₁₂.

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Tanto como Clyde y Wendy mantenían una conversación fluida en la habitación.

El azabache miraba sus propias manos desde ya hace rato, buscando que apareciera algo por arte de magia. 

Estaba de más decir que su cabeza parecía estallar en cualquier momento, pero por el bien de su salud, meditaba sobre las palabras de la mujer que había estado con él hace minutos atrás.

Parte de su inquietud se disipó, pero aún quedaba mucho estambre enredado.

Su tranquilidad empezaba con el hecho de que a Tweek no le sucedió nada, valió la pena mantenerlo aislado y su trabajo no fue en vano. Lo que no entendía era como de repente cayó dormido o desmayado. 

Simplemente recordó la espalda del blondo a través de las plantas. Luego, la voz de lo que parecía ser de su madre hablándole.

Al principio pensaba que era con él, pero no tenía sentido. ¿Cómo fue posible escuchar su conversación si no estaba despierto? 

Por más que buscaba y buscaba alguna razón lógica quedaba con las manos vacías. 

Por otro lado, quería hablar con la mujer. Preguntarle muchas cosas, tantas que estaba seguro que podía hacer una lista. Pero apenas cuando le dirigió la palabra le dijo que no le haría daño.

¿Hay demonios que no dañan a la gente? ¿Esa es la razón por la que no le hizo nada? Ya sabía que su hijo no era humano... ¿Para qué dejarlo con vida?

Suspiró levantando la mirada para observar a sus dos amigos. 

Lo primero que hizo saliendo de la enfermería fue ir al comedor, les dijo a Wendy y a Clyde que olvidó algo en el club así que ellos le dejaron irse ya que también tenían cosas que hacer

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Lo primero que hizo saliendo de la enfermería fue ir al comedor, les dijo a Wendy y a Clyde que olvidó algo en el club así que ellos le dejaron irse ya que también tenían cosas que hacer.

Caminó con algo de prisa hacía su objetivo, al ser el final de la tarde no iba a pasar mucho tiempo antes de que cerraran las puertas. 

Craig sentía como el sudor frío caía hasta su mentón. Cuando el portón estaba justo al frente de sus narices su corazón latió aún más rápido. Una persona salió y aprovechó su distracción para entrar.

Sus ojos viajaron por todo el lugar. Un par de adultos se encontraban recogiendo las sillas y limpiando el piso. 

Se apresuró hasta llegar a la puerta donde daba hacia la cocina, no había nadie y era lo suficientemente pequeño para pasar por debajo de la pequeña tabla que impedía el paso. 

Bajó para evitar golpearse la cabeza y al frente de la cerradura se detuvo.

No sabía el nombre de la mujer apenas la conocía físicamente y posiblemente si todo salía mal iba a meterse en problemas. 

Pero en ese momento era lo que menos le importaba. 

Su mano temblorosa tocó el frió metal hasta que esta giró en un pequeño sonido. Volteo asegurándose que nadie le viera y avanzó. 

Un almacén bastante grande lo recibió. Cajas, bastantes recipientes de comida y parte de las estanterías estaban vacías. Tal vez era donde estaban los ingredientes.

Como de nuevo todo estaba desolado en la habitación buscó la salida, esta vez costó abrirla ya que se trataba de un metal bastante pesado. 

Terminó en la parte trasera de la Iglesia. 

Un sudor frío apareció en su mejilla, había muchas direcciones en la cual dirigirse. Temía de que en su búsqueda se encontrara con la persona incorrecta, pero, recordaba que la joven solo solía estar con un par de ayudantes o sola. 

Caminaba con cierta duda mirando hacia sus espaldas cada momento que podía. 

Se apretó el tabique de su nariz al sentir un hedor bastante intenso. Un contenedor de basura bastante grande estaba ubicado a un lateral. La luz se perdía por las altas paredes de concreto.

De alguna manera sus sentidos le indicaban dirigirse hacia ese pasillo.

