"El sueño de un Ángel"

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Las chicas del club de fans no podían dejar de asistir al festejo. Cerca de las diez hacen acto de presencia Jisela, Adry y Luz Elena.

La festejada se está divirtiendo muchísimo, bailando y cantando con sus familiares y amigos.

Hay momentos en que se pone de pie con ayuda de Ricardo o Jorge, para bailar y disfrutar con ellos de la noche.

Raúl, Gerardo, Luis y Arturo también se acercan a ella para divertirse juntos.

Sara, Estela y Betty aprovechan para tomar una copa y charlar amenamente, mientras la sala de la casa se convierte en una pista de baile.

Santiago se acerca al lugar donde la festejada se ha sentado un momento a platicar y brindar con sus amigas.

-¿Puedo robarles un momento a la festejada? -pregunta sonriendo.
-Claro. ¡Es toda tuya! -responde Sugey.
-Gracias -dice Santiago, al retirarse con Maya.
-¿Adónde vamos, amor? -pregunta Maya, mientras se dirigen a uno de los sofás de la sala.
-A ningún lado. Sólo que creo justo que dediques un momento a tu novio. ¿No crees? -comenta él.
-Estoy de acuerdo -dice sonriendo ella.

Con cuidado, Santiago pasa a Maya al sofá y, después de asegurarse de que esté cómoda, se sienta a su lado.

-¿Sabes que me muero por besarte? -le dice Santiago al oído, mientras la abraza.
-Sí, pero no se puede -responde ella, al tomar su mano.
-¿Y si nos vamos al jardín? -le propone él en voz baja.
-No, mi vida. Ya habrá tiempo para que estemos solos tú y yo -asegura sonriendo ella.
-Está bien -acepta Santiago resignado.
-Amor, me siento rara -comenta repentinamente ella.
-¿Rara? ¡Tú siempre has sido rara, mi cielo! -bromea él a carcajadas.
-Estoy hablando en serio -responde Maya.
-Ok. ¿Por qué te sientes rara? -pregunta él, dejando de reír.
-Porque hace años que no tenía novio. Y por eso me siento rara -explica ella apenada, mientras se recarga en su pecho riéndose.
-Yo también me siento raro. Pero supongo que nos acostumbraremos pronto -afirma Santiago, al acariciar su brazo.

Siguen conversando por varios minutos mientras la fiesta continúa. Los niños no paran de correr por toda la casa, jugando y haciendo una que otra travesura.

Por su parte, Cecy, Andrea y Vivi no han dejado de suponer y adivinar lo que realmente pasa entre Santiago y Maya.

-¿Sabes de qué tengo ganas, mi amor? -comenta de repente la escritora.
-¿De lo mismo que yo? -le responde al oído Santiago.
-Mi vida, no sé de qué tengas ganas tú. ¡No soy adivina! -dice riéndose ella.
-Ok. ¿De qué tienes ganas? -pregunta Santiago, poniéndose serio.
-¡De escuchar nuestra canción! -exclama sonriendo ella.
-Claro ¡hace mucho no la escuchamos! -comenta él, sonriendo.
-¿Me acompañas a mi recámara por el disco? -pregunta Maya.
-¿A tu recámara? ¡No me tientes, Mariela Valencia! -exclama Santiago, viéndola a los ojos.
-Ya, Santiago. Estoy hablando en serio -responde ella seria.
-Ok, vamos por el disco. Prometo no hacer ni decir nada más -promete Santiago, al ponerse de pie.

Maya regresa a su silla de ruedas para pasar desapercibidos y subir en el elevador a la segunda planta de la casa.

Entran a la habitación y comienzan a buscar el cd.

-Debe de estar en el cajón del buró -comenta Maya, y él se acerca a buscar ahí.

Abre el buró y saca una caja llena de discos. Sentado sobre la cama empieza a revisar cada uno de ellos, esperando encontrar el indicado.

Instantes después, el celular de la escritora comienza a sonar.

-Contesta, amor. Please. -ruega ella, mientras checa los discos.
-Claro, hermosa -responde él, al levantarse y tomar el teléfono.
-Bueno -dice Santiago, al responder la llamada.
-Disculpe, ¿es el celular de Mariela Aguilar? -pregunta una voz masculina al otro lado del teléfono.
-¿Quién habla? -pregunta Santiago, volteando a ver a su novia.
-¿Me puede comunicar con ella, por favor? -responde el señor.
-¿De parte de quién? -insiste Santiago.
-De Marcos Aguilar, su papá -responde enseguida el señor.
-Un momento, por favor -contesta amablemente Santiago y se acerca rápidamente a Maya.
-Amor, es tu papá -le dice él, al sentarse en la cama frente a ella.