16. Enfrentamiento

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El domingo por la mañana, Xiaoxi y acompañó a Jiang Chen a la estación de autobuses.

Todo el trayecto fueron en silencio y sólo una vez, mientras atravesaban un parque, Jiang Chen tomó la mano de Xiaoxi.
Ese acto habría puesto muy contenta a la Xiaoxi de 16 años. Pero la Xiaoxi de ahora estaba cambiando. Las palabras de Gu Wei se repitieron toda la noche en su cabeza, llevándola a la conclusión de que todos tenían razón. En todo este tiempo que había luchado por su amor, él la rechazaban, la ignoraba o hacía sentir mal, sin siquiera darse cuenta del esfuerzo que ella había hecho. Incluso, del tiempo que había pasado desde su mudanza, no había sido quién para preguntar cómo estaba, qué hacía o qué tal le iba en su nueva vida.

El tacto de Jiang Chen provocó que Xiaoxi se enojara de pronto ¿A qué jugaba? Por qué era tan frío y de repente tan amable.

-Olvidé que tengo mucha tarea. Me tengo que ir, ¿Sabes llegar solo, verdad? –se soltó de la mano y dio media vuelta para regresar por dónde había llegado.

Jiang Chen, sin comprender, se quedó de pie mirando a Xiaoxi alejarse. Quería detenerla, ansiaba hacerlo, pero también conocía sus berrinches. Ya se le pasaría en unos días.

Xiaoxi, por su parte, pasó el resto de la tarde en casa de Ye Muxi, pidiéndole consejos para olvidar a Jiang Chen y dejar de ser tan sumisa ante los chicos.

-¡Haz venido con la persona correcta!

💫🌸💫🌸💫

(Dos semanas después)

-No puedo creer que Mingde ya sea nuestra segunda escuela -se quejó Ye Muxi.

-Yo no puedo creer que este fin de semana sean las pruebas. Xiaoxi, ¿A qué hora saldrás de tu casa?

-Como a las nueve, ¿Quieres que lleguemos juntos? -Liao Danyi asintió con la cabeza -Bien, te veo a esa hora.

Caminaron hacia el salón donde se reunirían con Gu Wei y, una vez ahí, comenzaron con un examen simulacro que el mayor les había preparado.

A mitad del examen, un estudiante entró al aula. El sonido de unas pesadas botas hizo que Xiaoxi se distrajera. Volteó a mirar a la persona que se sentó varias lugares detrás y se sorprendió.

¡Era el chico de rastas!

Enseguida, quiso llamar su atención y cuestionarle el motivo de haber robado su cuaderno, pero en ese instante, Gu Wei le ganó la palabra.

–Disculpa, el aula está ocupada. Están en clase –se dirigió a él de forma muy educada.

–¿Y? No los estoy interrumpiendo. Sólo hagan como si yo no estuviera –sin esperar respuesta, le dio play a su reproductor de música y después sacó un cuaderno de metodología.

–Xiaoxi, a tu examen –Xiaoxi no sé había dado cuenta que se quedó observando a aquel tipo durante algunos minutos.

Gu Wei no se sentía seguro con aquel muchacho en el salón, pero trató de mostrar su profesionalismo e ignorar su presencia hasta que él se marchó un rato después, sin agradecer el permiso de permanecer ahí.

–Terminé –dijo Xiaoxi de pronto alzando la mano.

–Bien, pero recuerda que el día del examen sólo debes levantar la mano y esperar que algún tutor recoja tu examen. No puedes hablar y sólo hasta que él te dé indicaciones puedes salir del aula.

–¿Puedo salir ahora? –preguntó Xiaoxi.

–No. Quédate aquí.

Gu Wei le dio la espalda a su prima y regreso al escritorio. Comenzó a revisar el examen de Xiaoxi y sin apartar la vista de la hoja, le permitió la salida del aula.

–Regresa antes de terminar la hora, por favor –pidió el mayor.

Xiaoxi asintió y salió del aula. Quería enfrentar a aquel chico y reclamarle por los rayones que hizo a su libreta y las dos hojas que había arrancado. Pero a la vez le daba miedo hacerlo.
Había visto a Ye Muxi enfrentarse con Liao Danyi muchas veces y parecía fácil. Pero entre ellos dos había confianza. Llevaban años llevándose así. Mas sin embargo, Xiaoxi no conocía para nada a aquel tipo.

Camino con dirección a los baños, no esperaba encontrarselo de verdad. A unos pasos más allá de donde ella estaba, el chico de cabello con rastas estaba de pie, recargado sobre un pilar del edificio.

La imagen de los garabatos en su libreta provocó que se acercara a él. Decidida a reclamarle.

–¡Oye tú! –el chico al frente la volteó a ver. No estaba de buen humor. Su mirada era intimidante, capaz de asesinar a alguien –¿Por qué no me querías regresar mi cuaderno? –habló Xiaoxi ignorando las miradas mortales del otro –¿Y por qué cuándo lo hiciste lo maltrataste? ¿Quién crees que eres para hacerlo? ¿Sabes lo valioso que es ese cuaderno para mí?

El alto, se inclinó a la altura de Xiaoxi, de su pantalón sacó un teléfono con la pantalla rota.

–Lo rompiste –su voz era más fría y seca que cuando habló en el salón.

–¿¡Cuándo lo rompí!? ¡Yo ni te conozco!

–Lo rompiste el primer día que pisaste esta escuela. Tú y tus amigas iban corriendo y chocaste conmigo, sin disculparte. Tiraste y pateaste mi celular.

–¿Cuándo pasó eso? Ni siquiera te recuerdo.

–El mismo día que tiraste tu identificación. Por eso fui a tu casa. Necesitaba que pagaras mi teléfono, pero viendo el lugar tan mediocre en el que vives, decidí mejor dejarlo así. No creo que puedas comprar uno nuevo.

Xiaoxi se sintió ofendida ante los comentarios del contrario.
¿Quién era él para juzgar el lugar donde vivía?

–¡A-Si!

El muchacho que enfrentaba a Xiaoxi giró en dirección de la voz que lo llamaba.
A un lado, habían aparecido tres figuras igual de altas que él. Uno más guapo que otro, pero menos intimidantes.

–¿Dónde te habías metido? Tenemos partida. Vamos.

El aparente "A-Si" se enderezó hasta recuperar su altura normal. Se alejó en dirección de sus amigos y gritó a sus espaldas.

–Te salvó la campana.

Caminó con firmeza y un momento después él y sus compañeros desaparecieron de su vista.

Xiaoxi estaba sorprendida de lo que acaba de pasar.

¿Quién era él?
¿Por qué de pronto había aparecido y  ya le debía un teléfono?

Amor de Meteoritos [Pausada]Where stories live. Discover now