Capítulo 12 | Andrew

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‹‹Andrew››

Quise alejarme de Rebecca, quise no sentir esto que siento, pero no pude.

Vuelvo a besarla. Me encanta poder sentir lo suave de sus labios contra los míos. Me encanta tenerla en mis brazos. Poder sentirla. Poder oler su perfume. Entonces le muerdo el labio inferior. Y ella gime. Se aparta y después baja la vista.

Es tímida.

Me alejo un poco de ella. Para mirarla nuevamente. Pero segundos después la envuelvo en un abrazo. Le acaricio la cabeza por encima de su cabello. Y nos quedamos varios minutos en esa posición.

No sé qué es lo que tiene Rebecca, qué es lo que me ha hecho.

Mierda.

Llevo pocos días de conocerla.
Pero ha logrado crear algo en mí, a logrado abrir la puerta que traté de cerrar. Está aquí, y no puedo, no quiero alejarla ahora.

Tendré que decirle la verdad. No puedo ocultarle porque de todas maneras se daría cuenta. Y no hablo solo de mi enfermedad. Si no de las otras cosas que hice… ¿cómo reaccionaría si se entera?

Primero, me gustaría que no me rechace por mi maldita enfermedad. Y lo de la otra cosa… le diría que ya he cambiado y, que me arrepiento de haber hecho las cosas de esa manera, que a ella no la quiero solo para una noche. Con Rebecca quiero hacer las cosas bien.

Quiero poder tenerla así todo el tiempo.

Las horas pasan. Lo compruebo en el reloj. 12:56. A. M.

Su respiración es suave.

¿Se durmió?

—Rebecca —la muevo un poco—. ¿Estás durmiendo?

—No —murmura.

Se aparta un poco, me sonríe.

Entonces le doy un último beso.

—Tenemos que irnos, ya es tarde —le dije. 

Se baja de mi regazo, y vuelve a ponerse sus zapatos.

Después de apagar la luz y cerrar mi oficina. Nos encaminamos hacia el área VIP. Agarrados de la mano.

—¿Nos vamos o quieres quedarte un rato más? —le pregunto.

Observa hacia el piso inferior. Imito su acción. Nick y Jhuliette ya no están, seguramente ya se fueron.

—Vámonos —contesta.

Emprendimos el camino hacia la salida. Pido mi coche.

—¿Te llevo a tu departamento?

—Sí.

Me gustaría llevarla al mío, pero por ahora creo que es mejor no hacer eso. No quiero que piense que me quiero aprovechar de la situación. O algo por el estilo.

Treinta minutos más tarde. Detengo el coche en frente del edificio, en donde vive.

Pero antes de que se baje, la tomo de la mano y hago que se acerque y tome asiento en mi regazo. Inclino ligeramente el asiento para darnos espacio.

Llevo las manos a cada lado de su mejilla. Entonces la beso. Ella me corresponde y lleva las manos a mi cuello. La acerco más. Hasta que nuestros torsos se juntan y no pueda haber espacio entre nosotros.

Apenas llevo unas horas de haber probado por primera vez sus labios. Y ahora no puedo despegarme de ellas. Y quiero poder besarla todo el tiempo. Nos detenemos por falta de aire. Uno mi frente con la de ella.

La observo por unos segundos. Sin duda la mujer más hermosa que he visto jamás.

—Tengo que irme —dice.

—No quiero que te vayas —hago un puchero.

—¿Acaso quieres que nos quedemos en el coche lo que resta de noche? —dice, con una sonrisa en el rostro.

—¿Por qué no?  Es una buena idea.

—No, no —dice, pero vuelve a besarme.

Nuestros labios se mueven en un beso lento y suave. Con Rebecca estoy descubriendo cosas que no sabía que existían. Por ejemplo: Este beso tierno que ella me da. Lo acepto gustoso. Porque me encanta la manera en la que me besa. Porque es la primera que me besa de esta forma.

¡Joder, sí que me encanta!

Intensifico el beso. Me encanta sentir sus labios. Y en como nuestras lenguas danzan.

—¿Por qué no me habías dicho? —pregunta, segundos después del beso.

—¿El qué?

—Que eres el dueño del club.

Me encojo de hombros.

—No sé, nunca hemos hablado del club.

—Nunca me pasó por la cabeza que tú seas el dueño.

—¿Entonces qué si te pasó por la cabeza?

Baja la vista.

—E-eh, nada.

La tomo por el mentón y le alzo el rostro.

—¿Segura? —le pregunto, pero estoy sonriendo.

Asiente.

—Por eso estabas ahí el día en que nos… conocimos… —dice.

—Sí —recuerdo ese día, en el que terminé empapado— voy los fines de semana para supervisar.

—Ese día… ¿no habías bebido?

No entiendo su pregunta.

—No.

—Pensé que si.

—No. Yo no bebo.

Por favor no me preguntes por qué. Entonces desvío la conversación.

—Mi papá tampoco sabía que soy dueño del club. No le había contado nada. También se acaba de enterar.

—¿En serio? —se aleja un poco, para mirarme— ¿por qué no se lo habías dicho?

—Quería sorprenderlo.

—Ah.

Recordé las palabras que me había dicho papá horas atrás.

Toca mi mejilla. Y cierro los ojos. Segundos después, los vuelvo abrir.

Mira a través de la ventana.

—¿Ya quieres entrar? —pregunto.

Aun no quiero que se vaya.
Entonces la abrazo.

—Te digo la verdad…

—Dime.

Deposité un beso en su oreja, que estaba escondido debajo de su cabello.

—No —dice—. Aún no.

Entonces la abrazo más fuerte. Pero sin hacerle daño.

———
¡Holap! :)

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Where stories live. Discover now