Se sentía cada vez más pequeño, diminuto. Se estaba arrepintiendo de tomar esa decisión, hasta que un ruido le hizo dar un respingo. 

El pánico recorrió todo su ser.  Vio unas sombras a lo lejos. 

Una conversación se escuchaba a la distancia. Al reconocer la voz de la mujer lo dejó estático.

Había logrado su objetivo. Con duda y timidez sus pequeños pies fueron yendo a donde los adultos estaban, hasta que sin fijarse terminó chocando con unas latas y estás hicieron ruido que resonó por el eco del lugar. 

Se detuvo inmediatamente, los nervios aumentaban y sentía que le faltaba el aire.

—¡Se-señorita Tweak! —su voz salió por sí sola, las figuras se detuvieron y ahora observaban a la dirección dónde provenía el llamado. 

La fémina entonces salió de la esquina donde estaba con anterioridad y encaró al infante sorprendida. Miró a la persona que le acompañaba. 

Apareció a su lado un adulto de cabello castaño que le veía atento con un gesto de curiosidad. Parecían quedarse para siempre en ese silencio tan misterioso, donde sólo podía verse como el sol terminaba de esconderse. 

Los tonos rojizos se reflejaron en sus rostros, dando un aspecto algo tétrico. Si Craig no conociera a la mujer, probablemente hubiera salido huyendo.

—Craig. —dijo finalmente, se le pusieron los pelos de punta. Aunque de todas maneras sabía que su nombre no era una incógnita a estas alturas. Quería volver a hablar, pero era como si hubiese olvidado como hacerlo. La mirada del hombre sobre él le ponía aún más tenso. —¿Qué haces aquí, cielo? —sonrío, esta vez ese gesto no le provocaba miedo.

Se llenó de valor. Su garganta se sentía reseca. 

Tragó algo de saliva.

—Yo... Yo, quería hablar con usted. —entrelazó sus propias manos para calmarse. —Disculpe que, aparezca repentinamente así. P-pero... —tomó aire. —Ambos sabemos bien que tenemos cosas que tratar. —se sorprendió de que su voz no se quebrara tanto.

Nuevamente la adulta vio al señor como si buscara una respuesta.

Sonrió. Esta vez de manera más amplia que antes.

—Eres muy valiente. —admitió la Señora Tweak mientras caminaba hacia donde estaba Craig. Aguantó la respiración como si estuviera siendo acorralado por un animal salvaje. —A pesar de que te deje ir, vuelves a mí. ¿Qué debería pensar de eso? —rozó su rostro con sus frías manos. Craig se mantuvo firme.

Su boca se abrió un poco como si se acordará de algo repentinamente. 

—Ya veo, así que no has dicho nada. 

Craig palideció. Podía jurar que iba a desmayarse.

—Hellen. No lo asustes más. —el hombre intervino en la escena. La castaña dejó de estar tan cerca del azabache en el momento que colocó su mano sobre su hombro. —Tiene que tener suficiente con lo que sabe.

Ambos se observaron, pareció eterno hasta que hizo contacto visual con el que parecía ser el esposo de la Señorita Tweak. Sus ojos castaño oscuro parecían estudiarlo mientras que este mantenía una sonrisa amigable.

—Nunca me permites manejar la situación, siempre tienes que hablar. —se quejó en un pequeño berrinche.

—Es que no sabes todavía como tratar con los niños, pobrecito... ¿Es qué no te das cuenta? Su cuerpo esta tan estático como una madera. —esta vez se acercó con cuidado, agachándose a la altura de Craig. —Lo siento mucho, mi esposa suele ser muy tosca en el momento de tratar con los humanos. Ahora que sabes sobre nosotros, creo que tienes razón. Tenemos mucho que hablar.


𝟢𝟥/𝟣𝟢/𝟤𝟣: Capítulo editado.

𝐒𝐞𝐧̃𝐚𝐬 ¦ CreekWhere stories live. Discover now