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Todo está listo para viajar; el sábado 23, Maya y su familia llegan al aeropuerto para tomar el vuelo de la una de la tarde con destino al puerto de Veracruz.

Santiago acude puntualmente para despedir a Maya y desearles a todos felices fiestas.

-Cuídate mucho, mi cielo. ¡Te extrañaré muchísimo! -le dice Maya, abrazando a su novio fuertemente.
-Tú también cuídate y diviértete mucho -responde él, al besar sus labios.
-Piensa en mí -exclama ella, acariciándole el rostro.
-Todo el tiempo -asegura él y se besan lentamente.

La familia aborda el avión que minutos después despega rumbo al mar jarocho.

Antes del atardecer, la escritora y su familia llegan a casa de su tía Magaly, quien los recibe con una enorme alegría, llenándolos de atenciones y procurando la comodidad de cada uno.

La joven escritora dirige su silla de ruedas a la recámara donde
se encuentra uno de los amores más grandes de su vida... su abuela Carmen.

Con alegría, Maya llena de besos a su abue, la acaricia, le sonríe, la ve a los ojos y empieza a contarle todos los cambios y sucesos que han ocurrido en su vida durante los meses recientes.

Está por demás decir que el centro de esta charla tiene nombre y apellido... Santiago López Carmona.

Carmen no expresa palabra alguna, pero le hace saber a su nieta, mediante una leve sonrisa y un brillo especial en la mirada, lo feliz que la hace volver a verla.

Después de charlar un rato e instalarse en las habitaciones, Maya y sus hermanos deciden dar una vuelta por la ciudad y visitar a amigos tan queridos como Viviana, Fabio, Harumy, Alejandro y Marely, entre muchos otros.

La diversión para los Valencia ha comenzado, y no dejarán de aprovechar ni un segundo de su estancia en este bello puerto.

El clima es perfecto para una noche de antro a la orilla del mar. Las estrellas y la luna brillan con todo resplandor y la brisa marina hace posible un ambiente fresco y muy agradable.

Así transcurre la primera noche de Maya en Veracruz, rodeada de viejos y muy buenos amigos, excelente música, una plática llena carcajadas y geniales recuerdos.

Manolo, Andrea, Cecy, Ricardo, Jorge, Paloma y Maya disfrutan al máximo de la velada, que concluye a las seis de la mañana del domingo 24.

Las labores en casa de Magaly inician desde muy temprano. Pero, como están desvelados, Maya, sus hermanos y sus primos se levantan al mediodía para organizar los últimos detalles para la cena de esa noche.

Cecy apoya a Betty y Magaly en la cocina preparando los deliciosos platillos, mientras que otra parte de la familia realiza arreglos en la casa, como limpiar y acomodar los muebles para la ocasión. Además de colocar cuidadosamente debajo del arbolito un precioso nacimiento de barro y cerámica.

Sara disfruta de atender a su madre tratando de recuperar cada segundo que ha pasado lejos de ella. Con una enorme paciencia y mucho amor se encarga de alimentarla, asearla, darle sus medicamentos, pero principalmente de platicar con ella.

Por su lado, Maya y Andrea seleccionan la música para el festejo. Con la participación de todos, a las seis de la tarde todo está listo, desde la comida hasta la pista de baile donde festejarán el nacimiento del Niño Dios.

Algunos se toman un tiempo para descansar y reponer fuerzas para la fiesta, otros salen a visitar y dar un abrazo a ciertas amistades, mientras los demás aprovechan para darse una buena ducha y comenzar a arreglarse, antes de que los típicos gritos, prisas y pleitos por el baño o algún objeto se hagan presentes en cada sitio de la casa.


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now