Capítulo 38

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Bajó de aquel caballo como alma que lleva el diablo, ni siquiera reparó en los varios soldados a su alrededor que le hacían señales y gestos cuando desenvainó aquella espada que tenía grabado un sol en el mango y que antes había sido de su abuela, todos se percataron que estaba allí con la clara idea e intención de atacar al rey. Avanzó con paso rápido, nadie reconocía a la mujer que había descendido de aquel caballo, ¿dónde estaba la reina dulce, aquella que nunca alzaba un arma en contra de alguien?...a menos claro que fuese absolutamente necesario

Keyhan la vio venir, entonces miró a sus ojos, aquellos avellana que tanto le cautivaban y los mismos que adoraba ver cada mañana justo al despertarse, su Sol, pero esta vez en esos ojos solo había rabia, odio, algo había pasado para que ella lo mirara de esa manera, fue entonces cuando aquel mal presentimiento que tenía desde hace días regresó pero esta vez multiplicado por mil, las cosas acababan de ponerse feas, muy feas

Jorshid avanzó con espada en mano, la levantó sobre su cabeza y en menos de un segundo había hecho a Keyhan una herida en el pecho. Vio como se llevaba la mano al corte, había sangre. Los soldados intentaron detenerla, pero ella no veía otra cosa que no fuera matar a Keyhan, asi tuviera que matar a 300 hombres que se interpusieran en su camino. Keyhan levantó la mano ensangrentada y con aquel gesto todos se hicieron a un lado entendiendo que aquel problema era entre el Shah y la reina y por tanto nadie, absolutamente nadie debía interceder, aún cuando esta tenía claras intenciones de matar al rey.

-¿Se puede saber a qué debo este trato tan agradable por parte de mi reina?- Preguntó Keyhan con ironía mientras señalaba el recién corte en la piel que ya comenzaba a escocerle

-Asesino- Murmuró aquella palabra con los dientes apretados y mucha fueria contenida...y dolor, mucho, porque estaba enamorada de él, pero su compromiso con la familia era mucho mayor

-Supongo que ya lo sabes...- Su mundo acababa de derrumbarse, su secreto mas temido ahora era conocimiento de Jorshid, ahora solo quedaba una cosa, hacer que lo perdonara, y conociéndola eso no sucedería tan fácil

-Ni siquiera te molestas en negarlo- Volvió a levantar la espada pero Keyha  esquivó el golpe- Desenvaina tu simtra, quiero matarte pero tampoco que sea tan fácil

-No crees que sería mejor conversar...dentro de la tienda- No hacía mas que mirarle el vientre, aún no se hacía notar, pero él no podría levantar nunca un arma en contra de aquella mujer que tenía enfrente suyo, en parte porque cargaba a su futuro hijo y por otro lado porque era Jorshid, y Jorshid se había convertido en todo para él, era su otra mitad. En ese momento ella intentó atacarlo nuevamente, desenvainó y esquivó el golpe, ahora si, la batalla era inminente

-Juré un día matar al asesino de mi padre Keyhan, y no me importa quedarme viuda, pero voy a cumplir mi promesa

Un chirriar de espadas provocó a los presentes muecas de molestia- ¡Jorshid, me equivoqué! Y lo siento, pero estas no son formas de resolver las cosas

Ella no contestó, sino que siguieron luchando hasta quedar fuera del campamento, le había provocado varios rasguños, él no podía, solo trataba de defenderse. Estaba enojada, en el tiempo que llevaban juntos se dio cuenta de lo mucho que quería y admiraba a su padre, el antiguo Shah, quería ser como él, o quizás hasta mejor, si él hubiera estado en su lugar también estaría muy enojado, al punto de querer matar de igual forma. En ese momento se encontraban justo en medio del desierto, una nube de polvo se levantó provocando que ambos se detuvieran, les escocían los ojos. En ese momento se dió cuenta que estaba llorando, pero quizás solo sería por las arenas...o quizás no

-Lo siento, ¿vale? Perdóname

-¿¡Que te perdone!? ¡Tienes que estar loco para pedirme algo así!- Arremetió nuevamente en contra de él y esta vez consiguió hacerle una herida en el brazo

