Capítulo 8

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Persépolis

Había caído la noche y verdaderamente el día había estado bastante ajetreado y todavía quedaban la gran cena organizada por Mahvahs en honor a Jorshid y el gran baile de luego, a decir verdad ya estaba cansando, pero él era el rey y debía estar presente, aún así su mente estaba ocupada en la situación política del país, en aquellas tres semanas Ecbactana había enviado un pelotón a su frontera y él había tenido que hacer lo mismo, pero aún así le preocupaba la situación del pueblo, su reserva de comida no servía para abastecer a todos, si la situación se agravaba tendría que optar por medidad drásticas, medidas que incluían a Jorshid, por mucho que le disgustara la idea no podía permitir que el reino se le fuera a pique

-Ardeshir podrías prestar algo de atenció, tu hija está bailando y lo hace maravillosamente- Decía Mahvash en su oído, levantó entonces la vista, Jorshid en el centro captaba la atención de todos, su hija era grácil, tal parecía que era la música quien la acompañaba a ella- En eso ha salido a ti- Respondió Ardeshir- Fue bailando en los salones del palacio que te conocí

-Y hasta entonces no he dejado de bailar para ti, ni dejaré...

-Mi hermosa florecilla- En ese momento Kurosh se acercó a él, dijo algo en su oído y se levantó rapidamente, fue hasta donde su madre- Hay un asunto que requiere mi atención,  retira por favor a las mujeres, los hombres comenzarán a ponerse violentos por los efectos del vino y no estoy para controlar

Nakisá asintió con la cabeza, por la expresión de su hijo pudo ver que se trataba de un asunto bastante serio y en aquellos días un asunto serio solo podía tener que ver con Ecbactana y por ende la guerra.

Estaba agitada con tanto baile, en Esmir se cohibía bastante, la mayoría de las veces trataba de pasar desapercibida, pero allí, sabiendo que estaba bajo la completa protección de su padre se sentía segura, en confianza, sabiendo que nada de lo que hiciera podría ser tomado a mal. Conversaba con Nilufar cuando un invitado nada agradable para ella apareció detrás suyo

- ¿Me permite su alteza?- Aquella voz la hizo voltearse, la espléndida sonriaa que antes adornaba su cara se borró inmediatamente

-Con permiso- Se excusó Nilufar entendiendo que aquella conversación no la incluía en lo absoluto, así que reverenció a los príncipes y se fue dejándolos solos

-Príncipe, a que debo el honor de su conversación- Dijo con sorna, miró de repente al centro del salón, Emir con su semblante serio la observaba desde la distancia

-Por favor, no debes usar esos términos conmigo, solo quería darle la bienvenida- A decir verdad los comentarios de la corte no podía estar mas lejos de la realidad, Jorshid era sin duda la princesa persa mas hermosa que había visto, y había visto a varias, aún así aquella belleza angelical no le atraía, él prefería a las mujeres de mundo, aquellas que no tenían principios y su poco conocimiento les impedía reclamar por sus derechos, por lo tanto eran víctimas de todo tipo de ultrajos y no eran capaces de quejarse

-El hijo del hombre que declaró la guerra a mi país me da la bienvenida a mi hogar... ¿Acaso te ves vencedor y lo sientes como tuyo?- Dijo sin abandonar su sonrisa

-Las decisiones de mi padre no me conciernen, puedo o no estar de acuerdo con ellas y mi opinión no sería tomada en cuenta, como mujer deberías entenderme

-La mayoría de las veces las mujeres no estamos de acuerdo con sus decisiones, solo que a diferencia de los hombres tratamos de resolver los problemas por la vía diplomática, pasa que hombres al fin no escuchan, se estrellan, y cuando lo hacen vienen a pedirnos consejos- Jorshid acomodó su cabello bajó el velo que había quitado para bailar mejor- Y luego nuestra colaboración queda en el anonimato, es como el ajedrez, se nos pide proteger al rey

-Supongo que está enterada del motivo real de mi visita a Persépolis- Había ido por lo directo, se estaba percatando que tendría que cambiar su método con Jorshid, pero mujer al fin caería rendida a sus pies

-Lo estoy, agradezco su interés en mi...o mejor dicho en mi reino, pero voy a declinar su oferta

-No sé si estará enterada de la actual situación en Persépolis, pero no está en la opción de elegir

-El príncipe de Esmir, Qaisar, también es pretendiente a mi mano, no veo por qué no podría aceptarlo como futuro esposo- Volvió a mirar, Emir le pedía a señas mantener la calma, y le estaba costando bastante contenerse y no gritarle que era un pretencioso y que debería dejar de tratarla como si fuera un objeto escaso de cerebro y por ende de la habilidad de pensar

-Dudo que Qaisar pueda ayudar en una situación como esta, soy tu única esperanza Jorshid- Pronunció su nombre como si le diera asco- Ecbactana está fortalecida, ni con el ejército de Esmir y el debilitado de Persépolis podrían vencernos, así que me entregas el reino por la fuerza o de buena gana

Vio de lejos a su abuela levantarse y laa mujeres comenzaron a seguirla, con un gesto le indicó que era la hora para las mujeres de retirarse- Mi decisión es definitiva, no contraeré nupcias contigo

-Estás condenando al reino Jorshid, tu decisión es egoísta

-Te equivocas, mi decisión es valiente- Keyhan la miró entonces con expresión burlona- ¿Sabes por qué? Porque considero que Persépolis es capaz de enfrentarte a ti y a tu poderoso ejército sin necesidad de una boda de por medio

-Con permiso altezas, princesca Jorshid, hemos de retirarnos

-Ha sido un placer intercambiar con usted Jorshid...

-El placer es todo mio Keyhan- Respondió en el mismo tono socarrón de su interlocutor

Jorshid, la historia de una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora