Capítulo 25| Una verdad innecesaria.

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UNA VERDAD INNECESARIA.

Collete recorría con admiración la gran biblioteca que se alzaba en toda la habitación. Deseaba tocar con sus dedos los lomos gruesos de los libros que parecían antiguos e importantes, siempre había tenido esa conexión con los libros; quienes a cada que la recibían la llamaban en murmullos pidiéndoles ser abiertos. En ese instante no había impedimento, sin pensárselo tomó un libro y lo abrió. Daba gracias al cielo haber sido la primera en llegar a la reunión, aquello le cedía unos cuantos minutos de silencio para poder despejarse y leer. Hacia bastante que no tocaba un libro.

—¿Lees?

Su mirada color almendra pasó de las letras pequeñas hasta las solapas de tapa dura en los estantes, no se detuvo hasta tenerla sobre el chico de cabello negro y ojos bicolores. Estudió su aura, oscuro, con tintes rojos, los cuales cambiaban a dorado, muy diferente a los puros. No era la primera vez que veía a Jeremiel, ya habían sido presentados respectivamente mientras Maia descansaba.

—Lo hago, me gusta hacerlo —contestó ella, sonriente. Jeremiel notó, al igual que lo había hecho Maia, que la voz de Collete era suave, igual a la voz de Alena.

Aquello lo descoló por un momento. Se quedó de pie, mirando a Collete sin mirarla en realidad, enfocado en recuerdos y pensamientos que aún le dolían. La pelirroja, en cambio, comenzó a sentirse incomoda y un poco alterada. De conocerla, se darían cuenta de que en realidad ella era tímida, muy callada y miedosa.

Al notar la incomodidad de Collete ante su mirada, Jeremiel cruzó la puerta, tomó asiento en una de las sillas y recorrió con su mirada el lugar. Por la puerta, persiguiendo a Cielle, entró Suriel muy sonriente. Al notar a Collete, se acercó hasta ella y la abrazó. La pelirroja, asustada por aquel repentino gesto, no hizo más que encogerse de hombros y dar una sonrisa temerosa.

—¡Bienvenida al grupo! —vociferó el menor.

Collete, con las mejillas del mismo color de su cabello, se alejó de los brazos de Suriel.

—Gracias —buscó a Cielle y Jeremiel con la mirada, y con un asentimiento de cabeza les terminó de agradecer— me hace muy feliz que me hayan salvado.

—No tienes por qué agradecernos —Cielle tomó un libro entre sus manos, aun así, no dejó de hablar— espero te adaptes muy bien a todos nosotros, nos alegra que hayas decidido quedarte.

—Creo que ayudarlos en lo que necesiten será mi forma de pago —contestó.

—No te estamos cobrando —intervino Suriel con una sonrisa aún más gigante— aun así, tu ayuda no nos vendría mal. Eres la tercera pura que conozco en toda mi vida, me alegra saber que aún quedan bastantes de nosotros. Además, unos amigos así de guapos como nosotros no vienen mal de vez en cuando.

Tanto Jeremiel como Cielle entendieron al instante que Suriel y Collete era polos completamente opuestos, ya que, la pelirroja, al instante, enrojeció por completo mientras, para esconder el gesto, agachó la mirada. Suriel tenía que trabajar mucho si quería que Collete fuese su amiga.

—Ignóralo. Suriel suele hablar más de lo necesario.

—¡Oye! Eso es un golpe justo en mi corazón, eres mi mejor amiga, deberías decir cosas bonitas sobre mí.

—Advertirle sobre ti la hará quedarse con nosotros, no quiero mentirle —se burló Cielle.

El reproche de Suriel quedó al aire. Maia entró a la estancia en silencio y con la mirada gacha. Tanto Suriel como Collete tomaron asiento. Jeremiel, en cambio, se colocó en pie y caminó hasta la rubia. Se veía demasiado pálida y perdida. Mucho más de como la había dejado él en la habitación.

SANGRE #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora