Capítulo 41 | Rebecca

1K 77 12
                                    


‹‹Rebecca››

Escucho voces inconexas. Me giro, dando una vuelta a mi alrededor, pero todo es blanco. Y no logro ver nada más allá.

Sé que esto no es la primera vez que me pasa.

Escucho la mención de mi nombre. Me giro, y es entonces, cuando veo la silueta de una persona, pero no logro descifrar si es hombre o mujer.

La persona está a varios metros de distancia. Su voz se oye lejana. Pero segundos después desaparece, vuelvo a voltearme, buscándolo/a. Pero no hay nadie. Me giro y me giro. Quiero abrir la boca para decir algo, pero no sé qué decir. Ni siquiera puedo llamar a la persona, porque no sé cómo se llama.

Rebecca... —susurra, la voz masculina. Me volteo, y lo veo como a dos metros de distancia. Pero tampoco logro reconocerlo.

¿Quién es? ¿En dónde estoy? ¿Que es éste lugar? La situación me confunde.

—Rebecca… despierta —ésta vez, la voz se oye claro—. Te necesito.

Y sé que esa voz ya la he escuchado antes. De alguna manera sé que conozco el dueño de esa voz. La silueta aparece y desaparece. Cada vez más estoy confusa. ¿Despierta? ¿Por qué me dice eso?

Te amo… —escucho.

De pronto, no escucho nada, el silencio es ensordecedor. De pronto no veo nada.

Y siento los párpados pesados. Quiero abrirlos, pero no puedo.
No puedo.

Pero lo que sí puedo; es sentir la presencia de alguien más. Trato de alguna manera moverme, pero me es imposible.

Entonces, abro abruptamente los ojos. Me quedo a observar el techo por unos segundos, y tengo que parpadear primero lentamente, y luego con rapidez a causa de la luz. Hasta que, mis ojos se acostumbran.

Escucho una voz pero no logro entender lo que dice. Y busco el dueño de ésta. Hasta que enfoco la vista en alguien. Un chico. Frunzo el ceño, confusa. ¿Qué hace él aquí? ¿En dónde estoy? ¿Quién es él?

—Ella despertó —dice. ¿Esta hablando de mí? Después de unos segundos más, cuelga la llamada.

—¿N-Necesitas algo? —hay un ligero temblor en su voz al preguntarme.

Pero yo sigo sin reconocerlo. Sin saber quién es.

—¿Q-Quién eres? —apenas sí puedo pronunciar la pregunta, y siento la garganta demasiado rasposa y seca.

Su gesto cambia a uno ¿triste? ¿Por qué?

—¿No te acuerdas de mí? —inquiere. Parpadeo un par de veces en su dirección. Y trato, en verdad, trato de recordarlo, pero no puedo.

—No —murmuro.

—¿Es mentira?... Dime que me estas mintiendo.

No...

—¿En dónde estoy? —inquiero.

—En nuestra casa —contesta.

¿Qué? ¿Cómo? Dijo ¿en nuestra casa?

Observo la habitación, y vuelvo a observarlo a él.

—No... —trato de hacer una negativa de cabeza—, yo no... No...

—Cariño, amor... —lo miro—. Tranquila, ¿si? —Toma mi mano—. Tranquila, aquí estoy, contigo.

Trato de abrir la boca, pero mejor la cierro. Toda está situación me confunde.

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora