Capítulo 15| Fe al creyente.

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FE AL CREYENTE.

—¡Maia!

La rubia se detuvo frente a las rejas del instituto, detrás de ella una chica bajita, de un tono más moreno que Cielle, corría hasta su lado con una gran sonrisa en el rostro. La conocía, eran compañeras de matemáticas y las dos formaban parte del equipo de baloncesto. A Maia siempre le había encantado verle cepillarse el cabello lleno de rulos finos, lo cual, le daba un aspecto afro al cabello negro de la chica.

—¡Kyra! —la saludó Maia seguido de un beso en la mejilla.

—¿Llevas prisa? Me gustaría hablar contigo un momento.

No llevaba prisa, aun así, su prioridad era siempre llegar sana y salva a casa de Alena, y en cuanto más temprano saliera del instituto, sería mejor. No quería arriesgarse a que la noche le ganara y que ya en la oscuridad algún ser desconocido de otro (o este) mundo la atrapara para hacer con ella lo que quisiera.

El pensarlo le erizó la piel de los brazos.

—No hay prisa —mintió, con una sonrisa esplendorosa en sus labios color manzana— ¿vamos por un batido?

Kyra asintió aun con la sonrisa. Salieron juntas del instituto y caminaron por cinco minutos hablando sobre sus clases y los exámenes que estaban por llegar. Maia nunca había tenido mejores amigos, ni amigas. Siempre se había relacionado con ciertos grupos, en los cuales, nunca encajaba y prefería llamarlos conocidos, sin más. A pesar de ello, existían unos cuantos con los cuales se llevaba muy bien y llamaba amigos. Pero hasta ahí.

Nadie nunca sabia sobre Maia, sobre qué le gustaba, qué le afectaba o que la hacía muy feliz. Todos tan solo miraba a la linda y tierna rubia con mechas azules que le gustaba ayudar a todo aquel que así lo necesitara y, la misma que jugaba bien al baloncesto.

—¿Piensas venir a la fiesta de graduación? He visto que te has saltado los ensayos.

Maia abrió la puerta para las dos. Dentro del local olía a frutas. La rubia aspiró, tenía tiempo sin pasarse por ahí.

—Mis padres se encuentran de viaje, debo cuidar de mis hermanos.

Y de mí para no morir atravesada por una espada forjada en el inferno, pensó.

—Es una lástima —contestó Kyra, dolida— ¿Y al partido? ¡No sería genial que faltaras mañana! Son las finales, no tenerte en la delantera nos haría perder.

La fila avanzaba con rapidez. Las dos chicas con uniforme de faldas rayadas caminaban al compás de los demás, sumidas en una conversación que, a cualquiera que las escuchara, le parecería trivial y aburrida.

—No faltaría por nada del mundo al partido —Maia tenía unas excepciones, claro— puede que invite a algunos amigos.

A su mente viajaron los rostros de Cielle, Suriel y Jeremiel. Sonrió con el simple hecho de recordarlo, quizá y ellos, al igual que Maia, necesitarían de un poco de normalidad luego de todo lo que habían pasado los últimos días.

—¿Amigos? ¿Me dirás que irá ese chico alto que te acompañó al instituto? —la mirada de Kyra relució ante la imagen que describía de Jeremiel— Harás que todas la chicas se desmayen en el partido al verlo —bromeó.

El rostro de Maia enrojeció al instante. Recordaba la noche de ayer, en la que Jeremiel le había besado la coronilla y en sus palabras, aquellas que le resonaban en la cabeza una y una vez como un disco rayado: él diciendo que ella le atraía a como un imán.

—¿Es tu novio? Lo siento si he sido imprudente.

Kyra se disculpó al ver rostro de la rubia.

SANGRE #1 ✅Where stories live. Discover now