Capítulo 23 | Rebecca

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‹‹Rebecca›

—Sí, Andrew. Estoy segura —contesto, por tercera vez a su pregunta y, en mi rostro aparece una sonrisa tímida. Andrew me toma de las mejillas con ambas manos y pega su frente junto a la mía—. Amor… —lo observo a los ojos y, lentamente llevo mis manos a sus muñecas— ‹‹Quiero hacer el amor contigo›› —pronuncio, la frase que esta hecha dentro del corazón de pétalos de rosas rojas. Hice lo mismo que cuando él me pidió ser su novia, solo que ahora, con una frase diferente—. Hazme el amor, Andrew. Ahora estoy sobria.

Su frente sigue pegada a la mía, la sonrisa que tiene en el rostro se ensancha aun más y cierra los ojos, al escucharme mencionar la última frase, su respiración me golpea la nariz y me provoca cosquillas, sonrío por eso, y también cierro los ojos.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Sí —contesto.

—¿Este era la sorpresa de la que hablabas?

—Sí —susurro, una vez más.

—Amor, no es necesario que…

—Calla Andrew —abro los ojos y lo interrumpo, poniendo un dedo sobre sus labios y él alza una ceja
—. Quiero hacerlo contigo, quiero que sea hoy.

Entonces, rozo mis labios con los suyos, durante unos segundos. Andrew se aparta por un momento, para observarme. Sus ojos comenzándose a ser brillosos. Y, pega sus labios con los míos. Iniciando el beso. Mis manos se aferran a sus brazos por un momento, hasta que, viajan a sus hombros y de ahí, a su cuello. El beso es lento, mojado, pero a la vez con ternura, y me encanta en como nuestros labios se acarician. Una de sus manos se va a mi nuca. Profundiza el beso ladeando la cabeza y nuestras narices se tocan de manera brusca. Siento como su lengua se enreda con la mía. Y gimo. Por último, me muerde el labio inferior. Y nuestros labios pierden contacto.

Su vista se queda por un momento en mis labios entreabiertos. Mientras ambos recuperamos el aliento.

¿Andrew ya me había besado de esta forma?

No, definitivamente. No

Y cada día descubro cosas nuevas con él.

—Estás hermosa. ¿Lo sabes?, Rebecca —me observa de pies a cabeza.

—Mmm… no —musito rápidamente.

—¿No? ¿Porqué no? —frunce el ceño.

—Emm… —¿Porqué dije eso?, me reprendo mentalmente.

—Shhh —pone un dedo en mis labios, durante unos segundos. Me toma de la mano derecha y procede a alzarlo y darme una vuelta sobre mi eje. Cuando me quedo nuevamente en frente de él, me toma de las mejillas y me observa a los ojos—, Hoy estás hermosa. Eres hermosa, siempre estás hermosa. ¡Por dios, Rebecca! —Se detiene y moja su labio inferior con la punta de la lengua—, no entiendo porqué piensas lo contrario.

Pues, porque tengo una cicatriz, y porque... Porque...

—Tener una cicatriz no te hace menos hermosa, amor —Prosigue.

—La verdad no sé porqué dije eso, me había olvidado de la cicatriz, me sentía bien al ponerme este vestido... Solo... creo que es la costumbre.

—La costumbre —su tono es medio burlón—, no sé si te haces la tonta o simplemente no te das cuenta, pero apuesto a que más de uno del sexo masculino, se ha volteado sólo para observarte mientras tu pasas delante de ellos. Y ya no quiero imaginarme como te comen con la mirada porque me pongo celoso.

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