34

188 22 0
                                    

El 9 de mayo, la escritora y su novio cumplen cinco meses juntos, y como de costumbre ella recibe desde muy temprano sus flores preferidas.

Esta vez son cinco los preciosos arreglos de rosas rojas que llegan a casa de Mariela, acompañados por supuesto de una nota de amor de Santiago.

"En estos cinco meses juntos... ¡Llenaste el aire con tu amor! ¡Tocaste mi alma con tu voz! Sin duda eres la dueña de mi corazón... Te amo" -lee Mariela con gran emoción frente a Sara y Ricardo.

De nuevo, las palabras del doctor conmueven a Mayita hasta las lágrimas, haciéndola sentir inmensamente feliz.

La pareja festeja los cinco meses con una comida al sur de la ciudad en uno de los restaurantes más distinguidos de la zona. Todo esto acompañado con pétalos de rosas, una botella de vino tinto y un fondo musical verdaderamente romántico.

Un sábado el doctor Carmona y Mariela se encuentran solos en casa, pues Marijó, Tina y Estela salieron a la fiesta de una amiguita de la niña.

Después de platicar durante horas abrazados en un sofá, Santiago propone a su novia recostarla en la alfombra de la sala para realizar juntos sus ejercicios de rehabilitación, ya que esa semana no asistió a su sesión de terapia física.

Ella acepta, aunque no con muchas ganas.

-¿Por qué me pones a trabajar el fin de semana, amor? ¡No se vale! -cuestiona Maya, mientras él le ayuda a recostarse con mucho cuidado.
-No seas flojita, mi vida. Es por tu bien -contesta Santiago, estando ella ya acostada.

Juntos inician la rutina de movimientos para estimular los músculos, y aunque ella no estaba de acuerdo, reconoce que con él no le resulta tan desagradable la terapia.

Una hora después terminan la rutina, que ha dejado un tanto agotada a Maya.

-¿Cansadita, mi amor? -pregunta Santiago, acostándose a su lado.
-Sí, bastante... ¡Eres un feo! Me haces sufrir de más -contesta ella.
-¡Yo sé cómo quitarte ese cansancio! -asegura él, acariciándola.
-Ah, ¿sí?... ¿Cómo? -pregunta ella.
-Con muchos besos -responde Santiago, besando su cuello una y otra vez.

Aquella sala es testigo del amor tan fuerte que existe entre Santiago y Maya, y ambos se olvidan de todo por un instante y se dejan llevar por la pasión.

Él la llena de besos mientras recorre sus piernas y cintura en forma de suaves y placenteras caricias. Ella responde con amor a cada beso y disfruta de sentir sobre su cuerpo las manos de Santiago.

Cada segundo que pasa la situación es más intensa. Maya comienza a estremecerse, mientras que su corazón late más y más rápido.

Santiago besa sus labios como nunca lo había hecho, al mismo tiempo que acaricia su rostro, su cintura, su vientre, hasta encontrarse con el botón de sus jeans, que desabrocha lenta y cuidadosamente.

-¡No! Discúlpame pero no puedo -exclama de repente Mariela, alejándose de él.
-¿Por qué? -se extraña él desconcertado, mientras ella respira profundamente.
-Perdón pero no me siento cómoda haciendo esto aquí, en tu casa, en el piso... alguien puede llegar y vernos -contesta Mariela.
-Tienes razón, mi cielo. Perdóname tú a mí, por favor -se disculpa Santiago apenado, al abrochar enseguida los jeans de su novia.
-No pienses que no quiero estar contigo, mi vida. Al contrario, ¡me muero por hacer el amor y ser tu mujer! Pero aparte de que ahora no me siento cómoda... ¡tengo miedo! -dice Maya, viéndolo a los ojos.
-¿Miedo de qué, amor? -pregunta él, acariciando su mejilla.
-Miedo de que no sea como tú lo esperas. Miedo de decepcionarte, de no ser capaz de complacerte y hacerte feliz -contesta ella, con lágrimas en los ojos.
-Maya, tú me haces feliz con el simple hecho de estar aquí conmigo. Y estoy seguro de que el día que tú y yo hagamos el amor, me harás el hombre más dichoso del mundo -asegura con ternura Santiago.
-¿Y si no es así? -pregunta con inseguridad Maya.
-Maya, si estoy contigo es porque provocas en mí sentimientos que ni tú misma te imaginas -expresa él, y besa su boca lentamente.
-¿Me perdonas? -ruega ella apenada.
-No tengo nada que perdonarte, mi vida. Al contrario, perdóname tú por ser tan estúpido y querer hacerte el amor aquí -le dice él, y ambos sonríen.
-Muero por ser tuya, Santiago, pero dame tiempo -confiesa ella, con voz muy suave.
-Yo te esperaré el tiempo que sea necesario, mi vida -exclama él, susurrando a su oído-. El día que hagamos el amor, será cuando tú lo decidas. ¡Cuando ya no tengas miedos, ni dudas! ¡Cuando te sientas segura de ti y de mí!... Te juro que ése, será el día más feliz de nuestras vidas -dice el doctor, mirando a su pareja a los ojos-. Te prometo que será un instante mágico, en un lugar especial. Y no en la alfombra de mi casa -agrega Santiago, y ambos se carcajean.
-Y yo te prometo que ese día llegará pronto -añade Maya con una enorme sonrisa.
-Ese día llegará cuando tenga que llegar. Ni antes, ni después -comenta él, besando sus labios.


 "El sueño de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora