Capítulo 30

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Había desertado de las tropas de su padre para servir al rey, y luego a la reina Jorshid, a sus 23 años era uno de los mejores soldados de Persépolis, juró darlo todo por su país y eso haría, pero convencer a su padre no sería una tarea fácil, muchos antes que ella habían intentado que el legendario ejército de sus Inmortales se unieran a ellos, pero Bajtiar nunca cedió, no le gustaba inmiscuirse en asuntos como aquellos, pero Jorshid le estaba demostrando que era la reina por la cual todos querrían perder la cabeza, el día en que dirigió la defensa del palacio se había ganado todo su respeto. Esperaba que ella lo considerara como alguien de confianza.
Comenzaba a anochecer cuando llegó al campamento de su padre, amarró al caballo y entró discretamente en la tienda de Bajtiar, su madre estaba allí, al pie de una pequeña hornilla, la mujer levantó entonces la vista

-¡Sahir!- Exclamó en un ahogado grito mientras corría a abrazarlo, hacían ya 3 años que no veía al mayor de sus hijos

-Mamá- El chico la abrazó, se separó de ella

-Estás más alto, tan fuerte- La mujer acarició su rostro- Sahir, te amo hijo, pero sabes que a tu padre no le gustará verte aquí

-Le guste o no, no voy a irme hasta hablar con él

-Lo que me parece muy mal es verte aquí cuando te prohibí terminantemente pisar mis tierras, ya no eres mi hijo Sahir, ¿Qué quieres?

-Vengo en nombre de la reina

Bajtiar levantó una ceja y acto seguido soltó una estruendosa carcajada- Mujer sal de aquí- Se refirió con tono despectivo a su esposa

Quiso responderle, pero ya estaba cansado, solía tener peleas diarias con su padre debido a la forma en que la trataba, pero ella siempre se ponía de su lado justificando su comportamiento. Le dolía la forma en que vivìa, ella y sus hermanos. Siguió con la mirada a su madre, estaba mucho mas delgada.

-Habla Sahir, ¿que quiere tu reina?

-Kisra nos ha declarado la guerra...

-Kisra les ha declarado la guerra- Lo interrumpió- No tengo nada que ver con eso, así que si vienes a pedir mi ayuda y la de mi ejército, pierdes tu tiempo

-Sabía que te negarías, pero te haré una oferta que no vas a poder rechazar,

-En otras palabras quieres chantajearme- El chico solo se encogió de hombros- ¿Y qué puedes ofrecerme Sahir?

En ese momento sacó un medallón y agarró la mano de su padre- Hiciste una promesa, se lo debes

Bajtiar miró el medallón, había sido de su padre, el dirigió el ejército de los Inmortales, ese hombre rudo que lo había enseñado a pelear y que luego de su muerte en batalla luchando por Persépolis le había entregado el mando de ese enorme ejército. Un hombre que había nacido y vivido allí y amaba a su tierra como nadie. Miró al frente dos sombras se alzaban detrás de Sahir, una era la de su padre, la otra le era imposible discernir quien era, pero tenía una presencia angelical que le calmaba
Le devolvió el medallón a su hijo- Dile a tu reina que mi ejército está sus órdrnes, pero les costará caro, quiero oro

-Muy bien, ya era mucho esperar que hicieras algo gratis- Se acercó a la salida, buscó con la mirada a su madre, exaló...

Susa
Bahar no hacía mas que caminar de un lado a otro, una boda no era algo sencillo, el salón de las mujeres era como un hervidero, todos caminaban de un lado a otro, llevaban vestidos, telas y todo tipo de cosas, preparaban los baules con los que Setare se iría, aquellas serían las últimas reliquias que obtendría de su casa materna, ahora debía irse con su futuro marido, rezaba a todos los dioses porque fuera feliz, la decisión le parecía algo precipitada, pero su hija ya estaba grande y la mayoria de las mujeres no llegaban a los 17 años en la casa materna. Después de dejarlo todo listo y en orden decidió que era hora de ver como iban los arreglos con su hija

Jorshid, la historia de una reinaWhere stories live. Discover now