Capítulo 43 | Rebecca

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‹‹Rebecca››

Trato de seguirle el paso a Andrew, pero prácticamente, me está jalando, ya que desde que tomé su brazo cuando lo alzó con intenciones de abofetear a su… a Diana. Lo entrelacé con la mía y no lo he soltado para nada.

—¡Andrew! —lo llamo una vez más—, por favor, detente —mi respiración es agitada por la rapidez con la que caminamos.

De pronto, lo hace abruptamente. Haciendo que mi cuerpo choque contra el suyo.

—Lo siento —dice. Y se voltea.

—No pasa nada —lo observo, la rabia es notable en su rostro, su respiración es agitada. Ahora me llevo las manos a sus mejillas. De reojo lo veo empuñarse las manos. Las lágrimas se acumulan en sus ojos. Y me duele verlo así. Sé que le ha afectado las palabras que Diana le dijo. ¿Qué mierda le pasa a esa mujer? ¿Cómo si quiera fue capaz de intentar abortar a Andrew, pensando que él tenía la culpa? Mujeres cómo ella no deberían de ser madres—. Vámonos a casa, ¿si? —estamos a unos metros de la casa en la que salimos y estamos situados en la acera, mientras los coches van y vienen.

Me observa por un momento.

—¿Por qué no me dijiste nada antes? —me reprocha.

Y bajo la vista por unos segundos.

—Tenía miedo de que Diana al saber que recuerdo todo... ella hiciera algo malo en contra mía o tuya.

—Pero debiste decírmelo.

Me quedo sin argumentos. Y no sé qué más decirle.

—Lo siento… —murmuro—. Yo solo quería protegerte, protegernos.

Él también me toma de ambas mejillas, nuestras narices se rozan y nuestras respiraciones se entremezclan.

—Estuve a punto de perderte por culpa de ella —dice con voz áspera.

—Ahora estoy contigo, no volveré a irme.

—Más te vale que cumplas tu palabra, porque no sé qué mierda haría una vez más sin ti.

—No voy a volver a irme —repito. Pero después de unos segundos agrego—: Vámonos a casa. Demuéstrame que me amas. Quiero que me ames —le pido.

—Rebecca, estoy que me hierve la sangre…

—Shhh… —pongo mi índice en sus labios.

—Quiero hacerte el amor, claro. Pero, quiero estar concentrado solo en ti, y no quiero hacértelo mientras también trato de olvidar lo que nos hizo Diana.

**

Andrew se acaba de dar una ducha. Después de acompañarlo a hacer eso que tenía que hacer. Cenamos y fui la primera en meterse a la ducha y después él.

Ahora justo está entrando a la habitación, con una toalla alrededor de la cintura y la otra con la que se está secando el cabello. Aun tiene gotas de agua por todo el abdomen y diría que casi en todo el cuerpo.

Viene con la vista baja sin percatarse de mi presencia.

—¿Estas mejor? —le pregunto.

—Mucho mej… —Él alza la vista. Sus labios quedan ligeramente abiertos y detiene el movimiento de su mano a la vez que se detiene.

Al darse cuenta que estoy situada cerca de la ventana. Teniendo puesta su playera blanca, esa que es muy delgada y se transparenta la braga roja que tengo puesta. Y sin sostén. Su playera apenas si me tapa la braga.

Me puse esto con la sola intención de tentarlo un poco. Y creo que lo he logrado.

Desde hace días he deseado, he ansiado sus toques en mi piel. Que me hiciera sentir…

—Rebecca… —su voz es ronca.
Me muerdo ligeramente el labio, pero con valentía me encamino hacia él.

—Quiero que me hagas el amor —le digo y tomo los bordes de la playera para alzarlo y sacármelo por encima de la cabeza. Al dejarlo en el suelo, tomo del elástico de mi braga y lo deslizo por mis piernas.

Andrew sigue con la vista todos mis movimientos. Traga saliva con dificultad. Entonces más envalentonada. Estiro mis brazos en su dirección y deshago el pequeño nudo de la toalla, a la vez que mis dedos rozan la piel de su abdomen y, dejo caer la toalla al suelo, junto a la otra que no me di cuenta cuándo lo dejó caer.

—N-no tengo condón —dice, casi lamentándose por eso.

—¿Y? ¿qué si yo quiero tener un hijo tuyo?

Ríe.

—¿Estás segura? —ahora se acerca.

—¿Crees que lo complicaría todo?

—No. ¿Qué es lo que va a complicarlo? Yo te amo. Y sabes que no tienes que trabajar yo podría…

—Shhh… —lo callo, porque ya me sé la cantaleta de que no es necesario que yo trabaje y bla, bla, bla—. Ya lo veremos después. Ahora podemos hacerlo, tranquilamente —medio rio al pronunciar lo último.

Y él lo capta ya que esboza una sonrisa maliciosa.

———
*se aclara la garganta*

¡Hola! 😉

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