Y entonces? -le dice el doctor.
-Pues no sé. Si Maya quiere irse con usted, pues ok -contesta la maestra de danza.
-Háblame de tú Cecy -pide Santo, amistosamente.
-¡Ok! -acepta ella.
-Bueno, ¿te veo en veinte minutos en la recepción? -le dice él, a Mariela.
-Ok -acepta la joven.


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now