Capítulo 8| Reunión celestial.

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REUNIÓN CELESTIAL.

—Fueron demonios.

La chica miró a Jeremiel ante tal declaración. Su rostro aún se encontraba lleno de lágrimas. Maia notaba como intentaba fingir ser fuerte. Pero a cada que recogía un papel de entre el desastre un suspiro lleno de tristeza se salía de sus labios. Tanto Jeremiel como Maia le había explicado a la chica el por qué se encontraban dentro de la oficina, lo cual, facilitó a que se arreglaran los malos entendidos.

—Entonces, si sabes que existen los ángeles —indagó Maia.

La chica asintió. Aquello frustró más a Maia, ¿eso convertía en Jeremiel en portador de la verdad? Aquel pensamiento hizo que llevara la mirada hasta él. Jeremiel la miraba, pero no había burla en su mirada, tan solo una súplica inminente que le pedía creer.

—¿Por qué creer que fueron los demonios? —intervino él.

—Sucedió ayer —contestó la chica— mi padre llegaba del trabajo, lo interceptaron en la puerta, de noche. Cuando salí en su ayuda era demasiado tarde. Lo degollaron, tomaron la sangre necesaria y se la llevaron.

—¿No pudo defenderse? —preguntó Maia.

—Las cosas no sirven así para los desterrados —contestó la chica— al haber sido enviados a la Tierra solo se les permite tomar un poder. Cada uno escoge lo que mejor le convenga. Mi padre escogió la sabiduría.

Maia miró el lugar.

—¿Cuál es tu nombre? —curioseó.

—Cielle —respondió la chica.

—Bien, Cielle —dijo Jeremiel— ¿tienes idea del paradero de esos demonios?

—¿No deberías saberlo tú? —replicó ella.

Jeremiel tensó su mandíbula. No era demonio, quería dejárselo claro.

—Me confundes —contestó— soy Jeremiel, un ángel. Soy puro, puedo demostrarlo.

Él se acercó a la chica. Quien no retrocedió, aun así, no dejó que la tocara. Cielle lo miraba fijamente al rostro, pero su mirada pasó a su cuello cuando notó la marca. Maia los miraba con curiosidad.

—Eras un prisionero —reconoció Cielle— tu marca...

Al escuchar Maia aquellas palabras no dudó en acercarse. Había tenido esa duda desde que Jeremiel despertó en su casa. ¿Qué era aquello? Ahora, que se suponía él era un ángel, dudaba que fuese un tatuaje.

—Perpetua silentio —añadió la chica.

A Maia le sonó como un conjuro.

—La marca del silencio.

—¿A qué te refieres? —intervino Maia.

Cielle parecía más convencida que antes.

—Eres la ofrenda de paz que dio Dios a Lucifer. No hay puro que no hable de ti —concluyó la chica— ¿qué haces en la Tierra?

—Fui desterrado —contestó Jeremiel.

—Buscan tu sangre. Es por ello que han asesinado a mi padre —Cielle se regresó a Maia— No asesinaran a tus padres, te están buscando. Debes entregarlo si quieres de regreso a tus padres.

El ambiente en la oficina se volvió tenso. Jeremiel agachó la mirada, consciente de que las palabras de Cielle eran ciertas. Lo único que debían hacer aquellas chicas era llevarlo a la boca del león y dejarlo caer. Y todo mal en ellas sería rectificado.

SANGRE #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora