Capítulo 52 ✔

1.4K 104 2
                                    

Pov. Ana

Es en serio justo, ahora se cae, no podía caerse, no sé en la calle o cuando me baje a comprar dulce, algo justo, ahora en serio, lo agarra con el ceño fruncido.

—Ana, ¿De quién es esta casaca de hombre?

—De un hombre está claro -bajo los dos escalones que había subido y camino a él.

—¿Sé que es de un hombre, si no, a quien le pertenece?

—A un amigo -aprovecho que suelta un poco la casaca para salir corriendo a mi habitación.

Llego y todo está limpio, «te amo Noe», se escucha pasó hasta aquí, tiro la casaca debajo de la cama y corro al closet.

—Ana -salgo con una pijama en la mano.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿Quiero saber de quién es?.

—No tiene sentido.

—Habla -ahora sabes lo que sentí yo, entonces vamos a jugar un rato.

—¿Qué te perturba? -me mira sin entender lo que digo -¿Por qué el miedo?

—-Ana, no des tantas vueltas ¿Quién es? -bueno si es lo quieres.

—Es un chico alto, piel clara, cabello oscuros, espalda ancha, ojos azules claros, unos labios abultados, habla con un acento francés que mueres, con unos pectorales marcados -Mientras que relato a mi chico soñado mi combinación perfecta, aprieta los puños cada vez que hablo de él me acuesto en la cama

-Y con el agua resbalando dios, no sabes -si las miradas mataran ya estaría más que muerta, me siento -¿Quieres que siga? -me levanto y no responde

- bueno lo tomaré como si en que estaba a unas manos enormes, estábamos toda la tarde en la playa, puedes creer que no me di cuenta de que estaba desnuda enfrente de él rodeada con una pashmina -eso le enfurece hasta aquí escucho el crujir de sus dientes

-Me dio su casaca que huele a él y me trajo, si tan solo repetiría la despedida -con esto se muere- estoy tan cansada -suelto un suspiro y caigo rendida a la cama, él sigue parado mirando cada detalle de lo que haga apretando sus manos, haciendo crujir sus dientes

sentiste lo que yo sentí en esta semana, pero más veloz -hay si -iba a seguir mi relato cuando se sienta encima de mí cubriendo mi boca.

Se acerca a mí oliendo, diosito que la colonia de Michel se haya juntado con la mía o si no la historia no sería creíble, se aparta de mi rápido, gracias prometo hablarte más seguido, sacude su cabello.

—Es lo que querías no, adiós -me levantó e iba a ir a la ducha cuando me sujeta y me atrae a él.

—Ana, nunca te han dicho que no debes provocar a un hombre -me susurra.

—Mira que no, y si quiero provocó a quien me plazca.

—Pero a mí no.

—¿A sí? -rio sarcástica- ¿si lo hago qué?, no sé por qué armas un lío cuando estás saliendo con otras -si señores y señoras la tóxica apareció, él suelta una risa.

—Celosa.

—Los primeros días si lo admito, después se me pasó, gracias a alguien estoy mejor.

—Entonces no lo conoces desde hoy.

—No lo conocí desde el martes en un bar.

—¿Con permiso de quien? -No aguanto más para reírme en su cara.

—Crees que te pediría permiso para hacer o deshacer lo que hago.

—Ana, tú eres mía -lo dice serio-A pesar ese olor no se te pega a ti.

—Disculpa la próxima, le diré que utilice otra colonia de tu agrado.

—No va a ver la próxima vez.

—¿Y quién me lo va a prohibir? -eso le enfurece y nos vamos contra la pared, suelto un quejido, al sentir mi espalda chocar con lo frío que está, me sujeta los brazos colocando arriba de mi cabeza, separando mis piernas no me puedo mover.

—¿Qué ahora vas a ser Cristian Grey? -suelto una risa.

—Puedo ser mejor que él- me rio.

En serio se comparó con mi hermoso, precioso, amado, soñado, Christian Grey, ese hombre me rompió el corazón cuando supe que estaba casado, «si lloraste como una demente» ese es otro tema, me sigo riendo en su cara como si hubiera sido el mejor chiste que me habían contado.

—Ya para -aprieta más el agarre haciéndome soltar un quejido.

—Está bien, suéltame -se sorprendió por el cambio de mi voz, primero estaba riendo y ahora estoy seria, ya me canso.

—Vas a seguir como niño chiquito.

—Ana, no vas a volver nunca más a ese, me oyes- dice mirándome a los ojos como si fuera una orden.

—¿Y quién me lo impide?

—No es un juego, te estoy ordenando.

Ahí fue esa palabra cuando sientes que la cago, pero no sabes como responder gracias a la decepción.

En lo que me convertistes【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora