Capítulo 6

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Aún no encontraba un solo rastro de Jorshid, había sido muy ágil en esconder sus huellas, el solo pedía que estuviera viva, viva y a salvo. Se percató que su caballo estaba cansado, así que buscó un manantial que había cerca, conocía la zona, estuvo varias veces con su padre por allí cuando salían de cacería. Iba más despacio, desmontó del caballo y dio una palmada en su lomo, el enorme corcel comenzó a beber agua tranquilamente. De repente sintió movimientos a su espalda, sacó la espada de su cinturón, comenzó a girarse lentamente, lo tomaron de sorpresa, pero en ese momento estaba más que sorprendido.

Su corazón saltó en el pecho, soltó el arma casi sin darse cuenta. Allí estaba ella, el vestido rosa estaba sucio y rebeldes mechones le caían alrededor de la cara, había perdido su velo y su largo cabello azabache ondeaba al compás del viento. Como siempre, una sonrisa adornaba su rostro y aquellos ojos avellana lo miraban fijamente

-¿Piensas quedarte ahí, como la columna del templo?

No podía articular palabra, simplemente corrió a abrazarla- ¡Estás bien, estás aquí!

-¿Cuántos apachurros?

-¡Cuánto me alegro que estés bien!

-¡Imagínate yo!- Le respondió ella con una sonrisa

-Jorshid- Qaisar la regañó

-Va, lo siento- Hizo una breve pausa- Y gracias por salir a buscarme, sabía que no lo dejarías así

Yo nunca renunciaría a ti- Quizás no debió decirle eso, pero en aquellos momentos estaba tan feliz de volver a verla que no le importó medirse con las palabras

-¿Qué te parece si regresamos?- Dijo para cambiar el tema, no era tonta, sabía de los sentimientos de Qaisar pero tampoco quería perder a su mejor amigo

-Buena idea

-¿Le han avisado a mis padres?

-Aún no, estábamos esperando tener una noticia concreta

Jorshid hizo una mueca con la boca- Algo así como "Amigo Ardeshir, su hija casi fue secuestrada, pero no se preocupe, ya la tenemos de vuelta"- Dijo con sorna- Qaisar la ayudó a subir al caballo mientras soltaba una carcajada- Al menos ya sabemos que irse por tierra no fue la mejor opción, en cuanto lleguemos zarparé hacia Persépolis

-Estás loca, acabas de sufrir un ataque, puede pasarte algo

-Qaisar, no puedo pasar mi vida escondida, además, no tengo miedo, una princesa debe actuar de frente, o al menos eso es lo que dice mi abuela, además no vendré sola- Le sonrió en ese momento- Espero que mi mejor amigo venga conmigo

-Claro que iré contigo, aunque a decir verdad creo que soy tu único amigo

-Y yo creo que tienes razón- Respondió con una sonrisa

Persépolis

Mahvash estaba de frente a las tumbas de sus padres, hacía ya 10 años que ambos murieron en un mal tiempo mientras navegaban hacia Persépolis. Allí sentía una paz que en ningún otro lugar, se sentía cerca de ellos. En sus rezos decidió incluir a sus hijas, oraba porque siempre estuvieran bien y porque permanecieran juntas, que se apoyaran mutuamente y que nunca olvidarán el valor de la familia ni del amor, el valor de aquellas personas que permanecen a su lado aun cuando las cosas van mal. Una vez terminado volvió a ponerse de pie y lentamente abandonó el lugar. Caminó despacio por los jardines del palacio, observaba las rosas, los árboles, incluso los pajarillos que para algunos por sus trinos podían resultar molestos. Caminó por entre los pasillos, pensaba en la noche pasada, una pesadilla no la había dejado dormir, le había contado a su esposo, pero este no había prestado mucha atención, era como una espina, no había conseguido dejar de pensar en eso, veía a Jorshid en el bosque, reodeada por lobos, sola, llorando y sin alzar su voz para pedir ayuda

Jorshid, la historia de una reinaWhere stories live. Discover now