-¡Jorshid!- Esta vez le gritó enojadado, pero no con ella, eso era imposible, sino con la vida, como era posible que en menos de un minuto ella lo mirara como al principio, cuando ambos se odiaban, ahora esa mirada le provocaba dolor- ¡Se que fallé! Y lo siento, no sabes cuanto, pero tambiém tienes que entender que en aquel momento las circunstancias eran diferentes, yo pensaba de una manera diferente

-Puede ser...pero ahora mismo yo solo veo enfrente mio al asesino de mi padre- Intentó asestarle otro golpe pero esta vez lo esquivó provocándole una pequeña herida en la clavícula

-Piensa en nuestro hijo...por favor, evitemos esta pelea, nos estamos haciendo daño- Dijo con la respiración entrecortada mientras trataba de esquivar otro golpe

-Tranquilo, le diré que yo misma maté a su padre y por lo otro no te preocupes, justamente eso es lo que quiero, hacerte daño- Esta vez arremetió con todo, pero se detuvo...

La espada de Jorshid quedo a pocos centímetros de su pecho, algo la detuvo y nunca supo que fue, se sentía cansado, agotado, solo quería que aquello terminara

Las lágrimas no paraban de salir de sus ojos, quería creer que eran a causa de las arenas del Haryana pero no, eran por él, estaba llorando por su causa, porque le dolía en lo más profundo lastimarle, porque se debatía entre su venganza, entre el dolor de quererle y saber que fue el causante de la muerte de uno de los seres que mas amaba en este mundo. Pero entonces estaba a punto de matar a alguien que también se había ganado un lugar en su corazón, su compañero...fue cuando sintió la mano de Emir detendiendo la suya, aquello le imposibilitó avanzar, había sido como su manera de decirle que no cometiera una locura. Recordó el motivo real de porqué había ido allí, bajar la espada le dijo

-Hace algunos días llegó una carta de Ecbactana, tu padre ha muerto- Dijo con una voz seca, carente de toda emoción- Supongo que el mal hecho siempre regresa- Comenzó a caminar de vuelta a donde Ruya- Puedes irte a Ecbactana, yo me quedaré con mi ejército, sé que tienes mucho que organizar allá

Aún no procesaba la noticia, su padre acababa de morir, eso lo convertía a él en el nuevo rey- Te hice una promesa y voy a cumplirla, no me iré de aquí hasta acabar con Kisra

-Me parece bien...a fin de cuentas incluso mataste por ser el nuevo rey- Caminaba con paso lento a donde su caballo

-Debes descansar...

-No quiero descansar y mucho menos en el mismo lugar que tú, puedes seguir directo a Ecbactana, debes tener asuntos que solucionar allá

-Ambos, te recuerdo que está casada conmigo, tu también acabas de convertirte en la reina de los ecbactanos

-Yo a diferencia de ti nunca lo quise, nada de esto, así que asume, yo atenderé lo que me corresponde como reina de Ecbactana, siempre te he dicho que mi deber está con Persépolis

-Jorshid, necesitamos hablar

-Puede que tengas razón, pero ahora mismo yo solo quiero matarte, no quiero verte en Persépolis, ve y corónate como nuevo rey, a partir de ahora haremos vidas separadas

-No puedes pedirme eso, estamos casados y yo te amo

-Yo también te amo, pero no puedo seguir durmiendo a tu lado después de saber todo esto...Leyla se quedará conmigo, no quiero que presencie la carnicería de sus otros hermanos ni que esté en medio de algún conflicto- Dicho esto agarró las riendas del pura sangre

-Sahir te contó ¿cierto?

-Y qué más da- Respondió con la voz triste- Eso no hace ninguna diferencia...lo que has hecho Keyhan...- En ese momento la agarró del brazo, la acercó a él, y otra vez los dos cuerpos parecían uno. Levantó la cabeza y lo miró a los ojos, tenía sentimientos encontrados.

Entonces le dio un beso, y tuvo el presntimiento que sería el único beso en algún tiempo- Jorshid...- Susurró contra sus labios

-Adios- Cerró los ojos y se separó de él, le dolía, pero mucho más le dolía la muerte de su padre...de no ser por Emir, lo hubiera matado, hubiera matado al hombre que amaba. Montó en el purasangre negro y con la misma velocidad con que había llegado se fue

Jorshid, la historia de una reinaWhere stories live. Discover now