Capítulo 25

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Ecbactana
Mansur se había reunido con sus concejales de guerra, no pensaba quedarse de brazos cruzados frente a la amenaza de Kisra, si buscaban guerra...guerra iban a tener. Tomaría el ejército de Persépolis, y una parte del suyo, si alguien debía sacrificar a su gente debían de ser ellos, tal vez hacerse con Persépolis no fue una gran idea

-No vas a declarar la guerra a Kisra- Le dijo Amrit con su voz autoritaria y altanera

-Estás tan loca como la tonta de Jorshid, ¡mujeres!-

Mencionó la última palabra con tal desprecio que Amrit apretó los puños, entendía la posición de Jorshid, ella también odiaba la ridícula manera de los hombres para resolverlo todo, la chica solo quería evitar mas pérdidas tanto humanas como económicas y eso era entendible, bastante había hecho ya para ser tan joven y los millones de problemas que tenía encima, pero para mujeres como ellas la vida no era nada fácil.

-Jorshid tomó la decisión que cualquier persona sensata tomaría, pero no te estoy piediendo que cedas a enfrentar a Kisra por eso, desde que tu hijo tomó el trono no te ha dado participación en nada, y te recuerdo que fuiste tu quien lo puso ahí

Mansur se quedó pensativo, lo estaba llevando justo a donde ella quería, al final las mujeres siempre obraban a su modo- ¿Que quieres decir?

-Bueno, si tu hijo no te da participación en las decisiones pues tendrás que buscar un medio para lograrlo

-Aliarme con Kisra, con el tal Izan y hacerme con el control de Persépolis

-Pero ojo, cuando Izan consiga ascender al trono debes acabar con él, de lo contrario la historia se repetiría

-Debe nombrarme regente primero, debo ponerme en contacto con él, Keyhan aprenderá a no jugar conmigo, nadie me engaña de la manera en que lo hizo.

Persépolis
Jorshid había entregado la carta a un mensajero, pedía a Arzu, su prima lejana reunirse en algún punto medio entre su reino y Kisra, solo esperaba poder razonar con ella, y en caso que aquello no funcionara pues Keyhan tenía razón, no podían dejar que su mandato se viera débil. Sintió la puerta, era Keyhan, estaba a punto de abandonar la habitación, odiaba tener que compartirla con él pero aquellos días eso era complicado, no podían correr riesgos

-No te vayas, necesito hablar contigo, acabo de reunirme con el consejo

-¿Otra reunión del consejo sin mí? Ya se van a enterar y sobretodo tú, ya se que prefieres...

-Quieren que tome a otra esposa- Se dio cuenta que retuvo el aire por un momento, quizás debió soltar la noticia de otro modo- Te lo cuento porque...

-¿Por qué?- Lo interrumpió, la noticia la tomó por sorpresa- Estás en todo tu derecho, además, necesitas un heredero para Ecbactana, y dada nuestra relación no es algo que yo pueda darte

-Pero tù también necesitas un heredero para Persépolis si no quieres que caiga en manos desconocidas

-A qué viene este repentino interés, es completamente normal que tomes cuantas esposas quieras, todos los reyes a través de la historia lo han hecho

-Nilufar, es a quienes han escogido,

-Muy bien, ¿cuándo será la boda?

-Quizás dentro de un mes

-Muy bien- Se puso de pie en ese momento dispuesta a abandonar la habitación- Preocúpate por Ecbactana, yo lo haré por Persépolis

Todavía tenía en su mente aquella conversación, la consideraban una reina infértil, y aquello no era para nada una buena señal, podía ser decapitada por eso, así que tenía que buscar una solución, y su solución dormía en la misma cama que ella, ya se le ocurriría una idea, había cedido bastante al casarse con él por el bien de su reino, pero hasta ese momento no había pensado en la idea en que tarde o temprano tendría que concebir con Keyhan.
Si tan solo al pueblo le importaran sus decisiones, su visión futura de lo que podía llegar a convertir a Persépolis, en la gran ciudad que era antes, pero solo la veían como un útero con patas, si no traía al mundo heredero no sería suficiente, ella era la heredera al trono, pero a sus ojos era una mujer cualquiera. Se sentía frustrada, triste e insegura, necesitaba a su amigo, necesitaba a Qaisar, el era el hombro donde podría llorar y quizás por un momento deshacerse de aquel caparazón que llevaba meses cargando

-Espero que me extrañaras y mucho- Una voz detrás suya la sorprendió, era el no cabía duda, sin pensarlo mas se giró y rodeó su cuello

-Si, te extrañé...y mucho- Dijo en un susurro

Jorshid, la historia de una reinaWhere stories live. Discover now