Capítulo 33 |Rebecca

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‹‹Rebecca››

Después de darle un sorbo al café que pedí hace unos minutos, vuelvo a dejar la taza sobre la mesa. Y desvío la vista hacia la ventana. Observo como la gente transita con amigos, parejas o en solitario. Algunos tal vez regresan a su casa para ir a comer. Y al momento de pensar en comida, el estómago me ruge con hambre. Literal no he comido nada desde ayer.

Después de que salí corriendo de casa de mis papás. Y caminar un par de horas más, terminé en un bar.

Y no exactamente para ir a beber. Eso no es lo mío. Además empedarme hasta perder la conciencia no era buena opción. No era opción porque si bebía vomitaba. Y no es algo que me agradara en lo absoluto.

Y con qué, si solo traía un par de billetes en el bolsillo trasero de mi jean.

Así que solo pedí una botella de agua. Me hundí en el pensamiento ignorando a la muchedumbre que se divertía entre bailes y copas. Y no niego que se me escaparon unas cuantas lágrimas, en realidad muchas. Al recordar lo mierda que ha sido mi vida. Desde mi cicatriz y hasta ahora. Y enterarme de que mis papás, a los que creía que eran mis papás durante años, en realidad no lo son. Si me afectó.

Después de varias horas lamentándome, noté que el bar estaba casi vacía, decidí salir del establecimiento. Afuera de ésta tomé un taxi y luego de varios minutos en el transporte, al ver cómo el alba comenzaba a notarse, me bajé en el parque a unas cuadras de la casa. Me quedé ahí cómo tres horas más. Ya de camino a casa, vi una cafetería y me detuve unos segundos a observarla, y me adentré aquí, porque aun no quería ver a nadie.

Aun no estoy lista para ver a mis papás. Pero tampoco puedo reprocharles nada. A lado de ellos viví y crecí feliz. Y aunque no compartamos la misma sangre; yo soy hija de Luisa y Antonio Didier.  Y Gabo es mi hermano. Ellos son mi familia. Y nadie más.

Le doy un sorbo más al café. Ya perdí la cuenta de cuántas tazas de café me he bebido. Justo una de las meseras que me esta atendiendo. Me está dedicando miraditas raras a cada rato. Y no sé si es por mi aspecto que seguramente luzco mal. O por que solo le he estado pidiendo café. O es que le provoco lástima.

Le hago un gesto con la mano para que se acerque. Y cuando pago la cuenta, finalmente salgo de la cafetería. Solo me tomará unos minutos en llegar a casa.

Giro en la esquina. Mientras camino cabizbaja, con los brazos cruzados. Sin embargo, me percato de que alguien viene en mi dirección. Alzo la vista y…

Me detengo durante unos segundos. ¡No puede ser! Otra vez él.

Cuando alza la vista y me ve. Yo reanudo mi camino y trato de ignorarlo.

Pero él abre la boca. Claro, no va a dejar pasar la oportunidad de hacerme sentir mal. De joderme como siempre lo ha hecho.

—Pero mira a quién tenemos aquí, a la chica cicatriz —dice, con voz irónica, a la vez que muestra una sonrisa.

Trato de pasarle de lado, pero me toma del codo impidiéndome seguir.

—¡Suéltame, Christian! —siseo—¿Qué mierda quieres ahora?

Finge asombro al escucharme hablar.

—Pero cuánta agresividad, Rebecca —dice, con el gesto divertido—. Por cierto, ¿en dónde has estado? —se detiene unos segundos, pero prosigue—, ¿no me digas que huiste de mí, después de nuestro encuentro aquí mismo?

— Nunca vas a dejar de ser tan hijo de puta, ¿no es así?

—No te conocía ese lenguaje —arquea una de sus cejas, y me escanea de pies a cabeza—. No te ves tan bien que digamos. Siempre luciendo tan hermosa —de nuevo su ironía.

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Where stories live. Discover now