Capítulo 15 | Rebecca

1.3K 109 5
                                    

‹‹Rebecca››

Estamos sentados Peter, Jhulie y yo, en una de las muchas mesas que nos habían dado. Estuvimos hablando por unos minutos más. Volví la vista hacia Andrew. La mujer con la que vino le estaba tocando la mejilla, y Andrew estaba sonriedo a causa de eso.

Se notaba contento con ella.

—¿Oye y quién es esa? —Jhulie susurró cerca de mí.

—No lo sé.

—¿Es su mamá?

—No —dije— se ve que es joven.

—Pero también se ve que es un poco mayor que Andrew.

—Si…

Estaban brindando por algo.
Entonces aparte mi vista de ellos.

Estaba tratando de pinchar la comida con el tenedor. Ver a Andrew tan contento con esa mujer me bajó el animo. No es que no me gustara verlo feliz, simplemente ¡ah! ¿Qué es lo que me pasa?

Dejé el plato con la comida y bebí un poco de vino.

Minutos después. Jhulie se fue al baño. Vi a Andrew acercarse hacia la mesa en la que nos encontrábamos.

—Hola —mencionó cuando se detuvo.

—Hola —contesté.

Sonrió tomando asiento a mi lado.

—Me gusta el vestido que traes —dijo.

—Ah, gracias. 

—¿Qué tal Peter? —Andrew preguntó.

—Andrew. No sabía que también estabas invitado a la fiesta de aniversario del hotel —Peter mencionó, y pude notar que lo hizo con un poco de molestia en su voz.

—Pues ahora ya lo sabes —dijo, mirándome, aún con la sonrisa en su rostro.

Fruncí el ceño. ¿Cómo es que Peter sabe como se llama Andrew? ¿Acaso se conocen?

Entonces Andrew acercó su boca junto al mío y me beso. Con Peter mirándonos.

Fue un beso que empezó entre tierno y luego se volvió un poco posesivo metiendo la lengua en mi boca.

—¿Vamos a bailar? —Andrew
preguntó, segundos después de habernos separado del beso.

Miré a Peter y, tenía una ceja arqueda.

Volví la vista hacia Andrew. Había sentido una especie de enojo al verlo entrar con esa mujer. Pero ahora está aquí. Mierda, no puedo siquiera molestarme con él.

Miré a la dirección en donde estaba Thomas y esa mujer. Ellos miraban en mi dirección.

—Sí —contesté.

Me ayudo a ponerme de pie. Caminamos hacia la pista, que era como una tarima. Estaba sonando una canción lenta.

Puso una mano en mi cintura, yo llevé mi mano a su hombro. Y la  otra lo entrelazó con la mía.

—¿Qué te haces?

Fruncí en ceño.

—¿De qué?

—Cada día estás hermosa.

Sonreí.

—Tu también estás guapísimo.

—¿Eso crees?

—Sí.

—Vale, me lo creo —sonrió.

NO ME DEJES IR © COMPLETA✅Where stories live. Discover now