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Es lunes 27 de febrero, y como de costumbre la pequeña Marijó se levanta muy temprano para asearse, alistarse y asistir a la escuela. Esta vez, es Tina quien acompaña a la niña al colegio, pues Santiago se ha quedado en casa para hablar con Mariana y Gustavo.

-¿Hijo, no vas a ir a trabajar? -pregunta Estela, al ver a Santiago sentado en el comedor.
-Sí, madre, pero antes tengo que hablar con Gustavo y Mariana -responde él, mientras entra Mariana.
-¡Buenos días!... ¿De qué quieres hablar con nosotros? -pregunta Mariana, al saludarlo de beso.
-De algo... ¿Y Gustavo? -pregunta Santiago, mientras ella se sienta y se sirve jugo.
-Ahorita baja -contesta Mariana con una sonrisa.

Estela nota a su hijo un tanto nervioso e impaciente; por fin Gustavo baja y se sienta con ellos en el comedor.

-¿No vas a ir a la clínica? -pregunta Gustavo, al tomar un poco de café.
-Sí, pero primero necesito hablar con ustedes -exclama Santiago un poco serio ante sus suegros.
-¿Qué pasa? -pregunta enseguida Gustavo.
-¿Le pasó algo a Marijó? -se preocupa Mariana.
-Mi hija está bien. Lo que quiero decirles es algo mío -asegura Santiago, un tanto nervioso.
-¿Qué cosa? -dice Gustavo intrigado.
-Lo que pasa es que desde hace tres meses tengo una relación formal, de pareja con alguien -comienza Santiago pausadamente.
-¿Qué quieres decir? -pregunta Mariana.
-Que después de casi seis años, ¡me he vuelto a enamorar verdaderamente de una mujer única! -confiesa Santiago, mientras Estela sonríe.
-¿Hablas en serio, hijo? -pregunta Mariana emocionada.
-Sí, Mariana. Sé que es muy difícil que me crean por todas las estupideces que he hecho en estos años, pero les aseguro que esta vez es en serio -les expresa sinceramente Santiago.
-Te creo, hijo. Marijó ya nos había comentado algo sobre esto y francamente la vi muy feliz, ahora me doy cuenta de que tú también lo estás -observa Mariana con una gran sonrisa.
-Sí, Marijó está feliz desde que Maya aceptó ser mi pareja. Las dos se quieren muchísimo -exclama Santiago.
-Santiago, yo no dudo de que tu novia quiera a mi nieta, lo que me cuesta creer es que hayas cambiado tanto después de todo lo que has hecho -objeta ahora Gustavo.
-Gustavo, yo entiendo que no me creas, pero les juro por lo más sagrado que esto es verdadero... Desde que conocí a Maya mi vida cambió por completo. Por ella dejé de tomar, dejé de salir, ¡me acerqué de nuevo a Dios! -responde Santiago, viéndolo a los ojos.
-Sí, me consta que has cambiado, Marijó me lo dijo. Y en verdad me alegra de que hayas encontrado a alguien que haya logrado hacerte entrar en razón -exclama Gustavo, un poco serio.
-¡Es que Maya es maravillosa! Es una mujer admirable, tierna, inteligente, sensata, hermosa... -cuenta Santiago, y se dibuja una sonrisa en su rostro.
-No dudo de que sea una buena mujer, Marijó nos contó que hacen muchas cosas los tres juntos -cuenta Mariana, mientras Estela permanece en silencio.
-Mariela siempre ha tenido claro que Marijó es y será siempre la prioridad de mi vida. Por eso desde un principio ha sabido que el estar conmigo implica también estar con mi hija -les dice Santiago.
-Santi, me da en verdad mucho gusto que tu pareja acepte y quiera tanto a mi nieta, eso habla muy bien de ella y es prueba de que es una mujer con buenos sentimientos -reconoce Gustavo con una leve sonrisa.
-Maya ama a Marijó quizá más que a mí. ¡Ella misma me lo ha dicho! -exclama Santiago, y ríen todos.
-¿Cómo dices que se llama? -pregunta Mariana, un poco confundida.
-Se llama Mariela Valencia -responde Santiago.
-Mariela Valencia... ese nombre me suena conocido -exclama Gustavo.
-Deben de haber escuchado acerca de ella. Es escritora de una columna en la revista ¡Hola, Mundo! Y autora de dos libros -cuenta el doctor con una sonrisa.
-¿Hablas de la escritora con discapacidad? -pregunta Gustavo realmente sorprendido.
-Así es... sé que con esto quizá piensen que mi relación con ella es una locura, pero Mariela es una mujer con el derecho de amar y ser amada como cualquier otro ser humano -les dice Santiago seriamente.
-¡Por supuesto que tiene derecho de amar y ser amada! Y ¿sabes? Enterarme de que es capaz de conquistar y hacer cambiar a un hombre como tú, hace que la admire aún más -confiesa Gustavo muy impresionado.
-¿Hablas en serio? -pregunta Santiago sorprendido.
-Claro que habla en serio, mi vida. ¡Que hayas conocido a esa escritora es una bendición!... Además, estando cerca de ella Marijó sabrá que los seres humanos somos iguales, sin importar si tienen o no alguna discapacidad -coincide Mariana muy feliz.
-Exacto, mujer. Así, la niña crecerá sabiendo que lo más valioso de las personas son los sentimientos, y no el físico... Y estoy seguro de que Santiago sabrá explicarle y guiarla en todo momento -asegura Gustavo, y Santiago respira profundamente sintiendo un gran alivio.
-Por supuesto que sí. Marijó sabe muy bien que las personas con discapacidad son exactamente como todos nosotros, y creo que la mejor prueba de ello es el gran cariño que hay entre ella y Maya -responde Santiago con alegría.
-Santiago, todo esto me parece perfecto. Solo quiero decirte una cosa -comenta un poco serio Gustavo.
-Dime -responde el doctor.
-Desde que mi hija murió yo no me he metido en tu vida personal, quizá ha habido cosas que has hecho en las que no estoy de acuerdo pero las he respetado porque en ningún momento han afectado la estabilidad de mi nieta. Sin embargo, ahora Marijó está demasiado involucrada y emocionada con tu relación con Mariela, por eso te pido que pienses muy bien lo que haces, pues así como pudiste cambiar para estar con ella, puede ser que en algún momento las cosas no funcionen y quiero que tengas presente que si eso pasa no sólo sufrirían tú y Mariela, sino también Marijó... ¡y eso no lo pienso permitir! -advierte seriamente Gustavo.
-Te aseguro, Gustavo, que eso no pasará. Mariela es el amor de mi vida, es la mujer que amo y con la que quiero pasar el resto de mis días -expresa Santiago, mientras su madre se acerca a él.
-Y así será, mi amor -asegura Estela, acariciando el rostro de su hijo.
-Bueno, ¿cuándo podremos conocer a Maya? -pregunta emocionada Mariana.
-Hoy mismo. La invité a comer -contesta Santiago.
-Será un placer conocerla, hijo -dice Gustavo sonriendo.
-Gracias -dice Santiago.


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now