Capítulo 23| Salvar, correr, matar: II PARTE.

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II Parte.

SALVAR, CORRER, MATAR.

Jeremiel escuchó voces en el pasillo derecho, tuvo que cruzar corriendo para evitar encontrarse con los demonios. Subió un par de escaleras sin iluminación, al llegar al segundo piso merodeó un poco; todo era pasillos de laberinto con puertas cerradas. Aquel lugar debió haber sido un hospital psiquiátrico de hace muchos años, esa era la única explicación que tenía para un lugar como aquel. ¿En qué otros lugares cerrarían las habitaciones con puertas impenetrables e indestructibles? Jeremiel se detuvo un poco a pensar... después de todo, las puertas no eran indestructibles. Maia había dejado un hueco demasiado notable en la cerradura de su celda.

Aunque aquel pensamiento le inquietaba intentaba olvidarlo. Pero por más que quisiera había un recuerdo borroso en su cabeza que se aparecía y se iba. ¿Dónde había visto tales poderes? La respuesta estaba en la punta de su lengua, pero no cedía.

Entre tantos pensamientos no se dio cuenta que llevaba avanzando sin rumbo alguno en el desolado pasillo. Tan solo lo supo cuando unas voces cercanas y el arrastrar de unas cadenas lo tomaron desprevenido.

Se pegó contra la pared, miró un poco hacia el cruce de pasillo. Un demonio al mando traía encadenados en fila a varios puros. A lo último, otro demonio le cuidaba las espaldas. Jeremiel tenía que idear un plan rápido. Necesitaba armas y solo derrocando a esos demonios las obtendría.

Esperó.

La fila de puros pasó delante de él, no lo vieron sumido en la oscuridad, por lo que se aprovechó de aquello, persiguiéndolos entre la penumbra. El demonio que cuidaba la parte trasera sintió su presencia, pero Jeremiel lo sabía. Así que, se adelantó: atacó al demonio por las espaldas, le cubrió la boca para opacar sus quejas y en un movimiento brusco de la mandíbula lo desnucó.

El cuerpo cayó de golpe al suelo. Jeremiel se apresuró a tomar el arma y a enfrentarse al demonio en jefe. Lo que él no sabía era que, dos de los reos en la fila eran Cielle y Suriel, quienes al ver la escena que se había creado en la parte trasera del camino, reaccionaron en ayuda de su amigo.

—¡Jeremiel! —Suriel se hincó en el momento justo en que el demonio corría hacia el aludido. El cuerpo del menor sirvió de obstáculo para que cayera y Cielle aventara un golpe en la sien del atacante— ¡Bien hecho!

Los demás puros miraban con temor.

—Debemos ir por Maia, ella está en busca de la espada —Jeremiel se acercó, tomó las llaves del cuerpo inconsciente y despojó de las cadenas a todos.

—¿Cómo es que lograste escapar? —Cielle sobaba las marcas amoratadas en sus muñecas y cuello.

—Tal parece hice una amiga por aquí, y Maia... —el rostro sangrante de la rubia inundó la mente de Jeremiel— bueno, ella tiene unas ventajas.

...

Llevaba exactamente doscientos latidos escondida en esa celda desolada. No podía salir debido a los humanos y demonios que cuidaban el pasillo. Parecían relajados, sin ningún problema o preocupación, lo cual, llevaba a ser lo contrario de Maia. A Nesta se le había olvidado decirle que el pasillo C estaba lleno de demonios y con una seguridad alta.

¿Cómo esperaba salir de ahí? Era imposible que una chica tan delgada y pequeña como ella venciera a todos los presentes allá afuera. Sintió pánico con tan solo pensar en ello. Se abrazó a sí misma, llevando las rodillas a su pecho y escondiendo la barbilla entre ellas. Se miró las manos. Aun no creía todo lo que sucedió.

¿Y sí...?

Negó con la cabeza. Imposible.

Elevó la mirada, suspiró agotada. La luz nocturna que iluminaba su rostro indicaba que faltaba poco para el amanecer, si esperaba más podía causar un encierro y arruinar sus planes.

SANGRE #1 ✅Where stories live. Discover now