₁₄.

1.6K 222 47
                                    

—¿No ha lastimado a nadie, verdad? —esa pregunta quedó al aire, dejando a los dos adultos completamente desconcertados. La mano de Hellen que sujetaba a Craig se separó mientras su mirada estaba perdida en sus palabras.

Su gesto expresó arrepentimiento, evitando el contacto visual. Cerró los puños con impotencia, el Sr. Tweak se acercó a ella buscando darle su apoyo.

—Será mejor entrar y hablar con más calma, ¿sí? —sugirió el esposo de Hellen mientras colocaba sus manos sobre sus hombros. 

Caminaron hacia la entrada de la casa, era una pequeña de campo. 

La naturaleza la mantenía escondida en mayor parte como si esa fuera su intención. 

Al estar adentro unos pequeños muebles le recibieron, todo estaba muy limpio y organizado a pesar de lo descuidado que se podía notar en el exterior. 

Con una sonrisa del castaño acompañado de un pequeño gesto con su mano este le invitó a que se sentara en donde quisiera. Con duda y algo de inquietud eligió una silla individual que estaba al frente del sofá grande.

Su vista recorrió cada rincón como si tuviera la intención de encontrar algo fuera de lo común, más todo parecía ser aún más normal de lo que se imaginaba.

Una pequeña taza apareció en su campo visual haciéndole reaccionar.

—Espero que te guste el té, cualquier otra cosa que necesites házmelo saber.

Asintió con timidez la cabeza. Apretó con fuerza sus pequeños dedos, sus nudillos se estiraron a tal punto que se marcaron en blanco.

—¿Hellen, podemos hablar un momento? —los ojos marrones buscaron su figura que se encontraba en la cocina. 

Craig pudo verla de perfil mientras parecía preparar algo. El olor de la masa cocinándose hizo que el estómago le sonara. Se llevó una de sus manos a está sintiendo como la vergüenza se manifestaba en sus mejillas. 

—Pronto traeremos algo que seguro te gustara. —dijo antes de abandonar el salón.

No supo en qué momento se le escapó el tiempo, apenas pudo distinguir los susurros provenientes de la conversación. No quería husmear, no le gustaba. A pesar de que se moría por saber que era de lo que estaban hablando.

Los dos adultos pronto se sentaron en el sofá al frente de él, el hombre sonreía con amabilidad dejando un plato de galletas en la pequeña mesa. El humo desprendía de ellas y se perdía en el aire.

—Gracias por recibirme. —el azabache se adelantó rompiendo el silencio y juntando más las piernas tratando de sentirse más seguro.

—No es necesario que agradezcas, debes tener muchas preguntas ahora. Trataremos de responderlas lo más claro posible, por favor, tomate tú tiempo. —de nuevo la actitud del padre de Tweek lo hizo relajar los hombros sobre el asiento. La mirada verdosa de su esposa estaba ausente a la vez que cruzaba las piernas lentamente.

Tragó saliva, jurando sentir sus propias manos temblar ¿Por dónde comenzar? Podía jurar que podría preguntar tanto que el día terminaría y no sería suficiente.

—¿P-por qué no...? —se detuvo, midiendo mejor sus palabras. Cerró los ojos por un segundo. —Si sé sobre lo de su hijo seguramente no querían que nadie más lo supiera. De alguna manera lo están protegiendo pero... ¿Por qué no me hicieron nada a pesar de descubrirlo?

Hubo un silencio rotundo en la habitación. Sin embargo, la reacción de ambos parecía no ser de ninguna manera negativa. 

El Sr. Tweek terminó de beber su té para dejarla sobre el pequeño plato de porcelana.

—No somos lo que la mayoría piensa, Craig. Al no ser humanos a pesar de tener características similares nos preocupamos por los nuestros como ustedes lo hacen, defendemos lo que creemos y rechazamos aquello que consideramos malo. —dijo Hellen. 

Craig le miró, jugando por un momento con sus propias manos. 

—No es fácil explicar de manera simple algo que es tan complicado, no tenemos la verdad del mundo para imponerte lo que pensamos. Pero si te podemos decir que al no querer decir lo que es nuestro hijo, dice mucho de ti. No eres igual a los demás. —suspiró. —Lo sé porque en el momento que te vi por primera vez pude... Saber lo que pensabas.

Craig se levantó abruptamente de la silla sintiendo como el sudor se producía sobre su frente. Entonces... Significaba que las visiones que tuvo de ella no eran ningún mal sueño.

—E-entonces... Eso quiere decir, que... Pudiste saber que... —se llevó la mano a la frente, haciendo que el chullo se moviera.

—Lo siento, no lo hice de manera intencional. Tenía miedo de que le hicieran daño a Tweek y ahora mereces saber la verdad. No puedo ocultártelo. —miró hacia el piso arrepentida.

Tenía sentido, si se desmayó no había otra manera por la cual supieran desde el principio que era lo estaba pasando. Volvió a sentarse con lentitud acomodando su cabello.

Los labios de Hellen estaban fruncidos, los mordió levemente para volver a hablar.

—El apagón... Lo producimos para que tus amigos no se enteraran lo que estaba pasando. Te dejamos y desde entonces Tweek estuvo días encerrado.

—¡¿Cómo está él?!—aún estaba procesando sus palabras, más al escuchar el nombre de su amigo se tensó en su sitio.

Ambos se miraron, el Sr. Tweak colocó una mano sobre el hombro de Hellen.

—No sabemos si estés listo para saber. —sentenció con dolor en su rostro. —Es muy pronto, apenas acabas de enterarte sobre nosotros y que supimos lo que sucedió.

—¡Por favor! ¡¿Le sucedió algo malo?! —exigió con angustia.

—No, no le sucedió nada malo. —contestó Hellen. —Seguramente si no lo hubieras encontrado hubiera sido posible que si ocurriera algo. Lo siento, pero no podemos decirte nada más por ahora.

—Puedes volver, serás bienvenido siempre que desees. Solamente tienes que seguir la naturaleza y ella te guiará. —se levantó para buscar algo en el estante de vidrio. —Me parece que esto te pertenece. —le acercó a Craig una pequeña caja, cuando la obtuvo en sus manos y abrirla pudo ver el rosario que le había obsequiado Clyde.

Justo en ese momento, observó una marca de quemadura sobre la palma de la mano del padre de Tweek.


𝟢𝟥/𝟣𝟢/𝟤𝟣: Capítulo editado.

𝐒𝐞𝐧̃𝐚𝐬 ¦ CreekWhere stories live. Discover now