Capítulo 38 ✔

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Pov. Ana

—Hola mamá Rosa -corro a ella llenándole de beso, no es mi mamá, pero es una señora que quiero mucho, me ha tratado mejor que mi propia familia.

—¿Qué haces por estos lados mi niña?

—Te extrañaba mucho y aproveché para venir a visitarte, como han estado los niños.

—Muy bien, aunque ya no son unos niños, ya que ellos están en la etapa de la adolescencia y están más rebeldes que nunca -suelta una risilla.

Si admiro a esta mujer, ha sabido mantenerse después que un poco hombre abusó de ella dejándole con unos mellizos hermosos, y nunca le he escuchado quejarse si no repartir amor por ellos

Yo la encontré en la calle, no pude solo pasar y dejar abandonada porque yo pase por ello, pero todo cambio, aproveche todo lo que tenía y la traje aquí a mi casa de campo bueno de mi abuela que en paz descanse, la única mujer que me ha querido.

Y desde ahí es la persona que cuida de ella.

— ¿Dónde están quiero verlos?

—Los dos están en sus habitaciones, espérame y voy por ellos.

—No tranquila, voy primero por Paola y después por Ismael.

Asiente, subo a sus recámaras, cada uno tiene ya 16 años y creo que debo hablar unas cosillas con ellos.

Toco la habitación de Paola, espero a que me habrá, pero no nada, sigo tocando y ahí es cuando se asoma una niña con el cabello hecho bola.

—No vas a saludarme -estiro mis brazos.

Me mira confundida, creo que desperté a alguien, veo que se da cuenta de quien soy porque suelta un grito enorme lanzándose a mis brazos, dios, cuanto los extrañe.

—Paola, joder, es muy temprano para que grite por tus chinos -sale un muchacho en pijama sobándose el ojo, se queda quieto cuando me ve, no espera más y se lanza a mí, logrando que cayéramos las dos con él.

—Tía Ana, ¿Qué haces aquí?

—¿Qué no te gusto mi sorpresa? -Veo que su hermana le tira un zape logrando que me ría.

—Au, no quise decir eso, solo que no estábamos preparados para tu visita, mira cómo nos encontraste tía.

—Nada que ver, solo veo a unos adolescentes monstruos despertando con baba en sus caras más las lagañas.

Termino de hablar y ellos se paran y van a sus cuartos lo más rápido, en menos de dos minutos veo salir a los dos más decentes, tirándome de nuevo al suelo.

—Ahora sí, los extrañe muchos chicos.

—Nosotros también tía -dicen juntos.

—Ahora si necesito hablar unas cosas con ustedes, ¿Quién va primero? -digo seria.

Los dos se miran y comienzan a ser piedra, papel y tijera, lo cual me causa risa, a pesar de ser unos adolescentes, parecen unos niños, el perdedor resulta ser Ismael.

-Está bien, Ismael espérame en tu cuarto -asiente- y tu jovencita va a ayudar a tu mamá con el almuerzo okey -se va sin antes dejar un beso en mi cachete.

Bueno, esto va a ser lo más raro que haré, pero su madre no lo va a ser, entonces lo haré yo, entró a su habitación encontrándome todo limpio, y él esperándome sentado en la cama.

—Pues bueno, esto es necesario hablar contigo, primero que todo, ¿Cómo estás?

—Tranquila, creo saber que quieres hablar y bueno ya me explicaron de ese tema.

—¿Pero no tienes ninguna duda? - digo esperando su respuesta, lo veo dudoso- sabes que puedes hablar esos temas contigo, estoy para ti.

—Bueno que lo pones así, si tengo algunas dudas, a decir tengo muchas dudas.

Y así es comenzó una ronda de preguntas sobre la sexualidad con los chicos, algunos lo ven raro, pero estamos en otros tiempos donde es prevenible hablarlo, antes de sufrir las consecuencias

Me pasé toda la tarde hablando con los chicos, cuanto quisiera quedarme aquí y no volver, pero no se puede, veo que va a oscurecer, termino de revisar las libretas de los chicos y todo está bien, me siento orgullosa de ellos.

—Pues ya es hora de dormir.

—Tía podemos dormir contigo.

—Mm junten las camas, ahora subo -suben corriendo a mi habitación.

—Estoy celosa, mis hijos te toman más importancia que a mí.

—Que dices, estoy muy orgullosa como saliste adelante después de todo, y a pesar soy la tía consentida.

—Si tu tía consentida, ve a descansar.

—Hasta mañana, ha mañana me voy en la hora del almuerzo, me espera un largo viaje.

—Tan pronto, pues bueno y gracias por hablar de ese tema con mis hijos, si lo hubiera hecho yo me moriría de vergüenza.

—No hay de que para eso están las amigas, voy que me esperan una manada de locos.

Se ríe y asiente, sube y logra ver a los chicos jugar con las almohadas.

Esta noche nunca lo olvidaré, ellos son mi otra familia.


Existe gente que regresa con 

máscaras que no podemos ver 😉 

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