You're so 𝗚𝗢𝗟𝗗𝗘𝗡. Harry Styles.

𝟯

𝒀𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒆𝒗𝒆𝒓𝒚𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆
𝑰 𝒔𝒘𝒆𝒂𝒓 𝒊𝒕'𝒔 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒕𝒐 𝒕𝒉𝒊𝒏𝒌
𝑰𝒕'𝒔 𝒉𝒂𝒓𝒅 𝒕𝒐 𝒃𝒓𝒆𝒂𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒉𝒆𝒏 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒂𝒊𝒓
𝑰 𝒕𝒓𝒚 𝒕𝒐 𝒓𝒖𝒏, 𝒃𝒖𝒕 𝒚𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒆𝒗𝒆𝒓𝒚𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆 𝑰 𝒈𝒐

«ᴇᴠᴇʀʏᴡʜᴇʀᴇ»
ɴɪᴀʟʟ ʜᴏʀᴀɴ
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Charles es la primera persona que veo una vez cruzamos las puertas del aeropuerto, levanto las gafas oscuras a mi cabeza y sonrío por inercia, por su forma de vestir sé que ha dejado el trabajo solo para venir a recibirnos. Ha sido un viaje agotador para mi y agradezco por las píldoras que tomo cada vez que tengo un vuelo de más de tres horas y dejo mi equipaje atrás acercándome a mi hermano para darle un abrazo.

—Ya te estoy extrañando. —le digo.

—Mentirosa. —se queja y mira a Tiff—. Hola Tifanny.

—Hola Charles. —ella saluda.

Tiffanny enrosca su brazo con el mío mientras Charles acomoda nuestros equipajes en su auto, está haciendo un día muy bonito y no puedo recordar la última vez que estuve aquí. Subimos todos juntos al auto y estiro un poco mis brazos.

—¿Qué tal el viaje? —Charles abrocha su cinturon y lo imito.

—Ya sabes lo que opino. —contesto.

—¿Y tú, Tiffanny? —se voltea a verla—. ¿Cómo te fue soportando todo ese drama en el avión? —me señala.

—Estaba muy tranquila, en realidad. —Tiff se ríe—. Porque tomo sus píldoras.

—Ah, claro. —Charles asiente.

El apartamento de Charles está completamente en silencio y él se hace a un lado para que Tiff y yo podamos pasar primero. Ella echa un vistazo a todo el sitio y voltea a verme sonriente, asiento con mi cabeza cruzando mis brazos porque realmente esto está genial aquí también.

—Esto es grandioso. —admite.

Es enorme, pero más pequeño que el de Los Ángeles y solo tiene una planta, incluso es mucho espacio para un soltero. Al igual que en el otro, frente a la cocina hay una habitación que Charles ha acondicionado como su lugar de trabajo y al fondo hay más habitaciones.

—Bienvenida. —le digo a Tiff.

Charles trae nuestros equipajes y caminamos juntos al salón, mi hermano ha preparado una habitación para Tiff y es la que está situada justo a un lado de la mía. Entro a mi habitación y Charles empuja mi equipaje dentro de ella, sonrío porque todo está tan bien acomodado y suspiro desplomándome contra el suave edredón de la cama, quisiera tomarme una semana de descanso, pero sé que no hemos viajado aquí para eso.

—¿Mucho trabajo? —me incorporo.

—Un poco. —entrecierra sus ojos y me río.

Miro por la ventana a la izquierda de la habitación, comienza a asomarse un atardecer espectacular y mi estómago ruge con un poco de hambre.

—Entonces ¿A quién vas a presentarme? —muevo mis cejas divertida.

—A mi novia. —contesta tranquilo.

—¿Ya son novios? —me quejo y asiente—. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque no necesitamos una etiqueta. —dice obvio—. Tengo veintinueve años, Gabrielle.