Capítulo 3

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Habían pasado ya tres días, previsto al plan, salio un barco cargado con las cosas de Jorshid y como es lógico un señuelo. La verdadera princesa había salido en mitad de la noche custodiada por 10 guardias rumbo a una casa en mitad del bosque.
Jorshid iba en medio de la pequeña caravana montada sobre el caballo que le había regalado Qaisar. No había visto a Emir desde que salió pero algo le decía que estaba cerca.

El camino se le hacía interminable, se sentía nerviosa, el peligro podía venir de cualquier parte, temía no ver otra vez a sus padres, a su hermana, de no regresar a Persépolis, o que quizás el mismo pueblo de Persépolis no la quisiera por haberse criado y educado lejos de la corte, lejos de su hogar.
Después de un largo rato llegaron a la pequeña casita del bosque, uno de los guardias la guio dentro y los demás comenzaron a cercar la cabaña, el guardia volvió a salir. Como siempre tenía puesto la capa negra de terciopelo que le había regalado su abuela paterna, miró alrededor y lentamente se quitó la capucha, una cascada de pelo negro se regó por toda la espalda. Caminó por la estancia, había una chimenea, una cama personal y un pequeño librero donde había unos libros empolvados. Tomó asiento en una silla de madera junto a la cama. Sintió un movimiento a sus espaldas, como siempre entre las sombras Emir, con su largo abrigo negro y ese arco plateado que resplandecía

-Bienvenido a mi nuevo hogar

-Tranquila, pienso ayudarte con la decoración

-Por ahora puedes hacer el favor de encenderme la chimenea, tengo frío-
Emir se giró y miró fijamente el lugar donde debía prenderse el fuego, Jorshid se percató que el tatuaje en forma de estrella de David que tenía en el antebrazo derecho brilló momentáneamente, el fuego se encendió- Gracias...- Comenzó a observar cómo se consumía el fuego

-¿En que piensas?- Preguntó el ángel mientras se paraba junto a ella

-En nada- Dijo sumida en sus pensamientos

-Eso decimos cuando pensamos en todo... Anda empieza hablar, te escucho

-Me resulta extraño volver a casa...¿y si no encajo?

-¿Desde cuándo te preocupa encajar?

-No lo sé...es que... No he vuelto a Persépolis en 7 años, las cosas han cambiado

-Tú también has cambiado, incluso yo cambié en estos 7 años, pero no por eso dejas de ser una buena persona

-¿Crees que mis padres estarán orgullosos de mí? ¿qué tal si no soy tan buena hermana? O no creen que pueda llegar a ser una buena monarca...o...

-¡O quizás se va acabar el mundo mañana!- Emir suspiró, caminó por la habitación, se arrodilló frente a ella- Jorshid, desde que eras una niña siempre has hecho lo que creías correcto, muchas veces resultaba mal, otras bien, pero siempre supiste enfrentar las consecuencias, eso debes hacer ahora, ser tu misma, estoy más que seguro que todos te aceptarán tal y cómo eres, como una gran princesa

-Creo que es la segunda cosa más seria que me dices en 19 años- Con expresión pensativa

Emir se puso de pie con las manos a la cadera- ¿Cuál es la primera?

-Aquella vez que me dijiste que por mucho que agitara los brazos no podría volar

-¡Tenías 5 años! ¿Cómo es posible que lo recuerdes? Estabas obsesionada con volar

-Dijiste que tenías alas y a día de hoy todavía no las he visto

-Cosas que se le dicen a los niños- Dijo el ángel mientras se sentaba en la pequeña camita

-Pero es cierto...digo, eres un ángel, ¿no se supone que los ángeles tengan alas?

Emir sonrió, Jorshid era una de las pocas que lograba sacarle una sonrisa- Quizás algún día te responda a esa pregunta

Jorshid, la historia de una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora