La campana sonó señalando el comienzo del receso con claridad a través de los salones haciendo que salieran los infantes por la puerta. Craig, sin embargo, se mantuvo quieto en su posición como si no hubiera escuchado nada.
Su mirada perdida en algún punto específico de la habitación señalaba que aquello no le importaba en lo más mínimo. No tenía prisa en salir.
Fue entonces que el Señor Harrison mantuvo su vista sobre él niño. Más no tenía la mínima intención de preguntarle sobre que le pasaba. Notó desde hace días el extraño comportamiento del azabache, quien estaba mucho más distraído de lo normal.
Las manecillas del reloj continuaban sonando tras el silencio después del bullicio de los estudiantes.
Ninguno de los dos hizo algún movimiento, como si se tratara de un reto plasmado de manera natural. Los ojos azules de Craig parpadearon para después cerrar el libro que tenía sobre su pupitre.
Se levantó haciendo que el maestro desviara la mirada para no ser atrapado viéndolo disimulando que borraba el pizarrón. Sus pasos resonaron hasta que salió del aula.
La frustración de Craig estaba en un punto crítico, tras haber buscado a Tweek durante varias semanas y al haberlo logrado este actuara como si nada hubiera pasado. Sin importar sus preguntas, como hubieran sido formuladas o si quiera sentirse mal por la desesperación que se plasmaba en su rostro.
Los ojos verdes solamente reflejaban incomodidad por el interrogatorio.
—¿De-de que estás hablando...? Me enfermé durante unos días, soy muy delicado con el clima. Por eso siempre tengo que mantenerme lo más posible adentro. —esas fueron sus palabras, refugiándose entre los libros que mantenía contra su pecho.
Craig pudo jurar escuchar con claridad los susurros a su alrededor juzgándolo.
¿Todo en realidad fue un sueño? ¿Nada fue real?
Se negaba a creerlo. No podía ser verdad, pero parecía que querían hacerle pensar eso con clara firmeza.
Para añadir la cereza al pastel no encontraba a ningún lado a los padres Tweak. Cuando preguntó en la cafetería era como si nunca hubieran existido.
Esa misma noche Craig se quedó despierto gran parte de la madrugada. Sin darse cuenta, empezó a llorar.
Sollozó tratando de hacer el menor ruido posible, tenía miedo, mucho miedo y temor de que su vida estuviera expuesta. Las sábanas le hacían sentir protegido, deseando que fueran los brazos de su madre quien le acurrucaba siempre para reconfortarlo.
Si aquello que experimentó no paso realmente, sin duda aún quedaba el sentimiento de inquietud de que no podría volver a su familia otra vez. Los recuerdos que se mantenían dentro de él podrían desaparecer en un segundo si llegaba a ser descuidado... ¿Pero qué hacer?
No tenía alguna persona que fuera una guía o apoyo real, no sería capaz de poner en riesgo la vida de alguien más. Lo estaría involucrando en su propio destino y jamás se lo perdonaría.
Sus ojos ardieron tanto que se quedó dormido sin darse cuenta. Cuando volvió a despertar las figuras de la pared brillaban con más intensidad que antes. Sobó uno de sus ojos con la palma de su mano.
No, no era un sueño.
Parpadeó un par de veces sentándose sobre sus pantorrillas. Tocó una de las figuras, exactamente la que se encontraba en el medio.
No la había notado antes, era un humanoide.
De alguna manera debido a eso se sintió aliviado.
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